Acto XIII: ¿Te arrepientes?

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Lola aceptó la invitación, desviando la mirada en cuanto lo vio. Simplemente no tenía el valor de verlo a la cara todavía. Estando arriba, un mesero rápidamente se acercó a ellos para guiarlos hasta su mesa. Gray había reservado al lado del balcón, en una mesa apartada de las demás y medio oculta entre algunas macetas con platas frondosas. Cuando se sentaron, el mesero les ofreció el menú y se retiró para darles tiempo de ordenar. En cuanto se fue, Gray sacó su libreta y bolígrafo, escribiéndole el siguiente mensaje a su acompañante:

“Primero ordenemos y después hablemos sobre lo que nos concierne, ¿te parece bien?”.

Lola asintió tímidamente. Después de un rato el mesero regresó y tomó sus órdenes, para al cabo de unos minutos traerles una botella de vino y dos copas. Luego de servirles, éste se retiró. Lola quiso ser la primera en hablar, pero Gray le hizo una seña con la mano mientras le daba un sorbo a su copa. Después, volvió a escribir:

“Para serte sincero, supongo que debo felicitarte. Lograste engañarme, nunca tuve un atisbo de sospecha sobre ti. Incluso hiciste que me enamorara y me creyera tus atenciones fingidas. Tus actuaciones son así de convincentes, no podía esperar menos”.

Lola se puso roja de la vergüenza por lo crudo de esas palabras. Solo podía desviar la mirada hasta su copa, tratando de encontrar las palabras correctas mientras meneaba el vino dentro del cristal.

—Lo lamento —fue lo primero que se le salió decir. Después de una pausa, sintió que debía explicarSe más—. No tengo con qué excusarme, ni siquiera voy a intentar darte razones para justificar lo que te hice. Simplemente lo siento.

Lola seguía sin dirigirle la mirada. Desde que lo vio al pie de las escaleras, la expresión del actor era fría, totalmente contraria a la que Lola estaba acostumbrada a ver, y eso la hizo temer aún más sus respuestas. Incluso sin voltearlo a ver, sabía que seguía teniendo la misma expresión. Luego, Gray volteó la hoja de su libreta para continuar la conversación.

“La intención de reunirnos hoy no es para que me pidas perdón. Aunque lo hicieras mil veces, me sería muy difícil concedértelo. Te cité aquí para corroborar algunas cosas y encontrar una solución a este conflicto, que no es tan fácil como un perdón. De verdad quiero ayudarte, y tienes que estar dispuesta a ayudarte también”.

—Sí, lo estoy —respondío para después beber de su copa. Su respuesta fue corta pero Gray la escuchó decidida, así que continuó para escribir la primera de sus dudas.

“¿De verdad te arrepientes, no solo de las cosas que me hiciste, sino de todas las malas acciones que pudiste haber hecho en el pasado con otras personas?”

—No sabes cuánto —espetó la actriz luego de soltar un profundo suspiro. El actor peli-negro creyó su confesión por algo bastante simple: desde que la vio entrar notó casi de inmediato que el aspecto de Lola había cambiado. Se le notaban algunas arrugas y su piel no tenía el mismo brillo de siempre, por más que haya tratado de ocultarlo con maquillaje, por lo que intuyó de inmediato que había estado tan deprimida que llegó a descuidar bastante su salud. Algo de esa magnitud que hasta se ve reflejado en el aspecto físico de la persona no puede ser fingido. Después, y con algunos temblores en la mano, prosiguió a seguir escribiendo.

“¿Te gusto o llegaste a sentirte atraída por mí?”

Lola se ruborizó un poco al leer, y leer esa pregunta la puso tan nerviosa que antes de responder dio un largo sorbo a su copa, como si de alguna forma tuviera esperanza en que el alcohol le diera fuerzas en ese momento.

—Sí... Y me sigues gustando —respondió en un tono casi inaudible, apenada de decir que en realidad lo amaba mientras veía las pocas gotas de vino que le habían faltado para terminarse toda la copa. En ese momento, Gray la tomó de la barbilla y giró el rostro de la actriz hacia él.

—Mírame a los ojos, quiero saber si no estás mintiendo —expresó el actor con cierta molestia. Desde el inicio de la velada Lola estaba evitando hacer contacto visual con él, lo que le hizo pensar que quizás estaba siendo deshonesta.

—No puedo, ¡¿con qué cara voy a decirte que me gustas después de casi haberte matado?! —expresó mientras un par de lágrimas se resbalaban por sus mejillas hasta los dedos de Gray. Lola había sido muy fuerte hasta ese momento. El mimo se apartó y puso su otra mano en su mentón. Ahora era él quien desviaba la mirada.

—Lo siento, quizás eso fue demasiado —expresó rápidamente mirando hacia el suelo, dejando a Lola con la duda sobre qué “fue demasiado”, y por primera vez notando el marcado acento extranjero que tenía al hablar. El actor supo por la reacción de su acompañante que no es que no quisiera verlo por deshonestidad en sus respuestas, sino que le apenaba verlo a la cara. Eso tenía bastante sentido, y Gray se sintió mal por no haberlo sabido desde un principio. Probablemente se había puesto muy intenso y aquello ya parecía un interrogatorio con el “policía malo”.

Después de un silencio incómodo, Gray volvió a escribir en su libreta:

“Puedes no verme a los ojos si te sientes incómoda, pero me gustaría que lo hicieras”.

Lola asintió, agradeciendo que tuviera esa consideración. Después hicieron una pausa para volver a rellenar sus copas y Gray continuó escribiendo para exponer sus ideas.

“He estado pensando en cómo podemos solucionar este problema. Honestamente ya no deseo recurrir a procesos legales, pero eso no significa que vayas a quedar absuelta. En su lugar, he prometido ayudarte, y la ayuda que yo te proporciono es acompañarte a visitar a un médico especialista de la salud mental. No quiero que sientas esto como una ofensa, al contrario, me haría feliz que aceptaras. Por si te lo preguntabas, yo ya he agendado una cita, y puedo acompañarte a hacer la tuya”.

La actriz no supo con certeza qué palabras podrían expresar lo que sentía. Solo lo miró a los ojos con una sonrisa y asintió. Lola pensó que la “cita” simplemente terminaría ahí, pero Gray terminó de expresarse en la siguiente página:

“En cuanto al tema amoroso...”

Ahí terminaba la oración. Lola estuvo un poco confundida, hasta que la voz baja del actor la sacó de su confusión.

—Todavía estoy indeciso sobre si quiero continuar con eso —expresaba con cierta amargura en sus palabras. Lola sintió un pinchazo en su corazón, pero luego Gray prosiguió—. Pero no lo rechazo del todo. Necesito más tiempo para pensarlo, porque no sé qué clase de loco soy que a pesar de todo me sigues gustando. Voy a meditarlo, pero no sé en cuánto tiempo te pueda proporcionar una respuesta, ¿estás bien con eso?

Lola asintió con una sonrisa, mientras las lágrimas no le dejaban de salir. La hacía inmensamente feliz que Gray la siguiera queriendo y que, aunque no pudieran llegar a algo en ese momento por justas razones, estuviera abierto a algo en un futuro.

Ya habiendo hablado de todo lo pertinente, Gray pidió la cuenta y una vez pagado le ofreció a Lola llevarla a su casa, cosa que rechazó en un principio, pero la noche ya estaba bastante oscura y hubiera sido poco caballeroso dejar que Lola fuera por su cuenta a casa en esa penumbra.

El viaje fue bastante tranquilo, silencioso, pero no incómodo. Cada uno iba inmerso en sus propios pensamientos y Lola de vez en cuando volteaba a verlo de reojo. Pensó que, una vez perdiéndole el miedo y la extrañeza a su lado serio, seguía luciendo bastante guapo incluso sin una sonrisa (pero por supuesto, Lola prefería su lado alegre, y extrañaba bastante verlo feliz).

Cuando llegaron a su domicilio, Gray se bajó del auto para abrirle la puerta a su acompañante y dejarla justo en el umbral de su casa. Lola entró y miró al actor con una leve sonrisa.

—Gracias por invitarme hoy. Sé que va a ser difícil que cambies de opinión sobre mí, pero gracias por darme esta oportunidad para volver a confiar. Buenas noches, Gray.

El actor le devolvió la sonrisa, sin que ningún odio le perturbara el corazón, pero todavía manteniendo su distancia. La verdad es que él también estaba feliz ante la idea de volver a confiar en Lola, pero solo el futuro lo dirá.

Bonne nuit, chérie —deseó para después ir de nuevo a su auto, dirigirle una última sonrisa y alejarse por la calle. Después, Lola entró a su casa y suspiró aliviada de que la noche haya salido bien, además de que el francés de Gray era más hermoso de lo que imaginaba.

All Eyes On Me (Lola×Gray)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora