"Capítulo 41: Monólogo De Nakano Yotsuba"

33 8 0
                                    

22 de Mayo de 1888

-¡Mamá!- grité con todas mis fuerzas.

La ciudad Tyneham estaba completamente en llamas, era un infierno. Mientras corría con todas mis fuerzas, no paraba de mirar los cuerpos sin vida de decenas de personas.

Tenía miedo.

Tenía ganas de llorar.

Tenía un fuerte dolor en mi pecho. Un dolor que se hacía cada vez más grande hasta el punto que sentía que iba a tener un infarto.

Al doblar la calle, vi a mi madre preocupada. A todo pulmón mencionaba el nombre de mis hermanas.

-¡Mamá!- grité otra vez. Había llamado su atención.

Corrí hacía ella, tropecé con una piedra, me levanté y seguí corriendo.

Mi tristeza y miedo se habían ido. Lo único que quería era abrazarla, tocar su piel, sentir su protección maternal.

Mi madre también corre hacia mí. Ella tenía lágrimas en los ojos, su tristeza en su rostro cambió a alegría.

Extendió su brazo derecho hacia mí, yo también lo hice hacia ella. El tiempo se sentía lento, pero no me molestaba.

-¡Mamá!

-¡Yot--!

Antes de sentir la calidez de sus dedos, sentir la fuerza de su mano, y sentir su abrazo... las ruinas de una casa en llamas caen violentamente sobre ella.

El impacto provocó una onda expansiva con la cual salí disparada a más de 2 metros.

También provocó una polvareda que cubría completamente la zona. No se podía ver nada.

A los 20 segundos, la polvareda desaparece...

-...

A paso lento me acerqué a las ruinas de aquella casa... sólo podía observar el brazo derecho de mi madre, que había sido tragada por las ruinas.

-¿Mamá?...

Murmuré. Toqué suavemente el brazo de mi madre, el suave y delgado brazo de mi madre... aún sentía su calidez. Aún seguía viva.

Acerqué mis dedos con el de ella... me sujetó tan fuerte. A pesar de la situación, sentía que mi madre aún me estaba protegiendo.

De pronto dejó de hacerlo. Sus dedos ya no tenían fuerza, ya no sentía su calidez, su ternura.

Ella... había muerto.

-¿Madre...?- pregunté débilmente.

Las lágrimas fueron inevitables. El dolor en mi pecho, que anteriormente había desaparecido, ahora lo volví a sentir... sentía miedo, tristeza, ira.

Al levantar mi mirada hacia el cielo azulado, vi la figura de alguien envuelto en llamas carmesí.

Mis ojos se abrieron por completo, el dolor en mi pecho se hizo más grande, más rígido.

Empecé a rechinar los dientes de la ira.

-Te mataré...- murmuré -¡Te mataré! ¡TE MATARÉ!

Grité a todo pulmón. Sentía que mi garganta iba a explotar. Sentía que mi cuerpo iba a explotar. Sentía quebrantar mi alma, mi espíritu.

Sentía morir.

De pronto una enorme esfera de fuego impacta contra las ruinas de la casa que habían aplastado y matado a mi madre.

Salí disparada. Al recobrar la conciencia observé un enorme cráter en donde anteriormente estaban las ruinas y el cuerpo de mi madre.

Me caí de rodilla.

-¡POR QUÉ! ¡POR QUÉ!- gritaba sin parar.

Me puse de pie después de limpiar mis lágrimas, y empecé a caminar hacia la figura, a pesar de que esta se encontraba a más de 1,000 metros de altura.

No despegaba mis ojos llenos de ira, de rabia, de cólera... de tristeza.

-¡Cuidado!

Alguien gritó. Era la voz de un niño. Era la primera vez que lo oía, pero sentí como si ya lo hubiera oído antes.... ¿Acaso un dejavu?

Gracias al grito volví en sí. Un enorme tronco de madera repleta de llamas se dirigían hacia mí. En mi subconsciente ya me había imaginado la escena de mi muerte.

-¡Yotsuba!

Volví a oír el grito de ese chico. Voltee hacia él... él se acercaba corriendo hacia mí, extendiendo ambos brazos.

Al llegar, él me abrazó y a duras penas pudimos escapar de ese tronco en llamas. Sentí la calidez de su abrazo, sentía su protección.

El chico estaba sobre mi, me cubría del sol. Su cabello era rubio, sus ojos ámbar. Estaba agitado, estaba desesperado, estaba... destrozado. En su rostro se observaba todo eso.

Entonces recordé que era el mismo chico que había conocido ayer en la tarde. Se llamaba...

-¿Eh...?

Él estaba llorando. Estaba temblando, estaba cansado. Sentí un par de sus lágrimas que me cayeron sobre mi rostro.

-¡No dejaré que caigas en la oscuridad, en la venganza!- gritó.

No entendí nada, a qué se refería con eso.

-¡No voy a perderte, no otra vez! ¡No quiero verlo otra vez! ¡No quiero! ¡NO QUIERO! ¡Aunque eso signifique que tenga que viajar nuevamente en el tiempo!

Aún no entendía lo que me quería decir con todo esto. Quiero entenderlo pero simplemente no puedo.

A través de sus palabras sentía aún más su frustración, su miedo, su ira... su tristeza.

Era mucho más confuso. Sin darme cuenta... perdí la conciencia. Tal vez fue un golpe de calor, o tal vez la presión del momento. Pero cuando desperté, me encontraba en un refugio junto a mis hermanas.

Ichika, la mayor, me abrazó con fuerza, siendo seguido por Miku, luego Itsuki y por último Nino.

Después de eso no volví a saber nada de él. Lo único que recordaba de él era su ruda apariencia y su nombre algo peculiar... Uesugi Fuutarou.

Continuará...
_____________

Hola, les habla el autor de esta wea.

No quiero ser muy largo así que voy directo al grano: hubo un cambio en el orden cronológico de la historia, ¿en qué sentido?, pues que el arco 3 va a pasar a ser el arco 4 y el arco 4 va a pasar a ser el arco 3.

En otros términos: el arco 3 que van a leer en realidad es el arco 4, y el arco 3 pasó a ser el arco 4.

Bueno, sin más relleno yo me despido.

Bye...

"La vida de Uesugi Futaro en otro mundo - Go-tōbun no hanayome" (Remake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora