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En ocasiones creemos que la vida nos odia sin motivo aparente, pero Harry no lo cree, él está muy seguro de esto.

Hoy era el examen, estudió muy duro para esto y ahora solo perdió la oportunidad de poder darlo, casi no durmió en toda la noche por estar repasando todo una y otra vez. Quizás si hubiera salido unos minutos antes de su departamento esto no hubiera ocurrido.

El ascensor se atascó, lleva media hora encerrado porque toda la luz se fue y el estúpido ascensor se detuvo. Debió haber bajado por las escaleras pero llevaba demasiada prisa, no quería llegar tarde. 

No puede evitar cuando las lágrimas comienzan a descender de sus ojos, se había esforzado tanto para esto y ahora solo perdió su oportunidad, ahora deberá rogar para que su profesor le dé una segunda oportunidad, espera puedan otorgarle una segunda mesa de examen. Merece una segunda oportunidad.

Su móvil no tiene señal, así que no puede llamar a nadie para que venga a ayudarlo. Hoy hace un poco más de frío que de costumbre, está helado ahí dentro y no se encuentra muy abrigado así que tiene que abrazarse a sí mismo  para intentar darse un poco de calor.

Tiene que entretenerse tarareando una canción, luego se vuelve muy aburrido así que se sienta sobre el piso a simplemente esperar que alguien se de cuenta de que lleva más de una hora encerrado, pero el tiempo sigue pasando y la luz no llega, ni nadie para ayudarlo. Termina por quedarse dormido, el encargado del edificio lo despierta cuando la luz regresa, junto con un equipo que se encargará de arreglar el ascensor.

Es demasiado tarde para asistir a su clase, ya perdió dos clases completas y no tiene ganas de presentarse a la tercera, pero aun así lo hace, tiene la esperanza de encontrar a su profesor de inglés y explicarle lo sucedido, quizás se apiade de él y lo deje tener una segunda oportunidad.



°°°

Dentro de la universidad se dedica a buscar a su profesor de inglés, no logra encontrarlo por ningún sitio, una secretaria tiene la amabilidad de indicarle que el hombre se encuentra en su oficina. Jamás fue a su oficina así que le cuesta un poco encontrarla. Recorre los pasillos donde se supone se encuentran las oficinas de los profesores hasta que logra divisar la puerta con el apellido de su profesor, da tres ligeros golpes con los nudillos sobre la madera de la puerta y se acomoda a esperar que ésta se abra.

Nada. Vuelve a llamar y tampoco tiene suerte, el hombre no contesta y no quiere ser demasiado insistente y continuar llamando, quizás se encuentre demasiado ocupado. Pero vamos qué más podría estar haciendo que sea más importante que abrir la puerta a alguien que está llamando del otro lado.

—¿Busca a alguien? —pregunta esa voz detrás de él—, Jerry se fue hace quince minutos, salió de emergencia, supongo que no regresará el día de hoy.

Quizás el blanco no es un color que le guste demasiado, suele ensuciarse con facilidad y no le queda bien a todas las personas, mucho menos las camisas de mangas cortas con corbata. Pero ahí está él, luciendo increíblemente atractivo, al voltear su cuerpo la primera imagen con la que se encuentra es la de este hombre con cabello corto y camisa blanca de mangas cortas. 

En cualquier otra situación se hubiera preguntado a quién rayos podría quedarle bien ese tipo de vestimenta, ahora prefiere ahorrarse ese tipo de pensamientos porque es más que obvio que a este hombre cualquier cosa que se ponga lo haría ver como el hombre más atractivo del jodido mundo. Podría vestirse con una maldita bolsa de basura y aún así se vería bien.

No es consciente de lo mucho que pasó el tiempo mientras él se encontraba analizando cada centímetro de este cuerpo tan delicado y masculino, una mezcla increíblemente seductora si se lo preguntan, tiene esta pequeña cintura y esas caderas anchas junto con dos grandes y gruesos muslos que lo hacen querer arrodillarse a–

daddy the grandmaster [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora