Acto V: Salida

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La cita quedó acordada para el fin de semana, y llegado el día, Lola se encontraba hecha un lío buscando algo para ponerse. Había estado hurgando en su clóset desde hace una hora, frustrándose de no poder encontrar el conjunto adecuado. De repente, como si la razón hubiera regresado nuevamente a ella, sus mejillas se enrojecieron furiosamente.

—¿¡Qué estoy haciendo!? ¿¡Por qué me estoy tomando la molestia de buscar el conjunto perfecto!? ¡Solo es una tonta cita a la que puedo sacarle provecho! ¡No tengo que corresponderle o algo así! —exclamó en un intento de que el rubor y la intranquilidad la abandonasen, pero no lo hicieron.

Acordaron encontrarse afuera de un café temprano por la mañana. Gray, habiendo sido el primero en llegar, esperaba a Lola mientras comía de la bandeja de canapés que un mesero le había puesto a la mesa como aperitivo de cortesía. No pasó mucho cuando llegó su cita, vestida con una camisa blanca de lana, unas mallas negras, una bolsa de mano de igual color, botines beige y una portentosa gabardina del mismo color. A Gray le pareció tan encantadora que no pudo ocultar su sonrisa, embelesado por su belleza.

—¡Buenos días querido!, ¿es una hermosa mañana, no crees? —saludó Lola tratando de abrir un tema de conversación. Su sonrisa era tan cálida como el sol, y sus ojos parecían tener un brillo sagaz, tanto así que a Gray le recorrió un escalofrío.

Sin embargo, Lola no dejaba de sentir esa inquietud insesante en su pecho. Podía disimularlo, pero en el fondo seguía sintiéndose tan ansiosa como la última vez que lo miró a los ojos. Había estado practicando para apantallarlo, y había funcionado, pero el resto de la cita iba a improvisar como nunca antes lo había hecho.

Gray estaba maravillado, pero salió de su trance para responder a Lola. Tomó una pequeña libretita de uno de sus bolsillos con un bolígrafo, y escribió:

Buenos días Lola! Sí, es una mañana bonita, pero tú la has superado con creces".

Lola podía fingir su sentir, pero las reacciones físicas eran algo muy diferente, por lo que nuevamente fue incapaz de hacer que sus mejillas no se colorearan de rojo.

—Me halagas, querido. ¿Ya te has decidido por algo? —Gray asintió y le pasó el menú. Todo venía en francés, por lo que Lola se quedó pasmada hasta que el actor recordó este detalle y comenzó a traducirle todo en su libreta. Lola pensaba que irían a un café común y corriente, cosa que desde un principio la decepcionó, así que fue una sorpresa grata cuando noto que, en realidad, era un café de renombre con especialidad en panadería francesa.

Finalmente se decidió por algo llamado tarte tatin, que su acompañante le explicó que en pocas palabras era una tarta de manzana, y de beber un té blanco. El mimo por su parte se decantó por un simple croissant y un latte. A Lola le llamó la atención que pidiera su café con leche deslactosada, por lo que le cuestionó la razón de esto.

"Soy intolerante a la lactosa".

Escribió Gray con sencillez. Lola sonrió internamente ante esta peculiar información, pensando en cómo podría sacar provecho de esto a posteriori. No hablaron mucho, pues el actor no podía comer y comunicarse con la libreta al mismo tiempo. Terminado su desayuno, Gray tuvo el placer de mostrarle su vehículo, un precioso Chevrolet Bel Air. La actriz no sabía nada de autos, pero el modelo le pareció lindo, y el color negro combinaba perFectamente con su dueño. El próximo destino era un agradable parque a las orillas de un lago, donde se sentaron en una banca a charlar un rato.

—Discúlpame si es una pregunta tonta pero, ¿eres francés? —interrogó Lola con genuina curiosidad. Gray, prevenido ya con la libreta y bolígrafo en mano, escribió:

All Eyes On Me (Lola×Gray)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora