Cerré mi maleta y baje al salón donde mi familia me esperaba, comenzaron a mover las manos. Entendí palabras sueltas, no te..., ve..., nunca..., ¿Volverás? Me marche, no quise ver ni uno más de sus comentarios.
Llegué a la estación relativamente pronto, y me puse a andar buscando el anden, pero por más que lo buscara, no lo encontraba. Me acerque a la cabina, y por señas manejándome como podía con alguien que no entendía, le pregunte donde quedaba el sitio mostrándole el billete.
Lo que hizo fue coger el teléfono, marcar una secuencia de números que no estaba apuntada en ningún sitio, y hablar durante un par de minutos. Nada más colgar ya estaba al lado mío un chico joven vestido de mozo que con una soltura inigualable, me comenzó a hablar moviendo sus manos.
Me senté en el carrito, confiando ciegamente cerré mis ojos y me deje llevar por el constante traqueteo. No se durante cuanto tiempo fue, pero cuando los abrí de nuevo me encontré en una ciudad nueva. Me gire y mi acompañante ya no era un mozo de estación, sino que parecía un respetable joven emprendedor ataviado con un exquisito traje.
Mirándome en el espejo de la puerta del edificio frente al que estábamos parados descubrí un nuevo yo, un nuevo yo, ya no iba con ese largo abrigo que me cubría entero y me hacía vagabundo, en su lugar vestía un elegantísimo traje que resaltaba mi esbelta figura.
Pero no solo eso, además oía, los sonidos que nunca había escuchado me abrumaban en mi incredulidad.
Quise volver a la realidad, pensando que esto era un sueño, me pellizque, pero ahí seguía. Podía empezar de nuevo.
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Relatos cortos
RandomSiempre me ha gustado escribir, escribir relatos cortos. Era y es la forma que tengo de expresarme, porque escribir las cosas se me da mejor que decirlas de viva voz. Esto que vais a leer a continuación es todo lo que he ido escribiendo, y hago est...