Capítulo 07.

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—¡¿Cómo que tienes un esguince?!— La gran exclamación de su mamá le invadió los oídos.

Estaba encerrado en el baño de la tienda, en la llamada que parecía que se alargaría con su madre; mientras revisaba su tobillo que tenía una breve pigmentación de carmín que alcanzaba a ver al bajar un poco la venda que YiBo había puesto sobre la zona afectada cuándo llegaron. Estaba doliendo, pero su oído más después de la voz fuerte de la femina al otro lado de la línea.

—Está bien, no duele demasiado y sí puedo caminar.— Miró a las cuatro paredes del baño, pensando que decir para disminuir la preocupación de la mayor, y que así ella no dijera algo a su papá. —El Profesor Wang me está cuidando...

—¿El mismo Profesor Wang?— El tema cambió así de drástico; bufó mentalmente, acomodó otra vez el celular entre su hombro y oreja, bajando su pantalón otra vez para ocultar el colorcito.

—Sí, mamá.— Contestó. —No te preocupes, sólo voy a esperar un taxi. ¡Ya me voy!— Colgó, suspirando al instante con alivio porque sabía que Shuang no lo soltaría enseguida después de haberle dicho de quien estaba bajo cuidado. —Dios.— Apoyó el pie, levantándose; claro que le dolió, pero debía salir ya, tenía más de veinte minutos ahí metido sin hacer ruido.

Abrió la puerta, miró a los lados y sólo vió todo vacío. Simple no estaba abierto hoy, entonces aún no tenía la idea cierta del por qué el profesor, que no estaba a su vista por cierto, lo llevó ahí en su compañía.

Pero no le tomó importancia, salió bien, caminando entre el pasillo inicial para ir a donde Wang estaría posiblemente, en las mesas del frente. Mientras lo hacía, cojeando un poco, su vista quedó plegada sobre unas hojas amarillentas, como si fueran antiguas sobre la barra de cristal de la recepción. Ladeó su cabeza; continuamente se aseguró de que el castaño no estuviera más cerca de lo debido y se acercó a la zona, tomándolas entre sus manos.

Escritos; eso era lo que habían. Una letra muy legible, con una bella ortografía y con sentimientos impregnados en cada párrafo existente. ¿Serían de YiBo...?

"Escribo más de una vida en poemas, condenándome a amar hasta que mis manos se hubieren de cansar, de escribirle cada detalle, en cada instante".

No siguió leyendo más, dado que, a un poco de su distancia, el sonido de las cuerdas del violonchelo se hicieron audibles. No era la pieza del Lago de los Cisnes, ni la de los interpretes conocidos que estudiaban, era una que sólo una vez había tocado en el Valle hace años con la Orquesta; sólo una vez. La primera ocasión en que conoció al castaño.

Depositó nuevamente las hojas en el mismo lugar, avanzando hasta donde el sonido provenía teniendo en su cabeza el deseo de que quizá realmente fuera Wang YiBo el que tocaba. Y, oh sorpresa para él, realmente lo era. Apenas había empezado a tocar tan dulce y concentrado, pero cuándo lo vió, se detuvo, soltando el arco.

—Lo siento.

—¡No!— Se apresuró, notando los indicios del más alto de dejar de lado el instrumento. No se sentó ni se movió de su lugar, sólo lo miró tan cautivado como nunca antes. —¿Puede tocar más, pero ésta vez para mí?

Wang YiBo curvó sus cejas brevemente, pensándolo con profundidad. Sus manos estaban en el arco superior, sosteniendo de igual manera la vara que había dejado sobre el sofá. Tomó aire, desvíando su vista a sus propias manos.

Por un instante, tuvo miedo.

Miedo de que al mirarlas éstas empezaran a temblar como múltiples veces le había sucedido.

Simple. [Spring Is Coming].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora