Prefacio

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El sueño se volvió abrumador, apenas puedo mantener mis ojos abiertos. El constante tintinear de las gotas de lluvia caían sobre mis hombros, aquello era lo único que me acompañaba en mi solitario rincón.

Siluetas borrosas pasan ante mis ojos. Algunas personas se giran a verme murmurando cosas que no lograba entender, mientras que otras —simplemente— ignoraban mi presencia.

Mis piernas están débiles y mis brazos no quieren moverse. Quisiera recordar la razón de porqué estoy aquí: sola, cansada y con el cuerpo adolorido en plena esquina de está sucia calle.

Pero no había nada. Desperté esta mañana con la memoria en blanco, sin poder recordar absolutamente nada... Ni mi propio nombre.

—Pequeña... ¿Te encuentras bien?

Una tenue silueta se acerco a través de la calle. Parpadee un par de veces tratando de aclarar mi vista, lo cual me resultó difícil por las gotas de lluvia que no dejaban ver con claridad.

Una joven mujer de brillantes ojos me observa con preocupación, traía consigo una extraña túnica junto con un pañuelo cubriendo su cabello, dejando a la vista solo algunos mechones castaños, tenía un collar con una cruz colgando del cuello, a simple vista, era una mujer muy bonita.

"Parece un ángel" me repetía una y otra vez.

— ¿Quién te hizo esto? —su voz demandaba indignación. Supuse que era por mi estado actual, pero a decir verdad no sé que tan mal me veo.

Sentí un leve toque sobre mi mejilla derecha, su mano suave y cálida acaricia mi rostro. Aquella imagen parecía tan irreal que por un momento pensé que solo era una ilusión creada por mi exhausta mente y que al cerrar mis ojos —ella— desaparecería como cualquier espejismo, pero la imagen de aquella mujer permanecía ahí, mirándome.

Si esto no era una ilusión...

"¿Cómo fue la única en hablarme?"

—Será mejor que vengas conmigo, la lluvia no terminara pronto y podrías enfermar —su voz me parecía una dulce melodía, algo lejos de este mundo.

"Ella era real, se preocupó por mí sin siquiera conocerme."

La sensación era gratificante, pero el dolor en mis rodillas me hizo desviar esos pensamientos. No podía levantarme por mi cuenta; mi cuerpo entero dolía por los moretones.

—Du-duele —deje escapar un pequeño quejido, casi inaudible.

La mujer volvió a mirarme de manera cálida. Acomodó su paraguas y de un sólo movimiento me sostuvo en sus brazos. La seguridad que sentí, con ese simple abrazo, fue sorprendente.

—¿Cuál es tu nombre, pequeña?

Yo también me hacia la misma pregunta... ¿Quién soy? ¿Y por qué estoy aquí?

—No lo sé —murmure—. No recuerdo mi nombre.

Cada noche cuando estoy acurrucada entre mis sabanas, sueño con ese momento: la mujer y la lluvia. Aquella mujer era una monja que trabajaba en un orfanato, eso lo supe cuando llegué aquí. Sin embargo, después de tantos años aún sigo curiosa de la vida que tenía antes de llegar a esa horrenda esquina.

No lo recuerdo. No puedo recordarlo. Mi mente se negaba a recordarlo y no entendía el porqué.

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N/A: Gracias a todos por leer, espero contar con su apoyo, trataré de mejorar cada día, así que ayúdenme con sus comentarios ^o^

De nuevo gracias y saludos.

Araceli

Fortune Hunter | Harry Styles #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora