Sueños Febriles

CLASE MAGISTRAL

—¿Alguien puede decirme por qué los humanos tienen un 10 en la Escala de Clasificación Interplanetaria de Peligrosidad?

La clase se quedó en silencio. Suspiré, ni siquiera Luthre alzó uno de sus tentáculos para pedir la palabra. Cuando el estudiante más aventajado del grupo duda sabes que va a ser una lección complicada. Deberían haber estudiado sobre la ECIP el año pasado.

—A ver, repasemos. ¿Qué sabéis de esta escala?¿Quienes ostentan la puntuación más alta?

Una zarpa se alzó como un rayo y, antes de que le invitara a hablar, Zigr comenzó a responder.

—Los Zool tenemos una clasificación de rango 9. Es porque la ECIP valora cuán peligrosa es una especie y nosotros podemos ser letales.

Su sonrisa de dientes afilados lo decía todo. Los Zool eran una raza de hábiles guerreros y se habían ganado aquel número a pulso. La mayoría de ellos se sentían tremendamente orgullosos de aquella nota. Aún así era raro verles recurrir a la violencia.

—¿Sí, Gástor? —pregunté, señalando a uno de mis gelatinosos alumnos.

—La escala no tiene en cuenta la predisponibilidad a la violencia, por eso los Zool han sido asignados con un 9 a pesar de no haber participado activamente en guerras desde hace 300 años y nosotros tenemos un 5 aunque nos guste... el contacto físico.

Sonreí. Los Blinon, a pesar de sus escasas cualidades físicas, siempre acababan peleando con especies mucho más temibles. Lo peor es que alguna que otra vez acaban ganando. Siempre había tenido claro que esta escala no era del todo precisa.

—Muy bien, veo que recordáis algo del curso pasado. Entonces, ¿sabéis decirme que dos razas ostentan el puesto con mayor puntuación?

Esta vez Luthre alzó rápidamente su tentáculo. Se ve que el estudioso del grupo solo necesitaba tiempo para calentar.

—Los Godra y los humanos... creo —Su voz era chirriante y aguda.

—Muy bien. Los Godra se caracterizan por su increíble intelecto y son conocidos por sus sofisticadas armas. Además, sabéis que gracias a su altura y fuerza física pocas especies pueden rivalizar con ellos, por no hablar de su impenetrable pelaje.

Todos empezaron a murmurar, preguntándose cómo era posible que los humanos y los Godra tuvieran la misma clasificación. Antes de que se descontrolaran volví a dirigirlos hacia el tema que nos ocupaba.

—¿Por qué creeis que ocurre esto?

—¿Por el nivel de inteligencia? —respondió una voz grave y húmeda al fondo de la clase.

—Muy bien, ese es uno de los factores. No sería extraño que se considerara a la raza humana como una especie de categoría 6, sin embargo el intelecto juega una parte muy importante en este caso, alzando este número hasta un sólido 8. Ya sabéis cual es el dicho.

Toda la clase respondió al unísono, una mezcla de distintas y peculiares voces recitando la frase: "Lo que un humano carga se convierte en arma". Sonreí, por lo menos de eso no se habían olvidado.

—Exacto. Ahora bien, ¿qué es lo que hace que ese ocho se transforme en un 10? Os doy una pista: Está relacionado con una característica similar a los Godra.

Tras un largo silencio un tentáculo se alzó entre la multitud.

—Es por la adrenalina, ¿verdad?

—Correcto, esa es una de las razones. Ya sabéis que la adrenalina es una de las moléculas más codiciadas del mercado negro y todos conocéis sus efectos.

Hubo un revuelo general, donde todo el mundo intentaba citar sus efectos: Aumento de la capacidad física, reducción del dolor, aumento de la eficacia cerebral...

—Sí, todo eso es correcto —Intenté calmarlos—. De hecho, la mayoría de los animales de su planeta natal, la Tierra 001, también producen este compuesto. Lo que significa que incluso especies que podrían parecer inofensivas, si se sienten en peligro extremo, se pueden convertir en una gran amenaza. Esto es cierto incluso para los perros, ya sabéis, los compañeros de raza.

Exclamaciones ahogadas inundaron la sala. Todos conocían a aquella amigable especie y seguro que no se habían planteado que pudieran ser una amenaza. Al parecer no todos eran conscientes de lo peligrosos que podían ser. Una vez vi a un pobre Blinon al que un perro le había arrancado una de sus extremidades sin miramientos. En defensa del animal diré que había sido provocado.

—Pero eso les pondría a nuestro nivel, un 9, ¿verdad? —inquirió Zigr.

Sonreí con malicia.

—Exacto, esta molécula compartida con los Godra no es lo que los pone en el primer puesto. Como ya sabéis el efecto de la adrenalina es momentáneo e inmediato, pero hay otra molécula que el cuerpo de un humano produce de forma natural que les da el estatus de especie más peligrosa.

El silencio se hizo en la clase. No esperaba que supieran la respuesta. Aquella sustancia era extremadamente escasa en el resto del universo e incluso en el mercado negro era una rareza por lo ferreamente legislada que estaba su producción.

—El cortisol —comencé, paseándome por la clase —, es la hormona responsable de esta clasificación. Gracias a ella se suple el problema de la actuación de carácter temporal de la adrenalina. Esta hormona se encarga de asegurar la supervivencia del individuo a largo plazo. Es capaz de reducir la inflamación y el dolor en heridas incluso después de que la adrenalina haya dejado de hacer efecto, esta es una de las razones por la que podéis ver a humanos tatuándose durante largas sesiones sin utilizar ningún tipo de medicación paliativa.

Todos mis alumnos permanecieron callados mientras caminaba por la estancia hasta que volví a colocarme frente a la pizarra. En sus caras se podía apreciar interés, pero también un toque de miedo. Conocían las historias de humanos cazando a su presa durante las primeras guerras.

—Gracias a ella un humano puede sobrevivir en condiciones hostiles mucho tiempo. Todos los recursos del individuo se ven dirigidos hacia mantener el cerebro activo y el cuerpo listo para cualquier situación. Incluso a costa de la eficacia del sistema inmune y ya sabéis lo avanzado que es en humanos. En combinación con la adrenalina nos da otro gran refrán que igual no conocéis: "Un humano no está muerto hasta que tú estés muerto".

La cara de mis alumnos comenzaba a ser de puro terror. Definitivamente habían escuchado sobre las primeras guerras.

—La explicación de esto es sencilla. En una pelea, un humano que se sienta no solo amenazado de muerte, sino que tenga claro su fin se llevará por delante a todo el que haga falta. No importa cuantas heridas o extremidades haya perdido. Sí puede luchar su cuerpo lo empujará a seguir. Se han dado casos de humanos que han visto a todo su pelotón diezmado y han sobrevivido días sin comer incluso con algún miembro amputado hasta encontrar a sus enemigos y emboscarles por la espalda.

El silencio era tal que podía escuchar cada una de sus respiraciones, o por lo menos las de aquellos que tenían pulmones. Crucé los brazos frente a mi pecho y sonreí. Sus caras delataban el pánico que estaban sintiendo.

—¿Pero entonces...? —La voz de Luthre era temblorosa y sus ojos estaban fijos en mis antebrazos tatuados.

—Exacto —le corté—. Eso significa que yo también produzco estas sustancias.