Vitelio (OP. 13)

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Todos los cubiertos tambaleaban arriba del mantel. Enjambres de harpías sollozaron en amarillenta techumbre. Tan pronto el sacro emperador gozó del pantagruélico, Romas frígidas prometieron fraguar sus muñecas. A mitad del sendero una humareda azufre aborrascó el alrededor. Exquisitas moscas perforaron los pechos soberanos y un ternero humanoide detonó carcajadas arrítmicas:

¡Con qué glamour, con qué alienación danzaba villancicos el césar anejado a los enormes esqueletos! El titiritero incineraba los putrefactos monigotes, al mismo tiempo que el violinista interpretó sus caprichos. Los arrojaron al coliseo, recinto de una bestia áspera y glauca que sacudía su hojalata melena. Hoy el goloso campesino, merodea en los matorrales sottovoces del imperio venezolano

Pléyade (Poemario)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora