Una flor blanca

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El primer empujón lo tomo por sorpresa y pensó que era cuestión de juego, era un niño de siete años y era muy normal que en los juegos a veces hubiera empujones o que las emociones se desbordaran y hubiera contacto pero la expresión en la cara de su compañero fue lo que hizo que se diera cuenta que se trataba de otra cosa ¿Acaso quería que lo dejara pasar? Eso era imposible porque él estaba sentado en su banca esperando a que el maestro llagara, trato de recordar las indicaciones que les dio antes de que saliera del salón de clases.

- Terminen los problemas de matemáticas y al que vea parado jugando cuando regrese lo dejo sin receso.

Aunque su intención era advertirles a los niños que se portaran bien su voz tranquila no ayudaba a que los chicos les provocaran miedo, dejo de escuchar la voz de su maestro en su cabeza y ahora Carlos hablaba

- ¿Por qué tienes esa nariz tan grande? ¡Es horrible!

Pero a él le gustaba su nariz era como la de su abuelo Eusebio que siempre se lo recordaba orgulloso, los demás chicos los observaban y esperaban a que Christopher soltara un manotazo o al menos hablara, esperaban que algo pasara pero él se quedó callado estaba temblando de miedo y no podía articular palabra ni siquiera para pedir que lo dejara en paz, se estaba sintiendo tan avergonzado que quería que todo terminara pero al parecer no era el mismo pensamiento de Carlos que le dio el primer jalón de cabello y ahí fue cuando Christopher no lo puedo soportar y comenzó a llorar en un llanto silencioso con las manos en la cara los demás compañeros simplemente reían.

Pudo abrir los ojos cuando llego el maestro de nuevo al salón de clases todos rápidamente se volvieron acomodar en sus asientos y claro que con la prisa y con las cosas que tenía en la cabeza no se dio cuenta de nada de lo ocurrido.

Cuando llego a su casa sintió un pequeño alivio y paso la tarde dibujando, corriendo detrás de la pelota de futbol y haciendo su tarea cuando llego la noche y se dio cuenta que pronto tendría que regresar a la escuela le pidió a su madre de nombre Anahí no regresar pero cuando le cuestionó por qué no le dijo la verdad aunque esperaba que solamente el día anterior hubiera sido un mal día pero tuvo que asistir a la escuela donde paso algo muy similar, Carlos no perdió la oportunidad de burlarse de su nariz diciéndole que les robaba oxigeno que debería irse, claro que con el paso del tiempo las cosas no cambiaron, en cambio aprendió a ser silencioso e invisible para que los compañeros no lo molestaran en nombre de Carlos al principio fue difícil sobre todo porque Christopher era un chico sensible que le gustaba jugar y platicar con sus compañeros. Pero algo ocurrió cuando estaban en quinto grado mientras estaban en el receso al que Christopher no tenía planeado salir al comedor pero el maestro le insistió a que saliera a comer algo pues debía alimentarse, cuando entro a la cafetería se sentó en el asiento más cercano a la puerta que era un lugar alejado de todos y era más fácil pasar desapercibido pero en eso Carlos se acercó a él con una bandeja de comida, pensó que se acercaría a simplemente decirle cosas pero estaba equivocado dejo caer la bandeja en su cabeza empapándolo de refresco y manchándolo de sopa.

Todo el mundo vio cómo Carlos se alejaba riéndose y dejándolo desconcertado y triste a lo que niños a su alrededor comenzaron a reírse mientras Christopher tenía la mirada baja esperando no llorar pero de repente parecía que alguien se ponía enfrente de él era Blanca una niña callada y solitaria de su salón.

- Vámonos – lo tomo de la mano y lo llevo al baño no le importo que fuera el de niños y le ayudo a limpiarse

- Gracias- le decía mientras Blanca le quitaba comida del cabello

Ambos no pudieron decir palabras y cuando Christopher estuvo más tranquilo Blanca se retiró aunque en su corazón se encontraba muy agradecido por la ayuda recibida, no pudo decírselo, ese sentimiento de compañerismo jamás lo había sentido en la escuela desde que las cosas se pusieron raras por Carlos.

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