Séptimo Brote: Juntos

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El resto de la tarde fue larga. Muchos enfermeros e incluso doctores fueron a visitar a los dos niños que estaban durmiendo abrazados juntos. Aunque uno de ellos no fuera paciente del hospital, le vendaron el brazo al verlo llego de sangre con heridas que no supieron cómo se hizo, pero a nadie le importó.

Las reglas del hospital dictaban que una cama era para un solo paciente, más dejaron que ellos dos se quedaran justo como los encontraron. Al verlos, nadie se tentó al separarlos, ni siquiera Yor, Loid y mucho menos Bond, quienes habían entrado cuando Damian tardó en salir. No cuestionaron nada, no dijeron nada, solo llamaron a un enfermero y se fueron del lugar, sabiendo que estaban en buenas manos.

¿A nadie le preocupó dejar a dos niños solos en un hospital? No, a nadie. Una enfermera prometió llamar si algo grave sucedía, claro que jamás mencionó que no hacen vigilancias constantes en el turno de la noche y que eso fue justo lo que dio paso a la cadena de acontecimientos que esa misma noche sellaría el destino de ambos para siempre.

Anya fue la primera en despertar. Débil, un poco confundida, pero ahí estaba, nuevamente en esa habitación que tanto conocía. Lo último que recordaba era que estaba en casa con su muñeca y después... nada, oscuridad. Se quería mover, más no tenía la fuerza suficiente para hacerlo.

Fue hasta entonces que notó que Damian estaba acostado al lado suyo. Se veía tan tranquilo durmiendo, como si no hubiera nada malo en el mundo... excepto, claro, el hecho de que ellos estaban peleados. Intentó moverlo para despertarlo, a ver si así dejaba de estar tan acurrucada contra él.

¿No hacían las pases aún y la abrazaba con tanta confianza? Jamás. Claro que no iba a admitir que quería seguirlo haciendo, el orgullo le podía.

—¡Dango! —gritó, más él no despertó, parecía ser de sueño pesado—. ¡Tonto! ¡Cretino!

—¡No soy un cretino! —exclamó al despertar.

—¡Quítate de encima de Anya!

—Tsk, no es como que quiera abraz... —Se detuvo a mitad de la oración al notar quién era quien le hablaba—- ¿Anya? ¿Estás bien?

Anya se sentía confundida ante tanta atención de su parte.

—Anya no tiene nada que decir.

Damian no se esperaba esa reacción. No, en realidad sí lo hacía. No había obtenido su perdón por ser un idiota, claro que ella no iba a tratarlo bien apenas despertara. Tenía que tragarse el orgullo otra vez y...

—Pues no me iré a ningún lado, no hasta que me digas que estás bien.

Ella entonces dirigió su mirada a él. El Damian que conocía no actuaba así, le hubiera dicho algo como "no es que me interesara" y se hubiera marchado, pero no lo hizo. Tenía ganas de decirle que ya se sentía mejor que cuando estaba en su casa, pero tenía un orgullo que mantener.

—¿Qué interés tiene Dango de saber qué pasa con Anya?

Damian tomó a Anya por los hombros para hacer que lo viera frente a frente. Después de eso y de manera muy, muy torpe, la besó. Solo fue un roce de labios, un tímido acto infantil, pero no quitaba el hecho de que, a fin de cuentas, era un beso.

—Q... qu...

Anya no podía ni hablar de la sorpresa, solo supo taparse los labios.

—¡Ese es el motivo, idiota!

—¡No llames a Anya idiota, idiota!

—¡No sabes lo preocupado que estaba cuando escuché que faltaste a la escuela y por mi culpa! Yo... —El sonido de la voz de Damian fue bajando poco a poco, con temor de decir lo que realmente quería comunicarle—. Yo... no quería... no quería perderte...

—Anya aún no perdona a Dango.

Las mejillas de Damian se sonrojaron. Él intentaba decirle lo mucho que ella significaba para él, pero se le había olvidado ese pequeño detalle.

—¡Es mi culpa, ¿está bien?! Tsk... perdón.

A Anya le complacía escuchar eso. Con esa sola palabra, todo el enojo y todas las dudas que pudo tener desde que pasó desaparecieron. Sonrió como nunca antes lo había hecho antes de lanzarse a abrazarlo, repleta de una alegría sin igual.

—¡Anya perdona a Dango! ¡Anya quiere mucho a Dango! ¡Mucho mucho!

Damian se sintió muy avergonzado por su comportamiento y por lo fácil que podía gritar la manera en que se sentía por él siendo que a él se le hacía muy difícil. Aun así, él quería intentarlo por ella, solo por ella, porque creía que eso la haría feliz.

—Yo también... yo también te quiero.

No dudó en corresponder el abrazo, tampoco dudó en quedarse abrazado a ella un rato más. Se sentía bien, sentía alegría al tener a Anya en sus brazos después de que le dijera palabras tan bonitas, ese tipo de cosas que solo los adultos se murmuraban.

—Cuando me enteré que no fuiste... tuve miedo, mucho miedo. Solo quería saber que estabas bien y que podría abrazarte justo así como ahora... otra vez.

Anya se separó de Damian al escuchar eso, más aún tenía una sonrisa en su rostro.

—Anya no se quiere separar de Dango.

—Y yo tampoco... tampoco quiero separarme de ti.

Era torpe su manera de decir eso y, la verdad, tampoco sabía qué significaba con claridad. Bond le había dicho que ese tipo de cosas las entendería con la edad, pero Anya le había enseñado que habían cosas que debía aprender ya si quería poder protegerla.

—¿Lo prometes?

Anya dejó ver su meñique. Damian sabía qué significaba. Quería que hicieran una promesa.

—Lo prometo.

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⏰ Última actualización: May 04 ⏰

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