Treinta y cuatro

29 6 4
                                    

Kim Haerin

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, perdí la cuenta de las veces que Seokjin descargó sus balas sobre el cuerpo de Yoongi, incluso ya inerte.

Ese no era el Seokjin que yo conocía, no era el hombre del que me enamoré alguna vez.

Había enloquecido y a pesar de que me consideraba una mujer fuerte, verlo en ese estado arremetiendo en contra de alguien que me importaba demasiado como lo era Yoongi, me llenó de terror.

Ni siquiera fui capaz de acercarme a Yoongi y estrecharlo por última vez, porque en mi cabeza no dejaba de repetirse su voz implorando porque yo huyera del sitio.

Y fue lo primero que hice mientras Seokjin terminaba de disfrutar destruir a Yoongi, la persona que no dudó ni un segundo entregar su vida por mi.

A medida que me adentraba a la zona boscosa, todo se volvió más oscuro y la niebla no me permitía encontrar un punto de escape, era difícil para mi lograr concentrarme porque la misma escena de Seokjin impactando sus balas en Yoongi sin piedad se repetía en mi cabeza una y otra vez, como si ésta hubiera sido su mejor manera de torturarme y lo consiguió tan fácilmente.

Apenas unos cuantos minutos atrás, tuve las cálidas manos de Yoongi sobre mi, brindándome su protección, y ahora siento que lo extraño de una manera tan asfixiante.

No había manera de evitarlo, porque yo perdí a mi todo frente a mis ojos; una vida se perdió por mi culpa, entonces, no me sentía con el mismo derecho que otros por seguir mi vida normal, jamás lo haría si ese horrible recuerdo se quedaba en mis memorias, solo rogaba por cerrar los ojos y abrirlos a la mañana siguiente sabiendo que todo fue una pesadilla.

Corrí y corrí hasta perderme entre las ramas y hojas secas, mi pantalón ya se había rasgado considerablemente y la respiración comenzaba a faltarme, todo era como un laberinto sin salida.

Mientras trataba de mantener la calma, miré a mi alrededor, y solo podía encontrar lo mismo, árboles y mas árboles, entre rápidas miradas logré captar la figura de Seokjin acercarse sigilosamente y ni siquiera supe cuando tiempo llevaba observándome.

Si él había asesinado a Yoongi sin pensarlo, entonces ¿Qué me esperaba a mi?

De imaginar que las sucias manos de ese hombre también terminarían conmigo, me invadía de hastío, era como darle el privilegio de verme sufrir incluso en mis últimos momentos y no quería hacerlo a su manera, no más.

Giré a mi lado izquierdo, donde a pocos metros la niebla comenzaba a desaparecer y la gran luna roja cobraba protagonismo sobre un peñasco.

Seokjin rápidamente intuyó mi siguiente movimiento y con un poco más de juicio levantó sus manos para evitar que yo cometiera el grandísimo error de escapar por la única salida del bosque, pero hacerlo no me garantizaba absolutamente nada.

—Haerin, piénsalo antes, por favor. Hablemos sólo hablemos.

Reí de la ironía, si él dijo antes que no podía confiar fácilmente en mi, yo tampoco podría hacer lo mismo con él, cuando hace poco menos de veinte minutos acabó con la vida de Yoongi como si no fuese nada grave con lo que cargar.

—Sé que estás muy sorprendida, pero no tuve otra opción, ese hombre nos quería separar.

Estaba decidida a no escuchar más su discurso en el que solo él salía perdiendo. Pero si lo hacía, entonces cabría la oportunidad de volver a tenerme a su merced y esta vez escapatoria no tendría.

Morir era la única forma de acabar con el problema de raíz, había pensando en este momento por tantas veces, pero cada vez que eso pasaba, las voces de Seokwoo y Haejin llamarme madre me detenían en el intento, pero, estaba cansada, durante los últimos años se sintió como recorrer una vereda sin fin.

Y sin Yoongi, la determinación que me acompañó todo este tiempo se había ido con él.

Retrocedí unos cuantos pasos hacia el peñasco y por el rabillo del ojo aprecié el oscuro vacío, todo se veía como el mismísimo infierno, pero era mejor que morir en el poder de Seokjin.

A medida que avanzaba, Seokjin también lo hacía con cautela esperando el momento oportuno para saltar hacia mi y evitar mi caída sobre el peligroso relieve con aguas profundas esperando por mi.

—Haerin, la roca se está partiendo, por favor quédate ahí.

Justo cuando el hombre terminó por implorar, lo que estaba evitando sucedió, la roca no pudo soportar el peso de ambos y cuando yo estaba decidida a entregarme a la oscuridad, la mano de Seokjin detuvo mi caída aferrándose a mi.

—Haerin, sujétate bien de mi, te ayudaré a subir.

El jadeante hombre aún me tenía sujeta esperando a que yo hiciera todo lo posible por aferrarme a su agarre, pero nuestras manos sudorosas y la poca voluntad que yo tenía por salvarme no estaba funcionando.

—Seokjin, mentiste.—dije pacíficamente.

—¿De qué diablos estás hablando? Sólo ayúdame a subirte.

—Dijiste que no confiabas en mi, pero estamos en esta situación ahora y si yo quisiera no solo arruinaría mi vida saltando al vacío, podría llevarte conmigo.—sonreí con satisfacción cuando el rostro de Seokjin se ensombreció y el agarre sobre mis manos se fue aligerando.—¿No sería increíble que tú amor por mi te llevara a la muerte? Pero sabes algo, creo que no es el castigo perfecto, si quiero que sufras entonces tendrás que verme morir sin poder hacer nada, como tú lo hiciste conmigo y con Yoongi.

Tuve la fortuna de tener la vida de Seokjin en mi manos, pero no era esa clase de basura, porque a mi no me correspondía juzgar los errores de otros cuando los míos fueron peores.

Cuando dije que el karma me golpearía algún día, jamás esperé a que llegará tan rápido y en donde más me dolería.

Pero, era demasiado cobarde para vivir con eso.

Nuestras manos comenzaron a resbalar y aunque Seokjin con horror tratara por todos los medios evitar mi caída, terminé por soltarme esperando a que su rostro se alejara de mi radar, pero eso jamás ocurrió, porque él estaba dispuesto a seguirme, incluso después de la muerte.

The Good VillainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora