⚠️ THINKING OF YOU ⚠️ - [NAMGI] +18

4. ALFA 💥

A medida que los días pasaban, Kim NamJoon solo rogaba porque JungKook jamás regresará de Japón, que en ese país se quedará viviendo para siempre, y se olvidará de YoonGi. Aunque era bastante egoísta pensar de esa manera, sentía que mientras JungKook estuviera lejos; las cosas entre él y YoonGi podían ir a mejor, y no solo sexualmente hablando sino en todos los ámbitos existentes en las que dos personas podrían vincularse.

Le gustaba pasar el tiempo con el pálido, en las mañanas se reunían con la organizadora de bodas, YoonGi le indicaba a la mujer que era lo que imaginaba y ella con agilidad le mostraba opciones posibles para su presupuesto, que el más bajo concretaba con la opinión del Alfa, sin embargo, mucho de lo que NamJoon aprobaba tenía mucho que ver con los gustos del Omega, y el brillo especial en sus ojos al estar de acuerdo.

Con facilidad se había logrado percatar de que a YoonGi le gustaba mucho todo lo referente a romance, era alguien soñador y a veces le costaba procesar por qué le había dicho la noche de su orgia, que su pensamiento de las parejas destinadas era estúpido, cuando él vivía en una burbuja de enamoramiento muy intensa.

Entre los dos habían hecho la lista de regalos de bodas para cada uno de los invitados, las tarjetas habían sido mandadas a la imprenta y apenas empezara el año nuevo las enviarían por correo. Las flores falsas YoonGi la eligió de tonos muy claros; como azul y lila, mientras las únicas que serían reales serían unos tulipanes lilas que llevaría mientras caminaba al altar. A YoonGi le gustaban las cosas tiernas, le gustaba las cosas pomposas y de algún modo extravagantes, pero sin ser escandalosas. Le gustaban las cosas que llamaran la atención sin tanto color, solo que transmitieran una sensación estética y elegante, y te dejaran un largo rato en trance.

A YoonGi le gustaba cuando tomaba su mano al sentirse preocupado, o estresado estudiando, le gustaba el café después de terminar sus clases, y a veces también muy temprano en las mañanas. Odiaba estar solo, por lo que, de vez en cuando le costaba regresar a su casa dónde nadie lo esperaba. Le gustaban las películas de comedia y amor, le gustaba la música muy ruidosa y donde gritaban mucho, le gustaba el negro, le gustaban las brochetas de cordero y el ramen extra picante. Pero, sobre todas las cosas, le gustaba cuando NamJoon lo besaba de improviso, sin pedir su permiso, y le dejaba sin aliento. Estaba muy mal, por supuesto, pero sería ridículo negar que ese Alfa causaba estragos en él.

Besarse era la puerta que abría un sin fin de situaciones comprometedoras que se suponía, no volverían a ocurrir, más las cosas siempre se salían de sus manos. Y, a decir verdad, ya ninguno se arrepentía lo suficiente.

Juntar sus labios así fuera lentamente, los llevaba a acariciarse, a explorar sus pieles con sus dedos y su lengua. YoonGi se excitaba sobre manera cuando lamía su cuello, le gustaba que NamJoon mordiera su piel hasta dejarle pequeñas marcas. Y YoonGi había descubierto que lo que más excitaba al moreno era cuando mordía el lóbulo de su oreja y gemía muy bajito. Le encantaba cuando YoonGi le susurraba cosas sucias, y todas sus fantasías que, aunque desdaba hacerlas realidad, siempre quedaban en solo un precalentamiento sin final.

Muchas veces solo se besaban hasta que sus labios quedaban hinchados y sus cuerpos cargados de deseo. Pero hacer eso, era acumular una sensación desmedida que tarde que temprano terminaría explotando. Por lo que, fue bastante obvio, que una noche después de acabar las clases de inglés extras, y poner una película algo aburrida, terminaran besándose más de la cuenta.

Sus manos revoloteando por cada rincón, palpando aquí y allá, la camisa de YoonGi volando por los aires, sus pantalones desabrochados, sus manos acariciando la piel del moreno, sus cuerpos cada segundo más cerca, y NamJoon supo que no podría soportarlo demasiado.

Toda su mente se revolucionó, llevándolo a hacer cosas sin pensar las consecuencias.

Posicionó con facilidad al pálido sobre la pequeña mesa llena de papeles, y con rapidez lo desnudo, para encontrarse con lo que denominaría como una obra de arte, tenerlo así de duro, mojado y muy agitado esperando lo próximo que haría, le hizo gruñir fascinado.