Capítulo 7

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La semana continuó transcurriendo, Lena había desarrollado cierto instinto protector hacia la rubia desde que descubrió lo que Kara vivía, ella quería cuidarla siempre y detestaba tener que dejarla en casa sola con ese monstruo que tenía por esposo, sin embargo no podía hacer mucho cuando la misma Kara le había pedido que no interviniera en su matrimonio, Lena se sentía impotente, solo quería lo mejor para Kara, pero esta parecía no querer aceptar su ayuda.

Sin embargo no pudo negarse cuando Lena llegó a su casa con una bolsa de comida en una mano y en la otra una cajita con cremas para sus heridas la cual le obsequió.

Cada día Lena había ido para encargarse ella misma de tratar las heridas de Kara, lo estuvo haciendo por un par de semanas hasta que las heridas en su rostro se volvieron casi imperceptibles a tal punto de que aún la misma Kara era incapaz de distinguirlas en su piel, ella se sentía feliz, adoraba lo bien que se sentían los dedos de Lena sobre su piel cuando acariciaba su rostro con cremas calmantes o regenerativas.

Lena estaba orgullosa de su trabajo, ahora el rostro de Kara lucía saludable y todo gracias a ella, no podía sentirse mejor al mirar a Kara curada y feliz, poco a poco se estaba enamorando de la hermosa sonrisa que la rubia le regalaba, era la persona más feliz del planeta cuando recordaba que el bienestar en Kara se debía a ella, pero aún así temía dejarla por las tardes a solas con Mike, ella había visto al pelinegro en fotos, solamente deseaba encontrarselo algún día en la calle y utilizar cualquier pretexto para golpearlo hasta dejarlo inconciente.

La irlandesa aún no sabía hasta donde llegaría todo esto, ella quería a Kara, desde el día uno ella había llamado su atención y ahora que conocía su historia no deseaba más que sacarla de ahí, quería salvarla de su esposo, cuidarla y asegurarse de que nada malo volviera a sucederle jamás.

Pero no podía hacer nada cuando Kara prácticamente se lo había prohibido.

No podía evitar que Mike la lastimara, solo podía curar sus heridas después de que todo hubiera pasado y eso a Lena le dolía.

Ella supo un poco después la razón inválida del maltrato que recibía su rubia y le parecía algo muy cobarde el hecho de que Mike desquitara su corage con su esposa, ella no tenía la culpa de nada, después de todo Kara no había decidido no darle hijos, simplemente ella no había podido y eso no tenía porqué ser algo malo, tal vez la vida no quería que un bebé sufriera de maltrato como Kara lo hacía, ese hombre no merecía un hijo, no merecía ni siquiera una esposa, entonces él no podía exigirle nada a Kara cuando él era un hombre muy malo.

Además, Kara era una mujer demasiado hermosa como para estar con ese hombre tan insuficiente, ella no merecía ser usada como una máquina para procrear, una mujer como ella se merecía el mundo entero, ¿Acaso Mike solamente la utilizaba para intentar tener un bebé? Eso era injusto, las mujeres no eran una fábrica de bebés ni nada por el estilo, una mujer como ella debía ser complacida y Lena estaba totalmente segura de que alguien como Mike era incapaz de conseguirlo.

"¿Entonces su único propósito es procrear?" Lena preguntó incrédula.

"Así es, pero yo no he podido darle un hijo, entonces... Todo ese maltrato es mi culpa" La rubia bajó la cabeza al decirlo.

"Oye, no digas eso" Lena pidió tomando las manos de la rubia mientras buscaba su mirada. "Tú no eres culpable de nada, no vuelvas a decir algo como eso".

"Pero, soy una mujer incompleta si no puedo embarazarme".

"No, Kara, ese hombre te ha lavado el cerebro, las mujeres no son una máquina de bebés".

"Pero Lena..." Kara iba a empezar a llorar.

"¿Cuándo fue la última vez que Mike te dió un orgasmo?"

Kara abrió los ojos en grande.

"Lena... ¿Que dices?" Ella estaba muy sonrojada.

Demasiado sonrojada.

"Hablo en serio, ¿Hace cuanto no tienes un orgasmo?"

"Yo..." Kara no sabía que responder.

"Diablos, ¿Al menos alguna vez te ha dado uno?"

Kara negó con las mejillas rojas.

Y Lena abrió los ojos en grande.

"¿Me estás diciendo que llevas al menos cinco años sin un orgasmo?"

Kara estaba muy avergonzada, llevaba cinco años de casada, pero antes de su esposo nunca tuvo relaciones sexuales con nadie, su familia le había enseñado que debía llegar virgen al matrimonio y ella lo hizo.

"Yo... Bueno... Antes de casarme... Yo no..."

"Kara, tranquilízate" Lena pidió con una risita al verla tan nerviosa.

"¡Nunca he tenido uno!" Ella soltó dejándose caer contra el pecho de Lena, estaba muerta de la vergüenza "¿Podemos cambiar de tema?"

"Diablos, entonces te acostaste con los menos aptos" Lena razonó.

"Llegué virgen al matrimonio, ¿Podemos cambiar de tema?". Volvió a preguntar aún escondida en el pecho de Lena.

"¿Nunca te tocaste?"

"¿Podemos cambiar de tema?" Insistió.

"Relájate, estamos en confianza y este tema es importante".

"Pero me avergüenza" Ella se sinceró.

"Es algo natural Kara, pero no es nada natural que tu esposo no pueda complacerte, ¿Qué clase de hombre es entonces?"

"¡Oye! Es solo que él está más enfocado en tener un hijo".

"Es solo que es egoista, busca su propio placer y no le importa nada más que eso".

"Basta, pedí cambio de tema" Kara una vez más insistió avergonzada.

"Lo siento" Lena pidió intentando levantar el rostro de Kara para mirarla, pero ella insistía en esconderse en su pecho.

"Déjame, estoy muy avergonzada". Pidió la rubia abrazándose fuerte del torso de Lena para que esta no pudiera alejarla de su escondite.

Y Lena rió abrazándola también.

"Nunca me toqué porque me dijeron que eso era malo". Confesó aún escondida.

"¿Por qué sería malo?"

"Mis papás eran religiosos y decían que m-masturbarse era malo" Ella ni siquiera podía decir la palabra sin avergonzarse nuevamente.

"No lo es, es peor entregarse a alguien sin amor".

"Pero aquí estoy, es la vida que me tocó" Kara se encogió de hombros restándole importancia.

"Eso podría ser diferente" La pelinegra soltó con total sinceridad.

"¿Cómo?" Ella quería saber, estaba realmente interesada.

"Pues..." Y Lena también quería decirlo.

Sin embargo la alarma de Kara la interrumpió.

Lena debía irse.

Debía dejarla en manos de ese bastardo con la inseguridad de poder encontrarla al día siguiente con nuevas heridas de maltrato. Y ella no quería eso, le había costado tanto quitarle esas marcas de violencia como para que de un día a otro su esposo le hicieran nuevas.

Pero no podía hacer nada más.

Nada más que irse.
 
 
 
 
 
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ESTÉRIL (SuperCorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora