Capítulo 2: Sorpresa.

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- Deberían buscar una esposa o el sacerdote los matará, literalmente - nos dijo Beomgyu.

- Somos jóvenes, quedan muchas cosas por vivir - le contestó Jongseong.

- Parece que esa juventud debe aprovecharse en otra cosa, sí sabes a lo que me refiero - le dijo con una sonrisa picarona.

Jongseong golpeó el hombro de Beomgyu, era todo un pervertido a su corta edad.

- Tan siquiera hay para nuestra comida, aumentando la comida de una esposa y varios niños... Estamos jodidos - dijo Soobin.

- Debes tener fé - le contestó Beomgyu, imitando el tono de voz que el viejo sacerdote tenía.

Todos reían con ello, inclusive yo. Pero mi mente no dejaba de divagar en dos cosas: la misteriosa desaparición de aquel hombre encapuchado y los rumores de habitantes del más allá en su antiguo hogar; y aquella mujer. Las descripciones de sus dos apariciones eran un misterio, no sabía sí confiar en hombres totalmente ebrios o descartar todo suceso por la loca imaginación que provocaba la bebida. Pero que tantos hombres hablarán de la misma mujer no era una simple coincidencia.

- Sunghoon, no has dejado de mirar el horizonte. ¿Qué sucede? - me preguntó Jongseong.

- Pensaba en una leyenda - le conteste.

- ¿Cuál de todas? - le preguntó Soobin.

- No ha dicho nada acerca de la mujer de zapatillas rojas, ¿Cierto? - preguntó.

- Oh, era eso - murmuró Beomgyu - tengo entendido que se escondió en los puestos de arrendados del desaparecido Kim. Dicen que vive en el sótano - dijo.

- ¿No habían derrumbado esos lugares? - le preguntó Jongseong.

- Para nada, el estado ha declarado que tendrán uso cuando alguien llegué a comprarlas - le contestó.

- Sí mi memoria no me falla, ¿Ese era el lugar dónde decían escuchar llantos de un recién nacido? - preguntó Soobin.

- Lo es. Nadie lo habita pero dicen que se escuchan cosas caer, pisadas y demás - le contestó Beomgyu - dicen que Kim falleció en el mar y regreso para acechar a cualquiera que se acerque a sus dominios - dijo.

- Dudo que su espíritu se encuentre vagando, y sí han escuchado pisadas puede ser algún borracho que se metió para pasar la noche o algún animal - expliqué.

- Hay una sola manera de averiguarlo - dijo Soobin, acompañado de una sonrisa malvada.

- No iré - les dije.

- Eres el único que duda sobre espíritus, entonces eres el indicado - le dijo Beomgyu.

Esos tres diablos me llevaron arrastrando hasta la ciudad, pasando calle tras calle hasta llegar a aquellos puestos de arrendados, los dichosos embrujados.

- Ve - me dijo Beomgyu.

Les debía demostrar que no le tenía miedo a nada y mucho menos creía en cosas tan banales como los seres oscuros. Al tomar la manija de la puerta principal está cedió con facilidad, abrí la puerta y me adentre:

Era una vieja casona, no había algo nuevo o bien cuidado. Nadie le había dado mantenimiento, tan deplorable. Camine hasta la segunda planta, tercera, cuarta y quinta. Los rumores hablaban que la última habitación del último piso era un gran embrujado, del cual habían escuchado a un recién nacido llorar y demás.

Me acerque a la última puerta, sin esperar escuchar unas pisadas. Eso me heló la sangre. ¿Quién se encontraba ahí dentro?

Intenté abrir la puerta pero no pude abrirla, estaba cerrada con llave. Miré por debajo de la puerta, claramente había alguien ahí dentro. Una sombra se reflejaba por debajo de la puerta, eso lo comprobaba.

Baje y salí del lugar, encontrándome con los tres mansos que me esperaban impacientes de saber que había encontrado ahí dentro.

- No había nada, solo muebles y cosas viejas - les conteste.

- Pensé que encontrarías una rata siquiera - le dijo Soobin.

- Lástima - le conteste.

El resto de aquella tarde la pase con ellos, pero cuando la noche cayó, tomé las antiguas herramientas que mi padre solía usar. Antes de salir de la vieja casa me aseguré de que Jongseong durmiera, no quería que se enterara de nada.

Con sigilo pasee por las calles de la ciudad hasta llegar a ese lugar de nuevo, y sin tener más distracciones me dirigí a un solo lugar. La última puerta del último piso.

Al llegar pude mirar una luz por debajo de la puerta, una mínima característica de una vela. Pero al poco tiempo se esfumó. Sin dudarlo más, intente abrir la puerta con las herramientas. En el proceso pude escuchar pisadas, quizás un borracho, o eso pensé en el momento.

Cuando la puerta cedió, la abrí con sumo cuidado. Pero, tan sólo poner un pie dentro de la habitación, sentí un fuerte dolor en el estómago. Un nuevo golpe fue dado en mi brazo izquierdo, hasta que tome lo que me estaba lastimando, siendo un palo.

- Quien sea que esté, muéstrate - le ordene - juro que no te haré ningún daño - le dije.

Al paso de unos cuantos minutos, una luz apareció entre la oscuridad. Solo podía ver la delicada mano de una mujer, adjunta a su delicado brazo. Intenté tomarla de la mano pero retrocedió, tenía miedo.

- No te haré daño - le dije.

Intenté tomar de nuevo su mano, con temor, lo aceptó. Su tacto era suave. Tome la vela entre mis manos y me acerque a ella, interponiendo la radiante llama entre los dos, mostrándole mi rostro y ella... Una gran sorpresa.

[ENHYPEN] Woman bodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora