1

3.2K 230 42
                                    

La sociedad siempre a sido injusta, más aún con los Omegas.

Lío no lo entendía, su padre siempre lo menospreciaba por su casta, humillandolo sin reparar en el esfuerzo que hacía día a día al estar en una universidad donde los omegas eran discriminados.

— No entiendo que hacen aquí ustedes, si nunca van a ejercer, vayan a clases de cocina— Un maestro señaló, los alumnos Alfa reían mientras los pocos Omegas rodaban los ojos con fastidio, acostumbrados a su día a día recibir ese tipo de comentarios.

Al llegar de la universidad su padre lo mandó llamar a su despacho, nada bueno podría salir de ahí.

Como era costumbre al ser Omega, debía hacer reverencia a su padre Alfa y a quien él lo pidiera, eso mismo hizo, agradeciendo que por ahora no le pidiera hacerla a nadie más.

La reverencia tendría que hacerla tanto a su padre, a su Alfa y a quien ellos se lo pidieran.

— Lío, hijo toma asiento — Este lo hizo con el ceño fruncido, jamás lo llamaba así

— ¿Que ocurre padre?— Preguntó sumamente confundido, definitivamente nada bueno podría salir de aquí

— Como sabrás, ya estás en edad de casarte— rodó los ojos, su padre jamás hablaba con rodeos, cuando estaba a punto de replicar, continuó — Ya tienes Alfa.

— ¿QUE?— Su padre se puso de pie

— No me grites, Omega harás lo que tú padre te ordene, ¿Entendido?— Asintió con las manos hechas puños, sentía impotencia y dolor.

Los matrimonios arreglados eran costumbre entre la sociedad, él al ser de una familia influyente, debía continuar con el mismo linaje o al menos eso era lo que le repetían desde que era un cachorro.

Debía obedecer, no tenía muchas opciones, era probable que ya no pudiera continuar estudiando.

— Lo conocerás hoy, pidió llevarte a una reunión, tranquilo, dos de tus primos irán a cuidarte, primero se tiene que hacer el compromiso público para que tenga un maldito derecho sobre tí.

Tragó con dificultad, se sentía tan asqueado con el pensar de su padre, él no era un objeto de intercambio.

Salió de ahí con pesar, era viernes, así que hizo sus deberes, aunque ya no tuviera sentido hacerlo, estaba en la etapa de los trabajos finales.

Al terminar se dio una ducha, vistiendo la ropa llevada por su padre. Era un traje de gala, con una camisa azul celeste.

La ropa venía con un prendedor, era el logo de una organización — No puede ser— susurró a la nada. Era el logo de una maldita organización.

Su padre lo había entregado a una mafia.

[•••]

Un par de horas más tarde, se encontraba en la sala de estar de la mansión de su padre, junto a dos de sus primos, Ángel di María y Sergio, o Kun como ellos y amigos le decían, Ambos alfas sobreprotectores con su primo Omega.

— Todo estará bien— susurró Kun

Poco después su padre salió de su hogar a recibir al Alfa, al entrar le causó una extraña sensación en su pecho, su Omega se removió ansioso, sentía su miedo, ésta no era una buena señal. Al entrar el aroma de ese Alfa dio directo a sus fosas nasales, olía a madera, no era un aroma desagradable pero ni a su omega ni a él le agradaba.

— Omega Lionel Messi, le presento a su Alfa Cristiano Ronaldo.— este lo observó sobervio y altanero.

— Que esperas, Omega, ¿Una invitación por escrito?—El par de Alfas que lo acompañaban comenzaron a reír. Ante la mirada recriminatoria de su padre tuvo que ceder.

Quiero Pertenecerte (MECHOA AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora