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Finalmente había terminado el torneo y los chicos organizaron para irnos de vacaciones juntos. Para el primer fin de semana de nuestra escapada, decidimos ir de campamento como si fueramos egresados de la escuela primaria. Iba a ser divertido ver como nos las arreglábamos para sobrevivir dos noches con pocas cosas, a diferencia de lo que solemos encontrar en los hoteles de las grandes ciudades a las que acostumbramos ir.
Ya era de noche. Julián y Gonzalo habían preparado la fogata, luego de que Leandro y Lautaro hayan traído todo lo necesario para hacerlo. Con las novias de los chicos armamos las carpas y el resto fue a comprar comida y bebida.
-Che, ¿Dicen que esos bichos que están por allá nos van a dejar dormir tranquilos? -Pregunta Julián mientras toma de la jarra de fertnet previamente preparada por Nico Tagliafico.
-¡¿Qué?! ¿Cómo que hay bichos? -Pregunta Enzo alterado. Sus ojos eran enormes como dos platos. Todos reímos.
-Y, estamos en el medio del bosque, es algo obvio. -Responde Paulo y Enzo lo mira con ojos fulminantes.
-Dejalo pobre, nunca debe jaber venido. -Defendiste a Enzo y él hizo un corazón con sus manos, en modo de agradecimiento.
-Si y además de bichos, se cuentan leyendas de seres extraños. -Agrega Otamendi y ahora es Julián quien se asusta.
-Eso es en el campo nomás. -Dice Emiliano despreocupado. -No me asustes a los pibes que recién nos vamos el lunes temprano.
-¿Y qué tipo de leyendas son esas? -Pregunta Oriana.
-Son sobre brujas, duendes, algún que otro fantasma. Nada raro. -Responde Ota tranquilo, mientras toma cerveza.
Paulo al escuchar la palabra fantasma se puso nervioso. Enzo se rió.
-Ah viste, en el campo también hay cosas raras. -Le retruca Enzo a Paulo y este gira los ojos.
-Como joden loco, en todos lados hay eso. -Dice Emi.
Después de estar discutiendo sobre qué criatura sobrenatural podría llegar a aparecer durante la madrugada y apoderarse de alguno de nosotros, la mayoría ya estaba en estado de ebriedad como para preocuparse por lo anteriormente hablado.
-Está bien, muchachos, no va a pasar nada. -Te reíste antes de beber el resto de tu lata de cerveza.
La suave luz de las llamas agonizantes de la fogata iluminó los rostros de tu novio, sus amigos y sus parejas. Parecía sacado de una película.
-Creo que ya llegó mi momento de dormir. - Bostezaste.
Los chicos asintieron y Enzo bostezó junto con vos, causando que ambos se rieran un poco.
Emi te apretó el muslo antes de que finalmente reunieras la fuerza suficiente para levantarte de tu silla de camping y quitarte las migajas de la cena de la ropa.
-Voy con vos amor, yo también tengo sueño.
Los chicos junto a sus novias se despidieron de Emi y vos. Luego, ambos caminaron de la mano hacia su carpa, que estaba a unos metros de la fogata.
-¿Sabías que la luz de la fogata te hacía ver hermosa? -Emi gruñó en tu oído antes de apretarte el culo.
No pudiste evitar reírte de su repentino cambio de humor. Había estado un poco juguetón toda la noche, pero no le diste mucha importancia, ya que todos sus amigos estaban a tu alrededor y la privacidad no era realmente obtenible ahí, en medio de un bosque.
-Emi...comportate, por favor, no estamos solos. -Le susurraste en el oído. Sabías que eso solo lo provocaría aún más y antes de que te dieras cuenta, las manos de Emi estaban por todo tu cuerpo y sus labios rápidamente se unieron a tu cuello, succionando y dejando un chupón.
Era imposible que parara, pero tampoco querías que lo haga.
-Nos van a escuchar...-Dijiste tratando de contener tus gemidos.
-Shh...-Cubrió tu boca con su mano para camuflar los sonidos que salían de tu boca.
Siguió su recorrido por tu pecho, corriendo tu remera y agarrando cada uno de tus pechos con sus manos.
-Por favor. -Jadeaste. Ya no aguantabas más.
-¿Por favor qué, amor? -Preguntó sonriendo. Sabía lo que querías.
-Yo...te necesito. -Gemiste. No sabías exactamente lo que necesitabas, pero estabas desesperada por sentir su cuerpo de alguna manera contra el tuyo.
Te dio la vuelta en sus brazos y te inclinó justo en frente de la carpa que conpartían. Cerraste la carpa y él rápidamente te empujó adentro, siguiéndote rápidamente.
Te quitaste los zapatos y empezaste a desvestirte, al igual que Emi. Cuando ambos se quedaron en ropa interior, se dieron la vuelta y sacaron sus pijamas de sus bolsos.
-Esperemos un poco antes de ponernos esto, ¿Sí? -Emi susurró y se acercó y los empujó a ambos sobre sus colchones.
-Mhh. -Gemiste y sacudiste las caderas, rogándole en silencio a Emi que te tocara.
-Se ve que ahora andas necesitada. -Se rió mientras su mano subía por tu pierna y, para tu suerte, se saltó por completo toda la parte de hacerse desear y su dedo rápidamente empujó tu ropa interior hacia un lado.
-Emi...- Gemiste un poco más fuerte de lo que deberías.
-Shh bebé. -Se rió contra tu cuello.
Frotó su pulgar sobre tu clítoris unas cuantas veces antes de presionar un ligero beso justo debajo de tu oreja.
-Amor. gemiste suavemente -¿Qué tal si lo hacemos como los adolescentes que intentan hacerlo todo antes de que los padres los atrapen? -Te reíste un poco antes de bajar a palmear su erección a través de sus bóxers.
-Si, es buena idea. -Respondió.
-Tenemos que apurarbos un poco antes de que nos atrapen. -Te reíste y volviste a mover las caderas cuando los dedos de Emi encontraron el camino hacia tu entrada.
-Probablemente tengas razón. -Estuvo de acuerdo.
Besaste su nariz y lo empujaste hacia abajo sobre su espalda, sentándote rápidamente sobre él, besándolo una vez más. Envolvió sus brazos alrededor de tus caderas y rápidamente te bajó la tanga, que torpemente tuviste que quitarte.
Bajaste sus bóxers y finalmente tomó su dura longitud en su mano, bombeándola varias veces antes de ubicarla en tu entrada. Tus movimientos lo hicieron gemir, lo que envió escalofríos por tu espalda.
La sinfonía de ruidos húmedos acompañados de gemidos y jadeos llenó su carpa y el área a su alrededor.
Sentiste el calor familiar enrollarse en la parte inferior de tu estómago a una velocidad rápida, advirtiéndote que tu orgasmo estaba cerca, pero antes de que pudieras perderte en la sensación, escucharon un ruido fuera de la carpa y pararon.
-Uh, ¿Crees que pueden escucharnos a través de la carpa? -Preguntaste tímidamente, de repente muy consciente de la carpa no tan insonorizada en la que estabas.
-Sí, podemos. -La voz de Enzo resonó en tu cabeza.
La gente que estaba fuera de la tienda se echó a reír y sentiste que la sangre se te subía a las mejillas.
-Dios mío. -Te reíste y te caíste de Emi y te sentaste a su lado, escondiendo tu rostro en el hueco de su cuello mientras reías.
Él se unió a la risa y te abrazó, compartiendo la sensación de vergüenza que recorrió tu cuerpo.
-Perdón chicos, fue un buen espectáculo. -Se rió Caro, acolchando suavemente el costado de la tienda, dejando muy claro cuán cerca de ustedes estaban todos.
-Nosotros también lo sentimos. -Te ríes de vuelta.
-No, no lo hacemos. -Replicó Emiliano rápidamente antes de besarte con dureza, obligándote a retroceder para que una vez más pudieras elevarte sobre él. El movimiento apresurado te hizo gritar, lo que provocó que el grupo de personas fuera de tu tienda estallara en un nuevo ataque de risa.
-Solo recuerden que lo único que nos separa es una delgada pieza de tela, ¡Podemos escuchar todo! -Escuchaste a Rodrigo reír.
-¡Disfruten el resto del espectáculo entonces! -Emi se rió antes de volver a besarte.