Memento mori (OP. 19)

9 0 0
                                    

Bienamada, camine conmigo,
Atisbemos al ciervo pernoctado en sábanas del boscaje,
Atisbemos las colinas arboladas del destino.
Abandone esas frías y viscosas angustias.
Aunque los rugidos del océano nos atormenten,
El derecho a sentir perderemos jamás.

Guirnaldas que engalanan portón de madriguera,
Adentro golondrinas edifican nidos por los cercos.
¡Oh infantes lechosos, desplegándose en los valles!
Cuan agrias serían las caminatas sin las cordilleras canela.
Aunque los rugidos del océano nos atormenten,
El derecho a sentir perderemos jamás.

Cobaltos cisnes danzan con máscaras alabastros,
Nenúfares dramatizan mojigangas en teatros cristalinos.
Subterráneas en cavernas, Napeas sueltan su cabello,
Hilos de plata y cobre perfilan de Delfos el oráculo.
Aunque los rugidos del océano nos atormenten,
El derecho a sentir perderemos jamás.

Mediante los aceitunados pinos, raíces abrazan nuestras cabañas.
Presenciemos Madame Butterfly, cisnes Júpiter se desvanecieron.
Guardas africanos vigilan el escenario con collares hindú,
En lo profundo de las espirales contrapuertas de Atlantis.
Aunque los rugidos del océano nos atormenten,
El derecho a sentir perderemos jamás.

Abejas endulzan de almizcle los campos de trigo,
¡Qué bellos son los ortos, con las escaleras durazno y comuniones siderales!
No llores, elefantes arenosos de movedizas alas ofrecen compañía,
Perfuman con polvillos de hadas los palacios musulmanes. El ideal... el ideal.
Aunque los rugidos del océano nos atormenten,
El derecho a sentir perderemos jamás.

Bienamada, camine conmigo.
Vida: barcarola de murmullos rurales.
El alma primaveral padece invernales períodos,
Tus floridos senos van a hibernar, incluso relieves de tu cara tornarán nevadas.
Aunque el rugido del océano nos atormenten,
El derecho a sentir perderemos jamás.

Pléyade (Poemario)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora