Horizonte.

1.7K 152 11
                                    

– ¿Puedes creerlo?, ¡él sólo vino y aplastó mis flores! –

– ¡Lo creo!, mis chocolates se derritieron por dejar que él se acercará. ¡es un peligro para esta ciudad! –

Murmullos y escándalo, gente molesta, una vía cerrada, personal nervioso.
Zhongli percibía el mal presagio, su vista fija en el horizonte, la taza de té que quemaba sus dedos rígidos cómo roca, sentía un cosquilleo en la espalda. La inquietud quedó en su cabeza.

- Y es por eso que no deberías cocinar a Paimon sin antes echarle sal. quedará un rico sabor a ahumado y la sal quemará sobre su piel. -

El rey de la nación sazonaba a la pequeña compañera, una pequeña vena crecía en su cien mediante esparcía sal en la cabeza albina de la ajena. la tomó con sus brazos torneados, él la metió a la hornilla. sonreía con satisfacción. 

- ¡Basta, Paimon ya pidió perdón por comer tu desayuno antes que el suyo! - La pequeña guía busco el perdón. 

- Puede que el animal chillé un poco, hay que meter una manzana en la boca para que se calle el hocico. - El extranjero tomó una dulce manzana. 

Sara, quién había sido el protagonista de este suceso miró de forma perdida el suelo, llevaba una expresión vacía desde que elaboro el desayuno, ordeno el cuarto de su rey. 
Expresiones que hacían preocupar al viajero, él dejó su postura encorvada. 

- ¿Sara, me estás escuchando? - Preguntó con el ceño fruncido. 

- ¿Mm?, ah. discúlpeme su excelencia, pondré mi atención al momento de cocinar a su mascota. - Ella volvió en sí. un rostro serio cómo siempre

- ¿Todo está bien?, luces perdida desde esta mañana. ¿hay algo que te preocupe? - 

Sara bajó su mirada, pensando por unos segundos sobre mencionar o no. a fin de cuentas; ella no sería capaz de llevar a lejos sus problemas. miró a su rey a los ojos. 

- Últimamente están habiendo robos en los puestos de la ciudad. tengo una extraña corazonada de saber quién es, pero temó estar en lo correcto. -  

Kujo hizo un ademán con su cabeza. si se trataba de él sería un dolor de cabeza completo. 

- ¿Y que robaron? - Aether alzó la ceja con duda.

- Nada valioso, un par de flores importadas y chocolates propios de la nación. es normal que roben joyas o tesoros de la propia shogun, ¿pero que ganaría con robar algo tan simple y barato? - 

- Ya veo, parece un saqueador algo quisquilloso. ¿a quién tienes en mente? -  

Sara pronto hizo una expresión de decepción. 
Antes de responder entró un guardia a toda prisa, se inclinó ante su Tennou, su comandante.

- ¡General Kujou, hay problemas en la entrada, sigue estando de necio con querer verla! -

La propia Sara apretó los puños, ¿sería la cuarta vez en el día?

- Discúlpeme su excelencia, me encargaré del necio. con su permiso. -  

- Alto, iré contigo. - Aether la retuvo. 

- Mi señor, podría ser peligroso. le pido que se quede aquí. - Sara se negó avanzando. 

A pesar de ello Aether le siguió con su necedad. cada paso que él daba Sara se detenía mirando hacia él. en algún momento ella se dio por vencida siendo seguida por su emperador. 

Al inicio del largo camino del templo, simples vendedores y residentes veían la escena con bastante gracia, vergüenza, pena ajena.
Eran varios, unos soldados más grandes que otros, ellos soltaban feroces gritos de guerra mientras sostenían al mechudo hombre.

Matrimonio. - GI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora