Habías estado soltera en el Día de San Valentín desde que tenías memoria. De hecho, Emi también lo había estado. Para compensarlo, habían sido la cita de el día de San Valentín de ambos año tras año, con pizza, vino y horribles películas románticas de bajo presupuesto para acompañarlos. Era una tradición que había empezado hacía siete años, después de que tu primer novio te haya dejado en la víspera del día de los enamorados y, para demostrarte su apoyo, Emi sugirió pasar cada 14 de febrero juntos y así fue desde ese momento. No es que nunca habían estado en una relación previamente, sino que, curiosamente, siempre se encontraban solteros en esa fecha.
Pero este año fue diferente. Emiliano estuvo fuera de la ciudad el día de San Valentín, pero te prometió que te lo compensaría tan pronto como pudiera. Casi una semana después, iba a cumplir con su promesa.
Te habías tomado el día para vos dándote el gusto de una máscara facial y un baño de burbujas. Te hiciste una rutina completa, exfoliando, afeitando y usando tu gel de baño de lujo favorito. No era como si estuvieras esperando a alguien, simplemente estabas cansada de la tristeza que sentiste durante todo febrero, la tristeza del invierno inglés asomaba su fea cabeza.
Envuelta nada más que en una bata, desenredabas los nudos de tu pelo mojado cuando sonó el timbre. Maldiciendo a quienquiera que haya decidido entrometerse en tu noche, abriste la puerta para encontrar a Emi, sosteniendo un ramo de rosas y una botella de vino.
-¡Feliz día de San Valentín, mi querida eternamente soltera mejor amiga. -Dijo de la misma manera que lo hacía todos los años. Te reíste mientras le hacías un gesto para que entrara, tomando las flores de su mano extendida con un beso en la mejilla.
-Feliz día de San Valentín, Emi. ¿No podrías haberme llamado antes de que vinieras?
Estabas bromeando, y él lo sabía. Todo se sentía bien con él, y apreciabas el tiempo que pasaban juntos. Pones las rosas en un jarrón lleno de agua. Había rosas rosadas, amarillas y rojas en el arreglo. Intentaste ignorar los significados, sabiendo que el rojo simboliza el amor, el amarillo simboliza la amistad y el rosa simboliza la alegría. Esperabas que no supiera lo que significaban los diferentes colores.
Pero, conociendo a Emi, sabías que sí.
-Pensé que la sorpresa valdría la pena, espero que así sea. -Bromeó, buscando sus "copas" de vino favoritas. Eran vasos de plástico sin pie con una frase cursi relacionado con el Día de San Valentín, reservados especialmente para su tradición anual.
-Esquina superior derecha, mueble a tu izquierda. El mismo lugar de siempre. Voy a ponerme ropa de verdad, vuelvo enseguida. -Dijiste y te retiraste a tu habitación.
Algo sobre este año se sintía diferente. Lo atribuiste a que se había retrasado y buscaste tu corpiño favorito antes de encontrarte con unconjunto de lencería que te habían regalado tus amigas. Te detuviste sobre la seda roja y, en contra de tu buen juicio, te lo pusiste antes de encontrar un par de pantalones cortos de pijama y una camiseta, apenas lo suficientemente gruesa como para ocultar la lencería.
Te sentías tonta, sentada al lado de tu mejor amigo usando algo que otras amigas te habían dado para que lo usaras en la cama con otra persona. Y, sin embargo, cuanto más bebías, menos te importaba. Emi acababa de terminar de ordenar la pizza cuando terminaste tu primer vaso, e instintivamente se acercó para volver a servirte.
-Gracias, amable señor. -Dijiste arrastrando las palabras, fingiendo sorpresa. Giró los ojos antes de volver a llenar el suyo.
-Por nuestro especial Día de San Valentín. -Dijo levantando su copa hacia la tuya para brindar. Chocaste tu vaso, o mejor dicho, el plástico, contra el suyo antes de continuar bebiendo el vino.