𝓝o era fanática de los eventos sociales, todo lo contrario, lo detestaba. Pero en esta ocasión era diferente.
Era el cumpleaños del tío José, esposo de su tía de sangre Maura. Pero esta celebración ameritaba abrir el segundo restaurante que en la pareja había trabajado arduamente durante 5 años.
Aunque también lo importante para ella era volver a ver a otros familiares, entre ellos Sam, que había llegado la tarde anterior y que sin poder ocultarlo había recibido con entusiasmo, pues no lo veía desde enero. Le habían dado una semana de vacaciones, cosa que puso tan feliz a la joven, esperaba que esos días pudiera por lo menos descansar y cubrir todas sus necesidades como el sueño, pues odiaba las venas verdosas bajos los ojos dorados y adormecidos del mayor.
Aunque en esa tarde alegre, se centró en apoyar a su tía con los preparativos de la inauguración del restaurante y los aperitivos que iba a dar, estaba desde muy temprano hay, no es como si nadie le hubiera pedido hacerlo, pero no le agradaba la idea de dejar a esta con todo encima. Así que se centró en estar pendiente de la comida, organizar a los nuevos empleados y ver que la decoración estuviera perfecta.
―Lucía baja de ahí, deja eso y ve a descansar ―escucho la voz de su tía a bajo de la escalera donde ella estaba adornando en lo más alto de la pared los globos.
―P-Pero tía yo no he termina-
―Ya has hecho suficiente, ven acá ―la regaño con ese tono de molestia que usaba cuando estaba perdiendo la paciencia y aquella mujer no se caracterizaba por esa virtud.
Con un suspiro no le quedo nada más que bajar, no pudo evitar fruncir los labios ante su tarea incompleta.
―Vamos, no pongas esa cara, ya me has ayudado lo suficiente. Has estado aquí desde la mañana, debes estar cansada y ni siquiera has almorzado ―trato de razonar la mujer con ella.
―P-Pero no estoy c-cansada, a parte no tengo h-hambre ―explico mientras se cruzaba de brazos.
―Eso ni tú te lo crees. A parte como te repito, me has ayudado lo suficiente, sin olvidar que de seguro no has dormido bien por el pastel que hiciste ayer.
―P-Pero tía ...
―Ya te dije, a parte estas trabajando más que los empleados y créeme que no quiero una demanda en el futuro de explotación laboral a alguien que ni siquiera he contratado, ni pienso pagarle ―dio por sentado la mujer―. Vamos, ve a casa a descansar y ponerte bella, ¡te necesito fresca para esta larga noche que vamos a disfrutar!
Iba a refutar, pero la mirada fuerte de la contraria la hizo desistir, a través de esos ojos, que eran de un tono ámbar similar a los de su sobrina, pero más oscuros y rasgados, llegando a ser cautivadores.
―Está bien ―se dio por vencida dejando el par de globos que tenía en la mano cerca de una mesa.
Salió del local y fue rumbo a su casa a pie, el trayecto era de 20 minutos, pero prefería irse a pie en vez del autobús abarrotado de las 12 de la tarde, sin contar que disfrutaba de ir a su ritmo y del sol picante, que tal vez la dejaría sudando y con los pies adoloridos, pero necesitaba desconectarse por un segundo y llegar cansada a su hogar, porque sabía que su constante hormigueo en sus entrañas no la dejarían tranquila, como lo había hecho la noche anterior, hasta que pudo pegar el ojo a la una de la mañana, ante el miedo que el pan que tenía en el horno se fuera a quemar o no haber decorado bien la tarta, pero la sonrisa satisfecha de su tía la relajo, bueno, no tanto, ahora faltaba saber la opinión de los invitados de la fiesta, más del cumpleañero.
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𝕽𝖊𝖉𝖊𝖓𝖈𝖎ó𝖓 ┃𝒟.𝒱.
Romansa𝕽𝖊𝖉𝖊𝖓𝖈𝖎ó𝖓: 𝘗𝘰𝘯𝘦𝘳 𝘵é𝘳𝘮𝘪𝘯𝘰 𝘢 𝘢𝘭𝘨ú𝘯 𝘷𝘦𝘫𝘢𝘯𝘦𝘮, 𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳, 𝘱𝘦𝘯𝘶𝘳𝘪𝘢, 𝘶 𝘰𝘵𝘳𝘢 𝘢𝘥𝘷𝘦𝘳𝘴𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘰 𝘮𝘰𝘭𝘦𝘴𝘵𝘪𝘢. 𝘋𝘢𝘯𝘪𝘦𝘭 𝘝𝘢𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘤𝘳𝘦í𝘢 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘦𝘢𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘴𝘰�...