-No me quejo de ninguna manera, pero ¿Qué se te dio por despertarme a las seis de la mañana para llevarme a la playa?
Miraste a Emi mientras él se concentraba con la mirada fija en la ruta. Llevaba dos horas conduciendo hacia Mar del Plata y eran las 8:30 a. m. Él te había despertado suavemente tres horas antes de que sonara la alarma y te dijo que te prepararas para un viaje express a MDQ antes de volver a Inglaterra por la noche.
Al principio no te convencía la idea, ya que terminarían muy cansados para regresar al aeropuerto antes de que finalice el día. Tampoco entendías por qué quería volver y sólo por unas horas cuando ya habían estado en la costa argentina hacía veinte días. De todas maneras, no podías decirle que no, se veía tan entusiasmado como un niño chiquito que inmediatamente accediste, pero aún seguías con la duda.
Estabas sentada a su lado, cebando mates mientras comían bizcochitos y escuchaban Soda Stereo por la radio. Ante tu pregunta, Emi se encogió de hombros antes de responder.
-Sé que fue una semana estresante con tu trabajo y más al estar lejos de casa, por eso pensé que sería bueno volver un ratito para disfrutar antes de enfrentarnos al frío invierno europeo que nos espera. -Respondió con las manos al volante.
Quedaste muy satisfecha con esa respuesta y procediste a cantar la canción que sonaba de fondo mientras que Emiliano estaba mucho más que aterrorizado por dentro. Si bien eso que dijo era cierto, había una parte crucial que había omitido. Una caja de terciopelo para anillos estaba actualmente escondida en un bolsillo, oculto en su mochila.
Venía planeando la propuesta hacía varias semanas, pero con el mundial, los festejos, los homenajes, la navidad, el año nuevo y reuniones con familia y amigos, no había encontrado el momento adecuado para poder hacerlo. Y quería hacerlo en Mar del Plata. Era una cuidad especial para ambos, no sólo porque era la ciudad natal de Emi, sino también porque ese había sido el lugar donde viajaron juntos por primera vez.
Mientras continuabas bailando en tu asiento, ajena a la crisis interna de tu novio, tampoco te diste cuenta de que el auto de el Papu venía siguiéndolos unos autos atrás.
-¿Querés que maneje yo? Así descansas. -Preguntaste al mirarlo. Él negó la cabeza.
-No amor, gracias. Tengo ganas de manejar yo.
No podía arriesgarse de que notes que sus amigos venían detrás. Además, el manejar le estaba ayudando a contratar sus nervios por llegar.
-¿Seguro? -Insististe.
-Sí, en serio. Si querés, manejas a la vuelta. -Respondió
-Genial.
Luego de 3 horas más, llegaron a destino. Fueron directamente a la playa, pero a una que estaba bastante alejada y prácticamente vacía. A penas bajaron del auto, fueron corriendo a la arena.
Te reíste y empujaste a Emi girando hacia la arena con vos. Apoyó los brazos en tu cabeza para detenerse antes de caer sobre vos. Sus grandes ojos marrones se clavaron con adoración en los tuyos y todo lo que podías ver en ellos era un amor infinito y genuino y... ¿Una pizca de nerviosismo? Te sentaste y acunaste su rostro entre tus manos
-Emi, bebé, pareces preocupado. ¿Está todo bien? -Preguntaste mientras lo mirabas a los ojos, como si en ellos encontrarías la respuesta que buscabas.
Se puso de pie y te tendió una mano. Lo seguiste mientras los movía a los dos a una manta de picnic cubierta de pétalos de rosa y una botella de champán en la esquina. El sol brillaba como nunca después de una noche de tormenta. Emiliano miró a lo lejos a un lado de tu cabeza. Él asintió, aparentemente para sí mismo y volvió su atención a vos.
-Si amor, estoy bien.
Respiró hondo y tomó tus manos entre las suyas.
-Bueno. Te conozco desde hace 5 increíbles años, pero se siente como si te conociera de toda la vida. Sos mi otra mitad, mi mejor amiga, mi alma gemela, mi motorcito aunque vas a tener que luchar con Rodrigo por ese título...-Te reíste, los ojos brillando con anticipación. Él continuó. -El día que te conocí resultó ser el mejor día de mi vida, hasta el día en que finalmente te pedí que fueras mía. Pero ahora, espero que hoy se convierta en el nuevo mejor día de mi vida cuando te pida que lo hagas. Sé mía para siempre. Hacés que valga la pena vivir mi vida y no quiero vivirla sin vos.
Se arrodilló y jadeaste asombrada cuando sacó la caja del anillo de su bolsillo y la abrió para revelar el anillo más hermoso que habías visto en tu vida.
-Mi hermosa y querida novia, ¿Me harías el mayor honor de mi vida y te casarías conmigo?
Asentiste ferozmente, demasiado abrumada por el amor y la emoción para hablar.
-¿Sí, en serio? -Preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Sí! ¡Un millón de veces, sí! ¡Sí, quiero!
Emi deslizó el anillo en tu dedo y te hizo girar, riéndose por completo y llorando lágrimas de alegría pura y sin adulterar. A través de tus lágrimas, no habías notado el ligero destello de una cámara a tu izquierda. Ale y Linda estaban agachados entre los arbustos con una Nikon y habían estado tomando fotos todo el tiempo.
-Ahora entiendo por qué querías venir a Mardel. -Te reíste.
-Es un lugar tan especial y quería honrar nuestro primer viaje con este hermoso momento. -Sonrió.
-Mar del Plata, la nueva ciudad del amor. -Bromeaste.
-Sí, ahora lo es. O por lo menos, es nuestra amada ciudad del amor. -Te dio un beso en la frente.
Lo que pensaste que había sido una mirada distraída y un asentimiento de seguridad de tu prometido fue en realidad una señal para que su amigo canalizara a su paparazzi interno. Les sonreíste al Papu y a Linda y los saludaste con la mano, todavía llorando pero más feliz que nunca. Pronto te casarías con el amor de tu vida. Te besó una vez más y susurró sus te amo una y otra vez como un mantra en tu oído.
El mejor viaje a la playa de todos.