13. La vez que todos fuimos felices

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"13. La vez que todos fuimos felices"


Estaba pisando su patria querida, después de mucho tiempo, Angela había vuelto a Argentina.
Desafortunadamente no había vuelto con la selección, ellos tenían demasiadas cosas que hacer y ella no quería estar ahí de entrometida.

El despegarse de Julian fue un tema.
La castaña no le quería dar la razón a los chicos, pero el cordobés no daba más de pollera.
No importaba, ella era igual.

— Julian dale, soltala que nos tenemos que ir boludo.

Emiliano literalmente estaba tratando de despegar al nueve de la selección de su novia, porque estaba abrazado a ella y no quería soltarla.

— Salí culiado, no quiero — se quejaba el cordobés.

Emi, Paredes, La Joya, Rodrigo eran los que intentaban convencer al cordobés de soltar a la chica mientras que el resto miraba la escena un poco más alejados, se cagaban de risa.

— Juli, apenas pises Córdoba voy a estar ahí tonto… te tenes que ir — trataba de persuadir la castaña.

Si la cosa seguía así, podría llegar a perder el vuelo, pero para ser justos, ella tampoco lo soltaba.

— Pero yo quiero que vengas conmigo — susurró él cordobés contra su cuello para que no lo molesten sus compañeros — ¿Y si te vas y nos pasa como antes? No me quiero separar…

La castaña hizo una seña al grupo que estaba su alrededor para que les den un momento a solas, y cuando estos se fueron con el resto, Angela aprovechó para tomar al chico de las mejillas, dejando caricias, y hacer que se miren a los ojos.

— Escúchame una cosa bobo, yo de tu vida no salgo más, te jodes por enamorarme… porque ahora no me puedo desenamorar más — le afirmó con un tono bromista aunque era la pura verdad, verdad que ambos sabían y por eso sonreían — Ya arreglamos todo, Juli, no hagas berrinche… cuando llegues a córdoba yo voy a estar ahí y nos quedamos juntos.

Julian tuvo que cerrar los ojos cuando la sintió besar rapidito la punta de su nariz. Era una hija de puta porque Angela no hablaba nunca de sus sentimientos pero cuando lo hacía te pegaba un cachetazo, hablaba segura, con firmeza y con amor. Era perfecto así, ninguno estaba las veinticuatro horas del día recalcando su amor pero lo demostraban de otras formas.

— ¿Me lo prometes?

— Te lo prometo.

— Bueno… te voy a estar esperando, entonces — admitió el futbolista.

Se fundieron en un abrazo, la castaña estaba sensible así que hizo todo de sí para no llorar.

— Cuchame una cosa vo' — lo apuntó con el dedo y por un milisegundo, Julian pudo encontrar ese acento cordobés que ella había perdido — Más te vale que te cuides ahora cuando vayas eh, porque no podes pasar enfermo las fiestas, cuídame ese estómago te lo pido por favor.

Miss Araña | Julian AlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora