Capítulo 8

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Zhoumi titubeó mientras permanecía de pie delante de la puerta del laboratorio de Henry.

Tres días. Habían pasado tres días desde que había dejado a Henry en su casa y se habían separado. Desde entonces, no había sido capaz de sacar el vándalo gato de su mente. Zhoumi comenzó a pasearse por el pasillo con poca luz trabajando en su mente el problema de su repentino enamoramiento de Henry.

¿Qué demonios tenía de especial este Tigre y cómo había conseguido llegar a enterrarse tanto bajo la piel de Zhoumi? En las últimas setenta y seis horas y cuarenta y cinco minutos, lo había intentado todo, pajas, ver porno, trabajar hasta el punto del agotamiento casi total, y nada había funcionado. Ante su desesperación, incluso había tratado de conectar con otro Halcón. Había agarrado al soldado más joven, lo había arrastrado hasta uno de los armarios de abastecimiento y aplastado contra la pared. Después de un beso, Zhoumi sabía que no iba a funcionar. Le había murmurado una excusa y se había ido.

Ahora, como último recurso, todavía persistía fuera del laboratorio de Henry como si fuera un acosador enfermo de amor.

Lo único que le faltaba era presionar su mejilla contra la puerta mientras susurraba con nostalgia el nombre de Henry. A continuación, vio la patética imagen de todo eso al completo.

La parte más indignante de todo era que a Henry no podría importarle menos. Las pocas veces que Zhoumi había intercambiado breves miradas con el hombre, Henry siempre había sonreído y actuado de forma despreocupada. Era como si nada hubiera cambiado en su vida.

«¿Pero eso no es exactamente lo que los dos acordasteis desde el primer momento?» Una vocecita en su cabeza lo fastidiaba.

Sí, lo era, pero aun así no había dejado de querer tener otra muestra del Tigre. Zhoumi dejó de pasearse cuando se le ocurrió una solución. Todo lo que necesitaba era tener un encuentro más con Henry. Después de eso, seguramente sería capaz de sacar al vándalo y a su dulce cuerpo fuera de su cerebro.

Sin embargo, eso iría en contra de todas las reglas que Zhoumi se había autoimpuesto. Él siempre se había asegurado de mantener sus encuentros a una sola vez, nunca volvía una segunda, porque entonces las cosas podrían ponerse demasiado emocionales. «Trata de decirle eso a tu polla, porque en el momento en que has contemplado la idea de follar de nuevo a Henry, ha tomado toda su atención».

Zhoumi se acercó a la puerta, de hecho, no necesitaba agacharse silenciosamente y apoyar su mejilla contra la madera barata. Incluso sin necesidad de abrirla, sabía que Henry estaba al otro lado. Zhoumi podía olerlo, el olor un poco salvaje, casi selvático que era único de Henry. Incluso ahora, algo del olor persistía en su propio cuerpo, negándose a salir a pesar de que había tomado varias duchas.

Todo era demasiado para Zhoumi. Con un gruñido de frustración, abrió la puerta, sin molestarse siquiera en llamar. La madera rebotó con fuerza contra la pared, sorprendiendo a Henry que estaba sentado detrás de su escritorio.

Durante unas cuantas respiraciones, Zhoumi sólo lo estudió una vez más, preguntándose qué tenía este felino que lo hacía tan diferente a todos los demás. Henry tenía puestas un par de ridículas gafas de seguridad, que hacían aun más atractivo al idiota. Se había cambiado y realzado su pelo de color púrpura, que coincidía con la sudadera que llevaba puesta. Aunque llevaba los zapatos de tenis nuevos, sus vaqueros habían visto días mejores.

—¿Zhoumi? ¿Qué estás haciendo aquí? —exigió Henry, un gesto leve en su cara.

Zhoumi dio un portazo y ciegamente pasó la mano por detrás para cerrar el débil bloqueo.

Henry tragó, nervioso —¿Se me olvidó algo en tu casa?

—Levántate —ordenó Zhoumi con su mejor voz de 'no te atrevas a desobedecerme'.

Serie de los CP 07 - Una Distracción TentadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora