Capítulo 6

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Al llegar al castillo yo vería a todos los soldados reunidos, tratando de ayudarse entre sí, aunque algunos se me quedaron viendo por mi pésimo estado y por el hecho de que el general me estuviese acompañando.

Soldado: Oye, cómo es que ese niño sigue vivo en ese estado? Míralo, a penas se puede mover.

Soldado 2: Es cierto, tienes razón. Aunque no crees que...

Soldado: Qué es lo que quieres decir?

Soldado 2: No recuerdas las heridas del tigre? Bueno, todos aquí saben de la habilidad de ese niño. Y por el estado en el que está el niño, no crees que él podría haber sido quien...?

Soldado: Quieres decir que él fue quien le hizo eso al tigre? No, de ninguna manera. Es bueno, es cierto, pero no llega al nivel del general, y el tigre es alguien tal vez incluso más aterrador que el mismo general. Cuando estuve peleando allí fuera, vi que estaban peleando, pero el tigre lo estaba humillando de una forma impresionante.

Soldado 2: Tienes razón, pero era el único que lo estaba enfrentando.

Los soldados comenzaron a murmurar entre sí, pero yo no les prestaba atención en lo absoluto.

Boscone: Niño, no crees que sería algo bueno ser reconocido? Digo, podrías ser considerado un héroe.

Román: Un héroe? No me interesa en lo absoluto eso. Solo me interesa el estatus, y nada más que eso.

Boscone: Vaya, sí que te interesa, porque no has llegado a cualquier lugar ni has conseguido poco. Muchos entran con el mismo propósito, pero no llegan lejos, porque no arriesgan su vida y solo sobreviven y matan a algún enemigo para escalar de puesto, pero tú, tú eres diferente. Por lo que me han contado de ti, has masacrado cuarteles enteros en busca del general para poder llevarle su cabeza a tu general y poder subir de rango.

Yo solo me quedaría en silencio, cerrando mis ojos y comenzando a dormir.

Boscone me habría llevado personalmente a la enfermería.

En lo que quedó del día me la pasé durmiendo y sintiendo como si mi corazón fuese a explotar por el inmenso sobre esfuerzo.

Al día siguiente ya mi corazón estaría un poco mejor, ya al menos no sentiría ese dolor constante, quedando solo el cansancio por la pelea.

Ese día habrían hecho una pequeña fiesta para celebrar que habían logrado vencer a los dragones blancos de Midland.

Todos estaban bebiendo, bailando y divirtiéndose en una gran hoguera que había en el centro, además de un pequeño banquete.

Mientras ellos se divertían yo solo estaba alejado de los demás en mi puesto de guardia, viendo la enorme hoguera, los bailes y la diversión desde la lejanía y soledad de mi puesto de guardia.

Román: Me hace acordar a aquellos días.

Viéndome a mí mismo reflejado en el interior de esa hoguera, estando también mi hermana y amigos del pueblo.

Todos estábamos jugando y divirtiéndonos al rededor de una hoguera en medio de la noche y jugando Abigail y yo con nuestras magias para avivar la hoguera. Pero cuando yo hice una magia de fuego, el fuego se hizo más grande, pasando a arrasar con las casas, caminos y el prado de flores que había ahí con sus llamas.

Yo escucharía los gritos de todos pidiendo ayuda, pero rápidamente revolví mi cabeza y todo había vuelto a la normalidad, estando solamente los soldados.

Boscone: Por qué no vas con ellos?

Mientras llegaba al lugar en donde yo estaba.

Román: No me interesa estar con ellos.

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