𓆩*𓆪 Veinte

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Chan se encontraba besando la pancita de su esposo, desde que Jeongin sintió los suaves movimientos, todos los días, al llegar del trabajo, él se dedicaba a mimar y consentir el adorable bulto

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Chan se encontraba besando la pancita de su esposo, desde que Jeongin sintió los suaves movimientos, todos los días, al llegar del trabajo, él se dedicaba a mimar y consentir el adorable bulto.

Aprovechando que era domingo y no tenían que poner ni un solo pie fuera de casa, después de un rico almuerzo, Jeongin se fue a recostar aún con su pijama puesto siendo seguido por su esposo minutos después, justo ahora ambos estaban acostados con Chan entre sus piernas mientras sostenía su peso con los antebrazos a un lado de sus caderas, dando besos alrededor de todo su hinchado vientre.

—Y pensar que no quería ser papá aún —murmuró burlándose de él mismo—. No sabía lo que me perdía.

Jeongin sonrió tímido, pasó su mano por los negros cabellos y un cálido sentimiento invadió su interior al observar a su esposo mirando su pancita con tanto amor. Calientes lágrimas bajaron por sus ojos en silencio, Chan levantó su mirada al escuchar como sorbía su nariz y le miró preocupado.

—¿Qué pasa? —preguntó sentándose a su lado y pasando un brazo por sobre sus hombros.

—No es nada, Hyung, tal vez sean las hormonas —el nombrado le sonrió con ternura acariciando una de sus mejillas—. Te amo, Channie, con todo mi corazón.

La burbujeante sensación en el estómago de ambos les hizo sonreír bobamente, Chan se encontraba encantado con las palabras de su esposo y el nombre con el que lo había llamado le agradó con toda el alma, ambos se acercaron para darse repetidos y tiernos besos. La calidez llenaba sus corazones y sus cuerpos reaccionaba con euforia, Jeongin se levantó lentamente de la cama y ante la atenta mirada del mayor comenzó a desnudarse, esta vez no había pena de por medio, pues el amor le daba esa valentía que pocas veces tenía, cuando hubo quitado la última prenda de su cuerpo siendo copiado por el mayor (aunque éste se mantenía aún arriba de la cama), se subió de nuevo a la cama, pasando una pierna al otro extremo de su esposo quedando sentado a horcajadas en su regazo, pasando sus delicadas manos por detrás de la nuca del mismo y compartiendo sonrisas llenas de amor y felicidad.

—Hyung, te necesito —murmuró el rubio en sus labios.

—Amor mío —susurró el pelinegro—, no tienes idea de lo encantado que estaría de volver a estar dentro de ti, pero no podemos, puedo lastimarte a ti o al bebé, solo déjame mimarte, ¿sí?

Jeongin negó en respuesta sellando completamente sus labios en los del mayor, meciendo sus caderas suavemente, frotando ambos miembros mientras profundizaba el ósculo.

Chan soltó un suspiro, se separó del beso para admirar lo bello que era el menor, acarició de nuevo sus mejillas sin apartar la mirada de esos bonitos ojos.

—Está bien, pero seamos cuidadosos —Jeongin asintió con un potente sonrojo, estaba siendo muy desesperado, pero realmente tenía mucho tiempo sin que el mayor lo hiciera.

Estiró uno de sus largos brazos para tomar el olvidado bote de lubricante que había en el cajón de la mesita de noche, esparció un poco en sus dedos y aún con Jeongin encima de él, tomó su barbilla para acercarla y comenzar un nuevo beso, más intenso y húmedo.

Sus dedos lubricados frotaron el contorno del ano del menor quien tembló en sus brazos ante la sensación y soltó un jadeo cuando introdujo el primer dígito, sonrió cuando el chico movió sus caderas con ansias volviendo a frotar sus penes el uno con el otro, la fricción era deliciosa potenciando el placentero momento auditivo con sus gemiditos.

Dirigió su mano libre al pecho y apretó uno de los botoncitos erectos que mandaron corrientes eléctricas hasta el vientre del menor provocando que se corriera al instante. Jeongin gimoteo por el reciente orgasmo dejando su frente en el hombro del mayor mientras este besaba su cuello el cual se iba pintando de manchas rojas al succionar la suave piel.

Chan se encontraba completamente caliente, su miembro palpitaba como loco, pero tenía que ser paciente y cuidadoso.

Con las manos en la cintura del chico, le levantó con cuidado, una de sus brazos abrazaba el delgado cuerpo y con la mano libre tomó su propio pene para dirigirlo a la apretada entrada.

—Innie, baja con cuidado, móntame cómo más te sientas cómodo y donde no te duela —murmuró en el oído ajeno.

Obedientemente el chico fue bajando con lentitud, sentía cada trozo de piel invadiendo su interior, quejidos obscenos salieron de sus labios al ser atravesado por el duro falo, era difícil entrar de un sólo golpe pues ya había pasado un tiempo desde que lo habían hecho.

Chan apretaba la carne de sus glúteos para separarlos, tratando de facilitar el acceso. Una vez dentro del menor, se mantuvo quieto, esperando a que se acostumbrara, su mandíbula se encontraba apretada, pues era realmente un rato mantenerse cuerdo con su pene siendo asfixiado por las apretadas paredes anales del rubio.

Un gruñido placentero fue lo primero que se escuchó por parte del pelinegro al sentir el primer movimiento de menor, Jeongin se sostenía de sus hombros para subir un poco con sus piernas temblando y después bajar de nueva cuenta con la misma lentitud.

—Nggh —el menor no podía controlar los sonidos que salían de su garganta, sus ojos se encontraban cerrados con fuerza y un nudo en su estómago anunciaba otro orgasmo.

—Vamos precioso, no te contengas, yo tampoco creo soportarlo mucho —insistió el mayor con la voz ronca.

Jeongin cedió rápidamente y empujó a su esposo del pecho para hacerlo acostarse completamente en la cama mientras se autopenetraba con la misma lentitud, realmente estaban disfrutando del momento y aunque no fuera algo tan salvaje como regularmente lo hacían, esta vez los sentimientos desbordaban, sumando a la anterior abstinencia, se sentía muy placentero.

Chan observó el rostro sonrojado y agitado de su Innie, se miraba realmente hermoso, era el ser más bello que había visto en su vida, el sudor perlaba su frente y escurría por su cuello mientras bajaba por sus clavículas, su pecho, seguía descendiendo hasta su hinchada barriguita hasta perderse en sus genitales.

Actuando por un sentimiento que jamás había experimentado, colocó sus pálidas manos en el vientre del doncel, adorando esa bonita pancita y muriendo aún más de amor cuando el rubio puso sus manos sobre las de él, sacudidos por el amor hacia ese ser que aún no tenían en brazos, pero que en cuanto lo tuvieran lo amarían y adorarían aún más. El fruto de su amor.

Jeongin nunca dejó de moverse, sus caderas ahora accionaban de atrás hacia adelante, perdidos por el momento, soltando gemidos, gruñidos, jadeos y muchos "te amo", logrando lo que pocas veces sucedía, corriéndose al mismo tiempo, intenso, dejándolos aturdidos por las emociones.

El pelinegro ayudó al menor para acomodarlo a su lado, su mano izquierda era utilizada como almohada y la derecha acariciaba el abdomen del doncel. Jeongin sonrió somnoliento, satisfecho y sintiéndose amado, una de sus manos también acariciaba su propio estómago con cuidado y amor.

Todo en ese momento giraba en torno a ese sentimiento.

No estaban seguros en qué momento se quedaron dormidos, pero lo hicieron envueltos en esa protección y tranquilidad que se daban el uno al otro.

No estaban seguros en qué momento se quedaron dormidos, pero lo hicieron envueltos en esa protección y tranquilidad que se daban el uno al otro

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My Man² ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora