Capítulo 4

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Amber

Hoy vamos a viajar en autobús a San Francisco, no negaré que es lo que más ilusión me hace del viaje. Nos hemos despertado temprano porque tenemos por delante seis horas y media. De hecho nos llevamos las maletas porque vamos a pasar la noche allí antes de regresar a Valley City. No quiero que este viaje termine nunca. Vamos a aprovechar para ir a ver la universidad que espero que en unos meses pueda ir.

Mientras vamos para allí voy mirando fotos y aprovechando para subir unas cuantas a Instagram. Son se ha puesto unos auriculares y se ha puesto a escuchar música mientras cierra los ojos.

No tarda ni dos canciones en quedarse dormido, abre la boca y se le cae para el lado de la cabeza. Yo lo coloco en mi hombro para que no le duele el cuello después.

También aprovecho la situación para subir una foto a su cuenta. Después de eso guardo el teléfono en su mochila y pongo una alarma para la hora de llegada.

Verle dormir provoca el efecto espejo Cierro los ojos y apoyo mi cabeza sobre la suya.

La voz de Son con unos sigilosos toques en el hombro me despierta.

—Cariño ya hemos llegado.

Abro el rabillo del ojo y observo todos los autobuses en paralelo aparcados mientras el nuestro termina de estacionarse.

Desde el autobús no veo prácticamente nada de San Francisco. Agarro fuerte el brazo de Son de la emoción.

Bajamos y recogemos las maletas, son ya las dos de la tarde y tengo bastante hambre.

—¿Dónde comemos? —me rufe las tripas.

—Pues mientras dormías como siete osos invernando simultáneamente después de hacer una carrera entre ellos. He observado que hay una pizzería a la vuelta de la esquina.

—Si yo duermo como siete osos entonces tu duermes como una familia de perezosos porque hay veces que te apuestas en verano y te levantas el siete de Enero sin saber en que planeta estas.

—Eso no es verdad...

—Entonces cuando me fui en el avión al baño mientras dormías y regrese y estabas abrazado a la señora de al lado fue ilusión mía ¿no?

—¿Tenias que sacar ese momento no? —dice soltando una sonrisa.

—Tenía que haber hecho foto.

—Menos mal que no lo hiciste. Venga vamos a comer.

—No quieres seguir esta guerra porque sabes que no la puedes ganar.

—No quiero seguir porque tengo hambre.

Le dejo con la palabra en la boca y nos dirigimos a la pizzería.

Cuando giramos la calle y aun faltan cien metros para llegar ya comienza a oler a pizza de todos los sabores. Nos sentamos en la única mesa que queda libre en el interior del local.

Fuera hace mucho calor, dentro no es muy amplio y encima llevamos las maletas pero el hotel lo tenemos a un kilómetro así que preferimos colocarlas donde podemos.

Se acerca el camarero a tomarnos nota. Es bastante alto, diría que me saca una cabeza, es rubio con el pelo bastante largo y rizado. Tiene los ojos azules y un poco entrecerrados. Lo que provoca que cueste ver el color.

Tendrá nuestra edad o tal vez un par de años más.

—No podéis tener vuestras sucias maletas aquí en medio.

Se expresa con un tono grave y bastante borde.

—Perdona pero en la puerta no pone ningún cartel de que no se puede entrar con la maleta —le replico.

No soporto a la gente así.

—Porque a nadie se le ha ocurrido venir con maletas, solo a dos turistas que no tienen donde caerse.

Veo con el rabillo del ojo que Son se levanta.

—Déjalo, vamos a dejarle con sus míseras pizzas —digo elevando bastante la voz para que nos escuche todo el restaurante.

Nos marchamos y le dejamos con la palabra en la boca.

Comenzamos a buscar otro restaurante. Encontramos una hamburguesería de comida rápida a la vuelta de la esquina. Al menos aquí no nos van a decir nada, hay mucho menos gente y sitio de sobra para dejar las maletas.

—Que asco de camarero, yo no atiendo así de mal a la gente. Ojala lo echen —maldice con cara de bastante enfado.

—¿Que le vamos hacer? Tiene que haber de todo. A mi me gusta mi camarero de Valley —intento quitarle hierro al asunto porque sé que está bastante cabreado.

Saco de nuevo mi lista y desvío la atención con ello. Aquí vamos a visitar la universidad, el Golden Gate Bridge y por último iremos a la isla de Alcatraz porque Son quiere visitar la cárcel.

Terminamos de comer y cogemos un taxi para dirigirnos al hotel para hacer el checking. Después de eso vamos a descansar un poco antes de ir esta tarde a la universidad.

—Vamos Son que vamos a llegar tarde —trato de despertarlo mientras termino de cambiarme y de arreglarme.

Cuando salgo del baño ya está vestido y con el pelo medio peinado.

Se pasa la mano por el flequillo y termina de peinarse.

—¿Nos vamos? vamos a perder el bus hasta Stanford.

—¿Que decias de que dormía como siete osos después de invernar?

—Está bien, reconozco que me gusta dormir.

—¿Dormir? no. Tu no duermes, tu caes en un sueño profundo del que solo sales si huele a comida.

—Esta bien tu ganas

—Lo quiero por escrito y firmado por un notario.

No puedo ocultar que le ha hecho gracia.

Nos dirigimos a la parada del autobús, hay media hora para llegar hasta la universidad. Mientras lo hacemos me imagino que piso o casa podría alquilar por aquí. Me gustaria una no muy cara y lo más cercana a la universidad ya que un trayecto muy lejano podría suponer limitarme mucho el dia a dia ya que quiero ponerme a trabajar para costear el piso y la universidad. Sé que voy a tener el apoyo de mis padres pero no quiero hacerles pagar todo.

Mientras pienso en todo ello y un futuro con Son, a poco más de cinco horas llegamos hasta la universidad.

Está llena de estudiantes por todos lados. Antes de llegar a la universidad hay un gran prado verde con un "S" en medio rodeada por un círculo.

Está hecha por colores, avanzo mientras voy viendo cada detalle por el camino. Entramos al edificio central, hay varias estatuas en medio. Es el jardín de la escritura, siempre he soñado con estar en este lugar. Enseguida empiezo a hacer mil fotos.

—¿Alumna nueva? —pregunta un hombre mayor que lleva una pipa en la boca. Lleva un pantalón de pana y una chaqueta con coderas, está claro que es un profesor de aquí.

—Todavía no lo sé, estoy a la espera de una respuesta.

—Seguro que te aceptan, soy Gustavo profesor de Filosofía.

Me da la mano y enseguida se marcha del lugar. Mientras aprovechamos para seguir viendo toda la parte exterior de la universidad.

Esta igual a como lo he visto en fotos.

Todas mis razones para estar junto a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora