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Tarde, siempre termina por llegar demasiado tarde a la universidad. Debería llegar más temprano considerando lo cerca que vive del lugar, no le lleva más de diez minutos llegar al edificio, su departamento está a sólo pocas calles del lugar, el problema es que siempre se queda dormido, apaga la alarma al momento que está suena y luego él sólo continúa durmiendo unos minutos más, minutos que se transforman en horas. Para su suerte logró conseguir un taxi para no perder tiempo caminando, es mucho más rápido.

Se muerde las uñas nervioso porque se supone que hoy llega el nuevo profesor y está seguro que no le perdonará esto, o al menos eso dijeron los demás profesores que hablaron sobre él, que es un hombre muy correcto y serio que no tolera la impuntualidad.  

Paga el taxi al momento que este se detiene y se apresura a tomar sus cosas para echarse a correr hasta el edificio, hay varias personas afuera fumando y otras solo conversando, se abre paso y corre escaleras arriba hasta su clase, tiene que detenerse para recoger un libro que tiró al suelo y luego continúa su camino. Parado frente a la puerta se llena los pulmones de aire porque siente que todo oxígeno abandonó su cuerpo y tiene que hacer esto de respirar profundo e intentar relajarse para no parecer un loco y dar una pésima primera impresión, para él es muy importante la primera impresión que le das a una persona.

Puede oír las voces dentro del lugar y eso solo logra ponerlo aún más nervioso porque eso significa que la clase ya comenzó, ni siquiera quiere mirar la hora. Toma valor suficiente y finalmente abre la puerta para darse paso dentro de la clase. Todas las miradas se posan en él, pero trata de no prestarles demasiada atención, quiere mirar hacia su nuevo profesor pero los nervios y el miedo le impiden hacerlo, así que solo camina hasta su lugar.

—Buen día —saluda mientras pasa junto al profesor que se encuentra parado a solo centímetros de él.

Acomoda sus cosas y se apresura a mirar la pizarra para ver si hay algo que deba anotar, pero se sorprende al ver que se encuentra vacía, posiblemente ya haya terminado de explicar todo y ahora comiencen algún tema nuevo, posiblemente deberá pedir los apuntes de la clase a algún compañero.

—Supongo que ahora la clase está completa —oye decir—Personalmente me gustaría que para la próxima vez todos lleguen al horario correspondiente de la materia, me sería mucho más fácil a mi y a todos ustedes.

No puede controlar el leve rubor que se hace presente en sus mejillas, tratará de no llegar tan tarde la próxima vez para evitarse la vergüenza.

Ya con su lápiz y cuaderno, endereza su espalda a la vez que levanta su mirada para comenzar a prestar mayor atención a la clase. Se sorprende un poco al encontrarse con piernas gruesas y una pequeña espalda ancha, de reojo puede observar como uno de sus compañeros lo observa así que aparta la vista del profesor.

—Harry —lo llama el chico que está sentado en el banco junto a él—¿Tienes los apuntes de matemáticas? 

Él asiente en afirmación y pronto saca otro cuaderno de su bolso para entregarle algunos papeles a su compañero.

—Muchas gracias, el jueves te los regreso.

—No hay problema, los pase en limpio al cuaderno —contesta, no miente estuvo toda la noche pasando todo en limpio, necesitaba mantener su cuaderno con letra prolija y organizada porque de otro modo se desconcentra.

—No me interesa si son mayores, vengo aquí a dar una clase y lo mínimo que espero es que se me preste atención —habla el profesor hacia ellos—Aunque, si no les interesa la clase, entonces tienen toda libertad de irse cuando gusten.

Harry guarda silencio, aún no levantó la mirada para ver el rostro del profesor, pero ahora tiene demasiada vergüenza como para hacerlo. Es algo tímido cuando se trata de conocer personas nuevas.

daddy the grandmaster [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora