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Cuando Caden y su padre llegaron a su hogar no fue sorpresa para ninguno de los dos la actitud molesta de Ella, ciertamente Caden no esperaba que lo recibiera con los brazos abiertos, pero tampoco espero esa actitud tan fría con la que actuaba a s...

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Cuando Caden y su padre llegaron a su hogar no fue sorpresa para ninguno de los dos la actitud molesta de Ella, ciertamente Caden no esperaba que lo recibiera con los brazos abiertos, pero tampoco espero esa actitud tan fría con la que actuaba a su alrededor y menos que se comportara tan distante con su padre; los tres estaban en el pequeño comedor cenando y la tensión se podía cortar con un cuchillo, su madre no había mirado a ninguno de los dos o les había dirigido alguna palabra, les estaba haciendo la ley del hielo.

—¿Me puedo retirar?—. Pregunta Caden sin poder aguantar un segundo más allí, necesitaba irse, su padre lo mira con preocupación pero asiente por lo que rápidamente se pone de pie caminando por el pasillo.

—¿Vas a seguir actuando así?—. La voz de su Connor hace que se detenga a mitad del pasillo hacia su habitación.

—¿Así como?—. La respuesta de Ella con ese tono solo hacen que Caden quiera desaparecer pero también escuchar lo que dirían a continuación.

—Como si Caden hubiera hecho algo horrible, solo nos confesó que era gay, no es el maldito fin del mundo—. Su padre era alguien que casi siempre mantenía la calma y era alguien muy pacifista, por lo que las maldiciones y groserías no entraban dentro de su vocabulario, sobre todo porque era un pediatra y no quería decir alguna mala palabra delante de los infantes, así que escucharlo maldecir hizo que se diera cuenta que estaba realmente molesto.

—Para ti no es el fin del mundo, pero para mi lo es, no voy a permitir que mi único hijo sea gay, no puede ser gay, de seguro solo es una etapa.

—No es una etapa, por Dios, Ella.

—Lo es, dime, ¿cómo pudo estar tanto tiempo con Alice y de un día para otro decir que le gustan los chicos? No es normal.

—Es completamente normal y no voy a permitir que...

—Cállate Connor, que es mi hijo—. Respira hondo cuando escucha cómo su madre dice aquello, para después empezar a escuchar los gritos de sus padres discutiendo, no soportándolo más entra a su habitación tomando su mochila guardando ropa, sus manos temblando y haciendo todo el esfuerzo en no llorar.

Todo lo que conocía se había desmoronado en cuestión de segundos, no podía creer que así de rápido había cambiado su vida y no podía creer que por decir que le gustaban los chicos ahora sus padres estaban peleando horrible; sin más salió de su habitación y caminó con cuidado de no hacer ruido o ser notado para salir de su hogar, no podía pasar la noche allí y no estaba seguro de poder pasar más noches allí, por lo que emprendió el camino que se sabía de memoria hacia la casa de quien nunca lo había dejado solo.

—¿Caden?—. El señor Clark pregunta extrañado al ver al chico delante de su puerta, se hace a un lado permitiéndole entrar a su hogar—. ¿Está todo bien?

—¿Me puedo quedar esta noche aquí?

—Claro que sí, no tienes que preguntar eso, sabes que esta también es tu casa.

¿Cliché?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora