2: ¿Y a mí qué me importa?

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Qué día tan excesivamente aburrido. El reloj marca las diez de la mañana y él todavía está tirado en su sofá. Se supone que dentro de diez minutos debería estar saliendo de casa para ir a entrenar, pero su entrenador, Samson Foster, un tipo que es más puntual que las agujas de un reloj, le dijo a él y a sus compañeros que entrarían media hora más tarde porque anoche, los empleados del gimnasio, no habían limpiado nada. Incluso en el mensaje pudo sentir su enojo.

Así que ahí está, tirado, con su ropa para entrenar y su bolso descansando a su lado. La televisión es una basura, porque tampoco están pasando algo interesante para ver. Eso hace que su agonía crezca todavía más y lo haga suspirar ruidosamente, cansándose de encontrar un objeto de entretenimiento. Y se niega a tocar su teléfono, porque ese es peor que la tv. No hay nada divertido y los minutos pasan lento.

Suelta un suspiro y mira al techo, cruzando sus manos por encima de su estómago. Comienza su propio debate mental, replanteándose sus decisiones y opiniones porque es lo mejor que puede hacer ahora. Piensa en la política y la economía del país o si es realmente bueno, siendo hombre, apoyar el feminismo y toda lucha por las mujeres, pero como se aburre, cierra los ojos y se imagina un partido de vóley. Sí, eso sí que lo va a entretener.

En su cabeza, los MSBY vuelven a jugar contra un rival de Europa. Es un súper clásico. La primera vez que Atsumu jugó contra ellos, quiso morirse porque los mataron a puntos; la diferencia fue grande, avergonzando a todo el equipo. Por suerte, la segunda vez que jugaron contra ellos, les ganaron. Y festejaron mucho. Atsumu se centra en las posiciones de su equipo, jugando con cinco en la cancha en vez de seis. El opuesto de su equipo le cae mal, no lo siente realmente bueno pero es un pensamiento que se queda en su mente porque creerán que es un idiota y lo tacharían de arrogante.

El opuesto del equipo, un chico de cabello negro que porta el número seis, es insoportable. Le arma y todo, cumpliendo con su trabajo, pero le cae mal. Lo viven bloqueando y eso le estresa. ¡Necesitan a alguien nuevo! Pero su entrenador es un imbécil que no lo escucha ni a él ni a su capitán. Bufa, enojándose con solo pensar en el tema.

Por suerte tiene que detener sus pensamientos porque hay golpes en su puerta. Seguramente es su vecina que viene a molestarlo, pero es el único entretenimiento que tiene así que se levanta con pereza y camina. No se tarda mucho en abrir la puerta.

—Hol-

Y tampoco se tarda en cerrarla.

—¡Atsumu!

—¡Vete!

Se aleja negando. El sofá seguirá siendo cómodo hasta que el reloj marque las diez y media.

La puerta vuelve a abrirse aunque él la haya cerrado. Se encuentra con la figura seria y alta de su ex novio.

—Eso es ilegal.

El hombre entra.

—Necesito tu ayuda.

—Sigue necesitándola porque no pienso dártela.

—Atsumu, por favor.

—¡No me importa! —exclamó tirándose en el sofá otra vez—. Ve y pídele a Dios que te ayude, insoportable.

Refunfuña, bajando su mirada a su teléfono. El reloj marca las diez y catorce. Prefiere que el tiempo pase lento antes que seguir escuchando al idiota de su ex.

—Es por mi madre.

Ah, mierda.

Puede que se lleve mal con el pelinegro, pero la mujer no tiene la culpa. Mucho menos cuando lo defendió de su propia pelea y se encargó de amarlo como si fuera su hijo.

Lo último que sabe es que la mujer estaba muy enferma. Por eso mismo, con Kiyoomi, su ex, llegaron al acuerdo de decirle que se habían distanciado por un tiempo la vez que Atsumu se fue a despedir de ella entre lágrimas. Si bien no iba a perder contacto con la mujer, tampoco iba a ir a visitarla constantemente a su casa cuando sabía que su inútil hijo iba a estar ahí.

—¿Está todo bien?

Su cabeza da un giro drástico cuando el hombre dice la razón de todo y piensa que si Kiyoomi está ahí es porque algo malo está pasando respecto a su madre. Así que deja caer el teléfono sobre su estómago y lo mira, preocupándose instantáneamente.

—El doctor dijo que no le quedan muchos días —dijo cruzándose de brazos, desviando la mirada—. Un mes, como máximo.

—Tienes que estar bromeando.

—Ojalá.

—Ay, Omi-kun, ven aquí...

No tarda en levantarse y abrazarlo, dejando que el pelinegro corresponda con fuerza. Su situación ha sido una mierda, lo sabe desde que son amigos.

Su relación duró más de lo que normalmente se supone cuando se trata de adolescentes. Todo pasó durante el verano en el que cursaban el mismo año pero en diferentes escuelas. Atsumu Miya, con un poco de coraje y una sonrisa nerviosa, le pidió su número y Kiyoomi Sakusa se lo dio con una mirada despectiva, como si estuviera preguntándose por qué lo hacía.

Comenzaron a salir, conociéndose y hablando todos los días. Atsumu, dos meses después, terminó confesándose, diciéndole cuánto le gustaba. Omi, sorprendiéndolo, le dijo que le correspondía con simpleza. Y luego empezaron a salir; un millón de cosas por las que pasaron y sin darse cuenta, ya vivían juntos. Cielos, habían estado ocho años el uno al lado del otro. Es una pena que algo tan largo haya terminado.

Pero ahora volvía a renacer. Si bien Atsumu tenía muy en claro que no volvería con Kiyoomi, podría mantener contacto con él si se relacionaba con su madre.

—Mi madre sigue pensando que estamos juntos. Ella... quiere vernos. Quiere quedarse unos días en «nuestro» apartamento.

—¿Por qué no le decimos la verdad?

—Te quiere mucho como para saber que ya no estás completamente en su vida y se enojaría si se entera que le hemos estado mintiendo.

—Más te vale que esto no sea una excusa para volver conmigo, Kiyoomi.

—Claro que no —frunció su ceño—. Cuando mamá se vaya, me iré yo con ella y no volveré a molestarte en tu vida. Dalo por seguro.

Atsumu suspiró y tomó su teléfono, mirando la hora.

—Podríamos hablar de esto durante el viaje al gimnasio.

El ambiente es tan incómodo y la molestia entre ellos todavía sigue vigente. Sí, que Atsumu lo abrazó segundos antes por su madre, pero eso no cambia el hecho de que se llevan mal.

—Está bien —Omi desvió la mirada—. Esto solo será por una semana, podremos pretender llevarnos bien por siete días, ¿cierto?

Preguntó, casi nervioso. Atsumu se molestó más al escuchar el tono con el que habló.

—Sí, claro que sí. Cuando tu madre nos vea, seremos el novio más feliz y enamorado del mundo, pero cuando aparte sus ojos de nosotros...

Atsumu tomó su bolso y pasó a su lado, dirigiéndose a la puerta.

—Te seguiré odiando.






























































































BUENAS TARDES

qué tal? cómo andan?

Llegó el Sakuatsu? qué les pareció?

Esta pareja tiene los capítulos 2, 7, 12, 17, 22

Espero les siga gustando la historia, no se olviden de votar y comentar!

Nos vemos!!!

tkm tkm tkm

Yo y mis estúpidas decisiones | Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora