Ya habrían pasado unos cuantos meses desde lo sucedido, en los cuales yo fui transferido a la fortaleza de Doldrey, en donde conocí a los caballeros del rinoceronte púrpura y al mismo Boscone.
Al principio no había sido muy aceptado por los demás soldados al ser a penas un niño a sus ojos, pero eso a mi poco y nada me importaba. Esto era debido a que solo me importaba el ser más fuerte para mi enfrentamiento con Wyald, y sobre todo, lo que había pasado con el huevo rojizo hace unos meses. Ese suceso me habría dejado bastante pensativo y algo traumado al recordar constantemente esos gritos y la constante pesadilla en donde escuchaba siempre las mismas frases: "Los ofrezco como sacrificio" y "Que comience la ceremonia de advenimiento demoniaco", seguidas instantáneamente por gritos de terror y súplica, pero yo nunca podía hacer nada, debido a que sentía como si estuviese dentro de algo que me impedía moverme, además de no sentir bien mi cuerpo, como si por un momento dejase el plano físico. Y otras veces era la misma pesadilla, solo que con un leve cambio, ya que me sentía en 2 lugares y en ninguno a la vez.
En el momento que pasaba sentía miedo, dolor, tristeza, ira, dolor y desesperación absoluta. Pero también me sentía vacío, indiferente ante aquellos gritos, perdido, pero orientado a la vez, aunque, por sobre todo, con una incontrolable ira y sed de sangre. Aunque realmente era raro, debido a que pese no sentir nada además de ira, podía sentir los sentimientos de mi otra parte, pero los ignoraba completamente, y lo mismo pasaba con mi otra parte, ignorándose entre sí, pero parecía como si se necesitaran la una a la otra, y por esa razón seguían juntas.
De repente un chasquido de dedos me hizo volver a la realidad, viendo que estaba en el castillo de Doldrey, haciendo guardia.
Yo vería a quien había chasqueado sus dedos, siendo el mismo general Boscone junto al capitán Gennon, una persona muy importante en Tudor.
Boscone: Soldado, no es hora del descanso. Debería estar cumpliendo su trabajo.
Román: Sí, lo siento. No volverá a ocurrir.
Con un tono serio y apagado.
Gennon se me quedaría viendo, pero yo no le tomaría importancia. Él acercaría su mano a mi cara, a lo cual yo por acto reflejo alejé mi cara, lo cual provocó una molestia en Gennon.
Ambos se fueron, siguiendo con su camino.
Yo seguiría vigilando el castillo, aunque tendría una mala sensación, la cual solo se acrecentó al ver que unos guardias se movían de sus posiciones.
Yo en mi mente: Qué pasará? Será un ataque?
Tomando mis armas, las cuales esta vez habían cambiado, siendo una enorme hacha en lugar de un garrote y un escudo mediano, además de tener una armadura normal, tirando a algo ligera para no dificultar más mi movilidad.
Yo en mi mente: Si bien me gustaba bastante el garrote, pues supongo que es bueno el cambiar de vez en cuando de arma.
Yo saldría del castillo, viendo por unos de los balcones cómo flechas caían a montones en el castillo, matando a varios guardias e hiriendo a otros cuantos.
Yo lograría distinguir entre las montañas y colinas a un grupo de soldados que superaba los cientos con facilidad, siendo tal vez 4000 o 5000 soldados.
Yo en mi mente: En cuestión de numeros tenemos la delantera, pero algo deben tener en mente para tener tan poca cantidad.
Estando por darme la vuelta para salir al campo de batalla, pero lograría distinguir una bandera con el diseño de un dragón blanco que me hizo abrir los ojos de par en par.
Yo en mi mente: No me digas que él está aquí.
Viendo a distintas direcciones, pero no encontraría a la persona que buscaba.