El amor de un dálmata ☑️

[11] Amor de dálmata (Final)

Entonces Everest emprendió su plan en marcha. Obviamente tenía que ir estilo detective; por lo que tenía que colocarse la clásica gabardina color beige, algo gastada, como se presentaba mayormente los detectives de las películas; realizó lo mismo con una gorra de ese mismo estilo. Y obviamente no podía faltar la lupa clásica de cualquier que se haga llamar detective.

―Una verdadera detective―se halagó a ella misma la hembra.

Mientras tanto, en el cuartel los canes jóvenes estaban haciendo la limpieza de cada mes en el cuartel. Rubble ayudaba con el detergente a limpiar los vidrios del cuartel, Chase mantenía el orden en la limpieza, Skye ayudaba con los baldes de agua a través de su gancho y Marshall ayudaba en lo que podía con su manguera de bombero. Todos esos trabajos encargados con Ryder.

Zuma y Rocky se tomaron su tiempo libre en la playa, puesto a que la anterior vez ellos fueron los que más ayudaron; y ese era el trato que Ryder les daba:

"Los que ayuden más en la limpieza del cuartel, podrán descansar en la siguiente".

Pero faltaba una can, Ryder se preguntaba en dónde estaba.

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―Muy bien, mi misión será encontrar a Marshall, sólo debo seguir su rastro y ese no es un problema, tengo un buen ofalto.

Por lo tango, Everest comenzó a olfatear el rastro del dálmata, siguiendo sus huellas. Salió afuera de la torre en busca de él.

Luego de un largo tiempo, llegó un poco desanimada, pues no había encontrado nada, así que regresó al cuartel. Sus orejas se levantaron y su hocico olfateaba rastros de Marshall. Fue corriendo hacia donde el rastro la guiara, sin tomar en cuenta otra cosa más que eso.

Hasta que...¡pum! Marshall perdió el equilibrio cuando Everest movió bruscamente su vehículo, haciéndolo tropezar con las escaleras.

―¡Oh no! ¡Marshall!―gritó Everest para luego auxiliarlo. Los demás también se acercaban―. ¡Ryder, llama a una ambulancia!―gritó desesperada.

Ryder asintió con la cabeza.

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Todos tras escuchar que podían pasar a la sala de Marshall; quien se había lesionado una pata fuertemente al caer directo de la escalera al suelo. Everest fue la más veloz en correr hacia su mejor amigo desde cachorros.

Lo abrazó muy fuerte, como si de un peluche se tratara.

―¿Cómo está, doctor?―preguntó el castaño.

―Sólo necesita guardar cama en el hospital, pero está bien. Mañana podrán llevárselo a su hogar.

Todos suspiraron de alivio.

Aún así, Everest se sentía demasiado culpable, no podía quitarse de la cabeza que estuvo apunto de ser ella misma quien haya quitado la vida a su amado.

Pidió unos minutos para acompañar a Marshall a solas, sólo para pedirle perdón y quizá distanciarse un poco de él para no darle más problemas.

―Está bien, Everest. Te esperamos afuera―dijo Ryder, mientras se iba con los demás cachorros.

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―Lo lamento, manchas, sino hubiera tenido ese raro objetivo de averiguar quien te gustaba, jamás estarías aquí. Pero no te preocupes, me alejaré de tí por tu seguridad...

Seguidamente la husky estaba apunto de irse; sino fuera por un agarre de pata que Marshall le extendió con dulzura, sus pupilas resaltaban más que nunca. Parecía que iba a decir algo importante.

―Sólo tenías que decírmelo, Everest. Yo te quiero a tí y no sabes cuanto―dijo Marshall, dándole una sonrisa―. Pero como tú amas a Chase, yo estaba optando por rendirme y renunciar a tu amor.

Everest también sonrió ante aquel gesto. ¿Acaso ésto se sentía ser querido?

La husky le dio un fuerte abrazo al dálmata.

―Yo ya renuncié al amor de Chase, manchas.

Everest lamió la mejilla de Marshall, demostrando su gran cariño que le tenía. El ojiazul no podía estar más feliz, por fin fue correspondido por el amor de su vida, fue correspondido por su "Amor de dálmata".

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Se despide Maggie, orgullosa de terminar otra historia más. ;)