7

27 3 5
                                    


Al finalizar la cena, decidieron hacer una fogata, para poder charlar y comer dulces frente al fuego.

Hicieron un círculo alrededor de la fogata, cada uno sentado junto a el otro. Distraídos, hablaban de temas diferentes, hasta que se vieron interrumpidos por el mayor.

—Se que es muy tarde para decir esto, pero me encuentro agradecido de haberlos conocido.

Los demás sólo rieron ante las palabras del chico, agradeciéndole todo lo que había hecho por ellos.

En un minuto, Minho recibió una llamada entrante, alejándose de sus amigos para contestar.

Era su madre.

Se dirigió hasta el granero, tratando de sonar lo más tranquilo posible, abrió la llamada.

—Hola, cariño. ¿Como están?

Al instante se quedó mudo. Inmóvil. Sentía su sangre correr, estaba demasiado nervioso para contestar.

—Bien, estamos pasándola
bomba—se limitó a decir, fingiendo una sonrisa como si los mayores se encontrarán con el.

—¿Los chicos se han divertido?

—Claro, es obvio que lo han hecho—aunque estuviera mintiendo, había algo que era cierto, después de todo lo sucedido, se encontraban bien.

—¿Estas bien, cielito? Te oyes un poco nervioso.

—Todo bien.

—¿Y tus abuelos?—un escalofrío recorrió su columna, sintiendo como gotas de sudor corrían por su frente.

—Creo que estoy perdiendo la señal, te llamo más tarde—y corto, sin decir nada más.

No podía mentirles por más tiempo, pero deseaba decirles la noticia en persona.

De pronto, sintió pasos detrás suyo, asustandose por completo al ver como Jisung le sonreía de manera tétrica en la oscuridad, tratando de asustarlo.

Y sí que funcionó.

—Solo fue una broma, ¿no estás enojado por asustarte?

—¿Yo? ¿Asustado?—el más bajo asintió, sonriendo y acercándose a él.

—¿Estas bien?

—Todo está bien, no te preocupes.

Antes de que avanzará un paso más para irse, Jisung lo tomo de los brazos y lo abrazo.

Sentía su cálido y delicioso aroma. Ese perfume que tanto le gustaba.

—Gracias por todo.

Minho hizo una mueca de confusión, pero no quiso separarse de el chico.

—Yo no te he hecho ningún favor.

El menor golpeó su hombro, ofendido por arruinar su gran halago.

Pues el mayor no sabía que el hablaba de cosas diferentes.

Simplemente le agradecía el hecho de existir. De estar con el, hacerlo feliz y nunca dejarlo solo.

—Minho—el mayor solo le hizo un gesto de que lo estaba escuchando—, me gustas.

Minho quedó paralizado, como si algún animal venenoso lo hubiera picado. Se separó del menor, mirándolo a los ojos.

Los pequeños ojitos de Jisung brillaban como nunca, contento de que al fin lo había hecho.

—¿Pasa algo?—el menor estaba preocupado de que a Minho le haya dado un infarto por aquella confesión, y solo se limitó a observarlo.

Esperaba a que este se negara a sus sentimientos o que le ordenará alejarse de el, arruinando así, su amistad.

Pero lo que menos se esperaba, era que Minho lo tomara de las mejillas, y lo besara dulcemente.

Por lo visto, el mayor también quería.

Solo lo siguió, acomodando sus manos en el cuello de este, para después pasar una mano por su cabello y acariciarlo suavemente.

Ahora el mayor dejo tranquilamente sus manos en la cadera del más bajo, acariciándola de arriba a abajo.

Poco a poco, el aire se hizo intenso y caliente.

Jisung movía sus labios de una manera que a Minho lo volvía loco.

Se escuchaban los chasquidos que provocaban sus labios al besarse, sintiendo sus toques y dejándose llevar por el placer y el amor.

En un movimiento rápido de Minho, logro acorralar al menor en una de las paredes del granero, para así, besarlo con más ganas, con más deseo.

Ahora era mucho más rápido, los dos sabían que querían lo mismo, y no dudaron en saberlo.

Al separarse para tomar aire, vieron como sus labios estaban totalmente hinchados y rojos.

—Deberiamos entrar al granero para que no escuchen—dijo Minho, con mirada atrevida y dejando un pequeño beso en los labios de Jisung.

Esto se ponía bueno.

Caminaron hacia la gran puerta del granero, la cual tenía un pequeño candado. Intentaron forzar la entrada, pero les fue imposible.

Hasta que por fin, Jisung dio la idea de romper el candado con una pala que se encontraba cerca. Asi que, con toda la fuerza que pudo, Minho logro romperlo, entrando deseosos para seguir con su ronda de besos.

Para su sorpresa, al segundo en que entraron al granero, un olor putrefacto y asqueroso entro por sus narices, provocandoles náuseas y mareos.

Era un olor difícil de describir. Se sintieron aterrados al no oír ninguna señal de los animales que supuestamente se encontraban dentro.

Jisung, que estaba más cerca de la puerta, encendió las luces.

Oh dios, se maldecía a sí mismo por haberlo hecho.

Si tan solo hubieran corrido y no dejarse llevar por las dudas, estarían mucho mejor.

Pero no, lamentablemente tuvieron que vivir esa horrenda y perturbadora escena.

En el granero no había ningún animal. Ni siquiera un pequeño pollito.

Lo único que había dentro, eran huesos, partes de cuerpo humano como piernas, brazos, ojos, cabezas, dedos, etc. Había sangre por todos lados y carne, que estaban seguros de que no se trataba de cualquier carne.

Giraron para volver a la salida, encontrándose con algo mucho peor.

Habían dos chicos atados de manos y pies en un rincón. Estaban completamente desnudos, sin ninguna ropa que los protegiera del frío de la noche. Sus cuerpos estaban sucios y sangrientos, heridas decoraban sus dañados cuerpos.

—Podrían estar muertos—dijo Jisung, con una mueca de espanto.

—O tal vez no.

𝖠𝖭𝖨𝖬𝖠𝖫𝖲 -𝐬𝐤𝐳 𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora