Al ver ese rostro angelical tras la veladora me quedé perplejo: había mirado a miles de mujeres hermosas ir y venir de la cantina, pero nunca mire un rostro tan liso, tan... Perfecto. Nunca vi esos rasgos en un hombre: sus ojos grandes y rasgados, su nariz larga y redonda, sus labios medianamente redondos, acompañado de su cabello oscuro alborotado. Era un hombre hermoso.
En sus ojos podía ver miles de estrellas.
- ¿Quién eres? - me preguntó.
- Soy... - tartamudee, lo recuerdo - soy... Park Sunghoon - me presente - ¿Quién eres tú? - le pregunté.
Él agachó su cabeza, mirando el suelo.
- Sunoo - me contestó.
Nunca sabré cuánto tiempo pasamos mirándonos directamente a los ojos, era como un encanto. Hasta que, Sunoo, me pidió que me fuera ya que él y nadie debería estar ahí.
- Perdona por importunar pero... Hay rumores de que una mujer se esconde en este lugar - le dije.
- ¿Eres uno de esos hombres? - me preguntó.
- Veo que no soy el único - dije.
- ¿Cuál es tú motivo? ¿Tomarla? - me preguntó con un notable ceño fruncido.
- Yo no busco nada más que la verdad - le conteste.
- ¿Verdad...? - dudó.
- Muchos hablan de ella como bastardos, cómo hombres nefastos. Buscan una sola cosa que yo ignoro por completo, saber porque se esconde, saber quien es ella. Saber su verdad - le conteste.
- Lamento informarte que nadie más que yo se encuentra aquí - me dijo - vete - ordenó.
Aún conservaba la vela cuando me lo ordenó. Debía tener las ventanas tapadas para que la única luz fuera la vela, para no poder verlo por completo.
- ¿Estás seguro de que no hay nadie más aquí? - le pregunté.
- No repetiré mis palabras. Sal de una buena vez - me dijo.
- Bien, pero guíame a la salida - le dije.
A pesar de carecer de la vista, logre llegar a una ventana, o eso era lo pensaba con el tacto. Tome lo que parecía ser tela y la jale con todas mis fuerzas, desprendiendo la tela de la ventana y dejando entrar la luz de la luna.
Ahora podía mirar con más claridad, notando su presencia a la mitad de la habitación: vestía con fachas, las mismas que describían en los relatos de aquella mujer, la única diferencia era que sus zapatillas no estaban donde debían. En su rostro se mostraba total sorpresa, era demasiado apuesto.
- Eres tú - dije.
No solo las ropas, su pequeña altura y su pequeño cuerpo demostraban mucho. Él era la leyenda andante de la mujer que todos los hombres querían.
- Oh, no - murmure y me le acerque - no debes de llorar, no haré nada para lastimarte, lo juro por la tumba de mis padres - le dije.
Pase mis dedos por sus mejillas, limpiando las gotas saladas que salían a montones de sus hermosos ojos. Al poco tiempo, cuando las lágrimas cesaron, él se sentó en el suelo y yo a su lado.
- Puedes contarme lo que desees, Sunoo - le dije.
Él se apartó de mi lado y me miró con el ceño fruncido.
- No confiaré a quien desobedeció - dijo.
- Lamento haber hecho esto pero, en algún momento, alguien te iba a descubrir - le dije.
- Ya encontraste a tú rumor, no hay más que buscar - me dijo.
- No buscaba un rumor, buscaba su verdad - le dije - entenderé sí deseas ignorarme pero, me encantaría saber porque te escondes en este lugar. Al igual que me gustaría ayudarte sí me es posible - agregó.
- Cómo confiaré en un desconocido - dijo.
- Sé un conocido mío, sé mi amigo, Sunoo - le dije.
Desde ese día, al terminar mi día laboral, acompañaba a mi nuevo conocido, Sunoo. Era un chico encantador. Los primeros días era una persona reservada, no hablaba de nada, simplemente comía lo que yo le entregaba ya que, esa era la condición para una visita. Una semana y media de compañía y las cosas comenzaron a cambiar.
- ¿Por qué no lo sacaste de la cantina? - me pregunto, intrigado.
- El sacerdote es demasiado conocido, su imagen cuenta mucho en la ciudad. Sí alguien más que nosotros lo mirara en ese estado, sería su fin, nuestro fin - le conteste - al fin y al cabo, él durmió en la cantina y huyó por la madrugada, fingiendo haber tenido un resfriado - le dije.
- En ese caso, ¿Es importante no meterse con ningún símbolo de la iglesia? - me preguntó.
- Para nada, las leyes de Dios deben cumplirse al pie de la letra. Al igual que se debe respetar a sus autoridades - le conteste - ¿Nunca te hablaron de la religión? - le pregunté.
Una cosa que pude haber sacado de Sunoo había sido el dato interesante de que él nunca salió de ese lugar. Ese lugar de arrendados era su eterno castillo de cristal. Poco a poco conocía más sobre él y su historia.
- Pocas veces escuche hablar de esa religión, escuchaba a mi padre maldecir en su nombre y también orar, simplemente que era a mi nombre - me contestó.
- ¿A tú nombre? - le pregunté y él asintió con la cabeza.
- Yo... Mi padre era un pescador, trabajaba en el puerto y cada noche que volvía a casa me regañaba por... Ser yo - confesó - él perdió la cordura cuando mamá murió en el parto y... Suponía que todo ese dolor lo usaba en mi contra, su odio era tal para tener estas simples ropas - señaló - inclusive para comer... - me miró e hizo una mueca - el origen de los rumores y leyendas de la mujer que todos anhelan fue porque... Buscaba un poco de comida, y me escondía tapando mi rostro... El único calzado que había logrado conseguir era el de mi madre, cuando aún era una bailarina. Mi padre se enteró y se ensaño conmigo...
- Nunca te escondiste - dije.
- Él me obligaba a estar encerrado - me dijo - la segunda vez que fui visto fue cuando mi padre me sacó a la calle... Los hombres me vieron y corrí hacía una colina, al ver el mar no tuve más opción. Al no saber nadar, pensé que moriría pero... Mi padre apareció y me sacó del mar, me llevó arrastrando hasta aquí y me encerró en está habitación... Nunca lo volví a ver...
Sunoo había comenzado a llorar desconsoladamente. No podía hacer nada más que consolarlo. Me acerqué a él y le ofrecí mis brazos, siendo aceptado. Mientras mis ropas se humedecían por la lágrimas que él derramaba sobre mi pecho, yo acariciaba su espalda con delicadeza, al igual que su cabeza. Me dolía que él sufriera, no lo merecía un ángel como él, mi ángel.
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[ENHYPEN] Woman body
FanfictionSunghoon había escuchado hablar de una mujer con un cuerpo incomparable, tan fenomenal y sexy. Se decía que era tan esplendorosa, que nadie conocía ni siquiera su nombre; nadie hablaba con ella, nadie se acercaba a ella. Era una leyenda entre las ca...