Trece

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—Niños, pueden ir con Jungkook.

El masculino trató de guiar a los menores adentro del local para evitar ser testigos de lo que sería una fuerte riña entre Seokjin y Haerin.

—Y tú.—se dirigió a Lea.—Piérdete.

—Mis hijos se van conmigo.—Seokjin estaba dispuesto a llevarle la contraria a Haerin, pero la femenina tampoco estaba para seguir basando sus decisiones en Seokjin.

—Seokjin querido, evita que empiece hacer un escándalo enfrente de tus propios hijos.—la paciencia de Haerin se estaba agotando, la única manera de abordar el tema era sencillamente fingir frente a los niños que solo eran contratiempos insignificantes.

Al igual, dos de los menores estaban desconcertados, menos uno: Seokwoo, quien más bien era el que mejor comprendía la situación de sus padres y le preocupaba que la brecha entre ellos se hiciera más agrande a medida que el tiempo pasaba.

Jungkook fingiendo una sonrisa, llevó a los niños adentro del local tratando de apaciguarlos a través de historias sin sentido que a los ojos de los menores eran todo lo contrario.

Haerin en cambio, pidió a Seokjin que se dirigieran al auto de éste para tener más privacidad, a lo que Lea Miller reaccionó de mala gana alegando que había llegado con él y no tenía manera de esfumarse. Entonces, Haerin en un acto de "consideración" llamó a un servicio de taxi.

Quizá fue difícil que Lea accediera, pero al final no tuvo opción, Haerin estaba siendo en ese momento más rígida de lo que ya era. Incrementando de igual forma los niveles de estrés en Seokjin.

Cuando finalmente estuvieron solos, Seokjin esperó una reacción violenta por parte de Haerin como normalmente empezaban sus discusiones. Pero a ella se le veía muy tranquila y honesta, más bien, la mujer había llegado a su propio límite y lo único que buscaba obtener era algo tan inminente como el divorcio.

—En vista de que tu horrible actitud hacía mi persona no cambiará, tú mismo sabes la solución.

Con esta, ya era la segunda vez que Haerin pedía terminar con todo ese número que por casi siete años estuvieron montando como supuesta pareja. En el fondo a ella le pesaba tomar esa clase de decisiones, pues en su corazón Seokjin tenía un lugar especial a pesar de la indiferencia que este le mostraba.

Pero en términos reales ella se encontraba agotada de todos esos vaivenes.

Seokjin apretó la mandíbula al escuchar la determinante decisión de Haerin, porque simplemente se negaba a romper el único vínculo existente entre los dos. En defensa a ello, pronunció lo que en su mente estaba pasando, sin importarle poco que llegase a lastimar a Haerin e incluso a sus propios hijos.

—Si te divorcias, no volverás a ver a tus hijos.

Haerin rompió en falsas carcajadas provocando aún más la tensión en el hombre que tenía a su lado, pues era como haberse burlando de su estupido intento por atarla toda la vida a una infelicidad junto a él.

—No te importó ridiculizarme enfrente de los niños, ni tampoco a ti mismo ¿Crees que estoy de humor para soportar un segundo más siendo tu esposa? Intenta apartarme de ellos una vez más y juro que terminarás alucinándome Kim Seokjin.

—Sólo di que es por él, no es necesario que juegues a la carta de la víctima para solicitar el divorcio.

—No voy a preguntar si sientes respeto hacía mi como persona porque sé perfectamente la respuesta, pero ¿Lo haces si quiera como la madre de tus hijos?

Haerin no esperó por las agotadoras respuestas de Seokjin, en el que todas eran maneras de excusarse para hacerla ver como la peor de los dos.

Serenamente bajó del móvil de Seokjin fingiendo que las circunstancias no la estaban afectando más de lo que se podía permitir, hacerlo significaba darle la victoria de esta partida a Seokjin y a su novia en turno.

Cuando se alejó del auto y en un espacio donde nadie pudiese verla, terminó por gritar toda aquella frustración contenida y que comenzaba a enloquecerla.

Aún estremecida, buscó entre las pertenencias de su bolso una tarjeta de contacto y en un momento de arrebato marcó al contacto que aparecía en el pedazo de cartón.

No esperó demasiado cuando atendieron la llamada tan inesperada de Haerin.

—Reportera Choi, qué tal. De maravilla.—Haerin trataba por todos los medios evitar que la voz le temblara y que evidenciara su vulnerabilidad, odiaría terminar llorando en medio de la llamada con una desconocida que apenas vio el mes pasado en una de las discotecas a las que asistía con regularidad. No podía correr el riesgo de hacerle saber al mundo lo terrible que la estaba pasando, no cuando su cabeza estaba llena de planes que debía ejecutar fríamente.

—Hay una historia que le va a encantar.

Señora Kim, si gusta podemos cenar esta noche juntas para entrar en detalles.

Haerin aceptó no sin antes condicionar el encuentro, donde exigió discreción y privacidad. Pues aquel movimiento no era más que un genuino golpe de egos que más tarde tendría que sumarse a su lista de "cosas que odiamos de Kim Haerin".

—Ese imbecil y su diminuta actriz pagarán por lo que les hicieron pasar a mis muchachos el día de hoy.

The Good VillainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora