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Capítulo 28

Kink(s) presente(s) en este capítulo:
Trío, Felación, Azotes, Dedos en el ano, Rimming, Sexo anal

Una vez que Thomas, Severus y Harrison se casaron oficialmente, no era raro que los tres salieran con más frecuencia que cuando eran novios.  Las horas de toque de queda ampliadas les permitían visitar lugares que antes les estaban vedados, ya que incluso con los viajes casi instantáneos, algunos lugares no se encontraban en las zonas horarias adecuadas. 

Por eso, un soleado sábado de septiembre, Severus había salido de Hogwarts para reunirse con sus pretendientes en el Callejón del Ocio para relajarse, comer y divertirse.  Durante el almuerzo, en un pequeño restaurante que Thomas conocía y que tenía una fantástica comida italiana, pasaron un buen rato hablando de su próxima unión.  Decidieron unirse en Yule para aprovechar el pico natural de magia.  Severus no tendría problemas para dar clases, ya que Hogwarts no estaría en sesión, y Thomas, aunque estaba más involucrado en política que antes, también estaba disponible, ya que no había reuniones ni nada relacionado con el ministerio programado durante las vacaciones.

Con eso en mente, se decidieron rápidamente por el negro, el plateado y el verde esmeralda como colores de unión.  Severus nunca vestiría más que de negro, pero lo habían convencido de que unos chalecos esmeralda y algunos detalles plateados de buen gusto serían una diferencia sutil, pero apropiada para la ocasión.  Sus labios se curvaron, pero al final accedió.

También se decidieron por una ceremonia más bien pequeña.  Severus sólo tenía a los Malfoys, Harrison tenía un miedo impío a las grandes multitudes y a los posibles reporteros en su enlace, y Thomas había visto lo acertado, y la inteligencia social y política, de hacer de sus votos un evento exclusivo.  Estaban terminando el postre y el té cuando un alboroto los alertó de lo que ocurría fuera del restaurante.

El pequeño ristorante en el que habían estado agradablemente instalados se encontraba en un callejón lateral, así que pagaron rápidamente la cuenta y se apresuraron a salir a la calle principal.  El espectáculo que vieron fue impactante.  Ronald Weasley, que ahora lucía un grasiento, enmarañado y largo pelo rojo y andrajosos ropajes de la prisión de Azkaban, tenía una mirada salvaje y gritaba sobre traidores y serpientes, blandiendo una varita que Harrison sabía que no era suya.  Harrison puso los ojos en blanco ante la escena y, flanqueado por los dos hombres mayores, se dirigió hacia el frente de la multitud congregada.

Por un momento se preguntó si su antiguo amigo le reconocería.  Llevaba poco menos de un año en Azkaban y debía de haberse escapado hacía poco, ya que no había habido advertencias, alertas ni publicidad en torno a una fuga.  Pero un año con dementores podía hacer ya sabe Merlín qué a una mente inestable, y Ronald nunca había sido el más inteligente.  Harrison ni siquiera estaba seguro de que hubiera estado cuerdo cerca del final.  No podía imaginarse atacando a alguien por su casa en el colegio de la misma forma en que el adolescente pelirrojo lo había atacado a él.

Harrison observaba atentamente al ojeroso adolescente.  Estaba claro que Azkaban no había sido benévolo.  Estaba delgado, casi demacrado, y Harrison estuvo a punto de soltar una risita al pensarlo, pero se contuvo cuando el adolescente, que ahora parecía un hombre mucho mayor, le llamó la atención y dejó de despotricar.

"¡TÚ!", gritó la voz rasposa.  "¡TÚ ME HAS HECHO ESTO!"  Una mano temblorosa apuntó en dirección a Harrison.

Harrison respiró hondo y empezó a hablar con voz tranquila: "Ron, esto no es necesario".

"¿No es necesario?" Cuestionó el pelirrojo.  ¿"NO ES NECESARIO"?  ¡Yo te diré lo que no es necesario!  No es necesario tirar por la borda seis años de amistad y familia para salir con un puñado de serpientes. No es necesario enviar a una chica de dieciséis años y a un chico de diecisiete a Azkaban por un accidente.  No es necesario condenar a un amigo a los horrores de la prisión.  Y, desde luego, no es necesario que te escondas detrás de tus amantes serpientes en lugar de enfrentarte a mí", gritó, jadeando.