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Los primeros rayos del sol le pegaron en el rostro, suspiró para poder mover su rostro hacia un lado y pudo sentir una respiración que le hizo abrir el ojo derecho.

Lo primero que pudo observar fue a su lado a su doctor bombón durmiendo tranquilamente, fue como si su mundo se hubiese pintado nuevamente de color al verlo dormir a su lado, lo tenía abrazado por la cintura por lo que supuso, habían dormido abrazados casi toda la noche.

Con cuidado colocó una mano en la mejilla del peligris para acariciar lentamente su precioso rostro, era ver un ángel caído del cielo. Quería hacerlo feliz. Sabía que debía ir a trabajar, pero no tenía muchas ganas de ir, menos si aún Volkov dormía a su lado, estaba abrigado y sus ojos lentamente se volvieron a cerrar quedándose dormido entre los brazos de aquel guapo médico y con su mano en la mejilla de este, haciéndole cariño inconscientemente.

El moreno miraba la ventana mientras pensaba, era primavera y la gente estaba más animada de lo normal, salían temprano de sus trabajos y podían realizar tiempo en familia. Él también quería eso, no quería estar ya detrás de un escritorio sentado firmando y leyendo documentos.

Sacó su celular para poder llamar a alguien.

—Priviet.

Una sonrisa se formó en sus labios cuando la persona del otro lado de la línea contestó.

—Hey buenas ¿Qué estás haciendo rusito?
—Hola Hache, pues nada, vine a comprar unas cosas con Aleksandra.
—Vale ¿Qué harás después de eso?
—Ir a casa a preparar la cena.
—Déjalo, vamos a comer afuera, te invito.
—¿Es una cita?

El de cresta no pensó en ello, más una sonrisa de alegría se posó en sus labios cuando Víktor lo pensó.

—Sí, es una cita, te paso a buscar en 40 minutos más.
—Vale, está bien, nos vemos.
—Un beso, chao.

Colgó la llamada antes que el peligris dijese algo, tomó aire y suspiró lentamente.

Estaba cagado por dónde fuese, se había enamorado de ese médico ruso.

Se había enamorado de Víktor Volkov.

Las olas del mar tocando sus pies y el viento golpeando suavemente sus rostros. Ambos llevaban sus zapatos en sus manos mientras tenía su mano derecha e izquierda entrelazadas.

—¿Te sientes mejor?
—Sí, ya mañana vuelvo a trabajar, y aunque debo ocupar aún la bota, ya es menos incómodo.
—No me gusta que vuelvas a trabajar, siento que es muy pronto.
—Alguien debe cuidarlos a ustedes, Horacio y sé que mi equipo está capacitado, pero también sé el peligro con el que conviven a diario y si salta una alerta gris, por ejemplo, de ti, sé que se pondrán nerviosos y se nublaran.
—¿Y si salta ese alerta gris y es mía tú no lo harías?

Víktor paro para girar su cuerpo y mirar a Horacio.

—Claro que lo haría, pero mi primer pensamiento sería salvarte la vida como fuese, Hache. Supongo que actuaría mi desesperación y no mi nerviosismo, ya ocurrió una vez.

El peligris bajó un poco su cabeza para darle un beso en la mejilla al director y volver a retomar esa caminata, parecían una bella pareja de novios aún sin serlo.

—Solo intenta tomar descansos, sé que Sloan cuando no hay nada del FBI te manda hacer otros trabajos, si te sientes mal avísame ¿Sí? O a Nikolai.

—Claro que sí, Horacio, no hay problema en eso. Sí me siento mal créeme que tomaré un descanso, me tomaré una pastilla o algo según lo correspondiente a mi dolencia.

El celular del soviético sonó, lo sacó de su pantalón para poder observar quién era.

—¿Aleksandra? ¿Sucedió algo?
—¡Me voy a casar, Víktor!
—¿Te pidió matrimonio?
—¡Sí!

Víktor sonrió feliz, Horacio le quitó el teléfono para poder colocar el altavoz

—¿Qué pasó? ¿Funcionó?

Preguntó Horacio mientras Aleksandra se colocaba a reír y decía que sí.

—Muchas gracias, Horacio. Nikolai quedó impactado con mi vestido
—No es nada, obviamente mi cuñada se debía de verse divina.
—¿Cómo que cuñada? ¿Qué vestido? -preguntó Viktor- felicitaciones Alek, esto es algo que te mereces...y lo sabes, sé que Nikolai te hará feliz.
—Gracias hermanito, te quiero muchísimo.
—Yo también te quiero, pero ¿Qué vestido?
—No seas chismoso -Hablo Horacio- después te cuento.

El soviético rodeo los ojos y el moreno sonrió para colocarse de puntitas y robarle un pequeño beso aquel hombre que le correspondió rápidamente.

Luego de la euforia del momento había decidido tomar un descanso, Víktor se encontraba recostado en el pecho de Horacio quién estaba sentado en la orilla de la playa, los dos mirando aquel precioso atardecer. Horacio le hacía cariño en el cabello al ojigris

—Tú me debes una historia que contar.

Comentó el soviético mientras jugaba con su celular moviéndolo de lado a lado, su vista no había dejado el mar.

—¿Cuál? ¿De cómo tengo una hija?
—Pues... sí.
—Es una historia muy graciosa, eh. Kalimba siempre me llamó la atención, aunque sé que es de un barrio pero bueno, el amor es ciego, dicen
—¿Te gusta? -interrumpió inmediatamente Volkov para mirarlo-
—Me gustas tú.
—Ya...
—Déjame terminar la historia, cómo te decía Kalimba siempre me llamó la atención, un día me la encontré en el Galaxy, un cachondeo por acá, un whisky por allá.
—Y muy resistente al alcohol no eres, cabrón -Comentó divertido el soviético-
—¿Cuentas la historia o me dejas terminarla?
—Ya, ya, termina.
—Vale, fue entonces un coqueteo por acá, un coqueteo por allá, la lleve a un apartamento que hay cerca de la plaza de cubos, un mes después me dijo que estaba embarazada y todo porque se me había roto el condón.

El soviético no pudo evitar reírse al imaginarse la cara de Horacio cuándo se dio cuenta que se le rompió el condón y como llegó Kalimba a querer matarlo por embarazarla, aquella mujer era de armas de tomar.

—Pero vamos a ver, Horacio ¿Cómo que no te diste cuenta que se te había roto el condón?
—Estábamos los dos calientes, tío ¿Qué querías? Ni ella pensaba ni yo tampoco
—Al menos aceptó a la bebé
—Sí, igual quería ser mamá, pero imagina al director del FBI con una nena de un barrio de los morados.
—Ya, sí me imaginé y cuando me contaste me dio mucha risa.
—Como ahora ¿No?
—Es que es gracioso, hay que admitirlo.
—No da risa.

Los dos estaban en una burbuja mientras que seguían conversando, el atardecer se iba poniendo poco a poco en Los Santos y solo daba paso a que dos personas se sintieran más a gusto en los brazos del otro.

The Nights [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora