1: El anillo era de mi abuelo

1.5K 160 66
                                    

Está mal fumar, eso lo sabe muy bien. Cada vez que compra una caja de diez cigarrillos, lee de manera culpable la advertencia en el paquete. Siempre hay imágenes feas que tapa con dibujos pequeños que le hace su hermana menor.

Su madre le ha dicho que es malo pero le da igual. Iwaizumi piensa que de algo tiene que morir, sea ahora o dentro de veinte años, terminará en un cajón al igual que el resto de la población. ¿Cuál es el sentido de cuidarse si tus órganos van a pudrirse de todas maneras? Él solo acelera el proceso, pero eso no significa que vaya a morir el martes que viene, no. Su abuelo fumó toda la vida y vivió hasta los ochenta; él tiene pensado vivir hasta los treinta.

Por eso le da otra calada al cigarrillo entre sus labios, exhalando con paz el humo y soltando por su nariz luego de un tiempo. Es bueno en esto; fumó por primera vez a los dieciséis en un ataque de rebeldía, aunque, si tiene que ser sincero, todo en él es esa palabra. Sus ojos tienen escrito «rebelde» en brillante, al igual que sus perforaciones y tatuajes. Pero no, no es como piensas; no porque use eso, automáticamente es rebelde, simplemente se perforó y tatuó a escondidas para molestar a su madre, quien, como la buena religiosa humilde que es, le dijo que tenía prohibido todo eso. Aunque no es tan extremista en todo eso, después de todo, la mujer acepta su sexualidad.

—Y... ¿Eres de por aquí?

Hace media hora ha estado tonteando con el chico sentado a su lado. Sabe vagamente que su apellido es Oikawa y que no conoce el significado de vergüenza. Es bonito o quizá la oscuridad lo ayuda; hasta lo que puede ver entre la escasa luz del patio del salón, tiene cabello revoltoso y parece ser que oscuro, es alto y delgado. No sabe si tiene tatuajes o perforaciones, es consciente de que no fuma porque es deportista pero no sabe qué deporte practica.

Son dos desconocidos que se conocieron en una fiesta, no hay nada más que eso. El chico este, Oikawa, parece ser todo lo contrario a él. Y le irrita un poco, porque intenta hablarle cuando él, notablemente, no quiere hacer nada más que fumar, pero le contesta por simple educación, escuchando las palabras de su madre en su cabeza, diciéndole que no le cuesta nada entablar conversaciones. Es molesta y chillona así que por eso le hace caso esta vez.

Han intercambiado tragos, han bailado y se han besado. El niño besa bien, no puede negarlo. A pesar de la diferencia de altura, este se relaja bajo sus labios y él aprovecha para besarlo con más intensidad, disfrutando del gusto a licor y con suerte jugueteando con su labio inferior. Por eso mismo ahora están sentados uno al lado del otro, Oikawa parece ser que no se despegará de él en toda la noche y aunque le molesta un poco, porque su voz es un poco chillona, prefiere esto antes que estar adentro muriéndose de calor y estando aburrido.

—Sí. Vivo a unas cuadras —responde con la mirada todavía en la calle vacía—. ¿Tú?

No le interesa, pero tampoco quiere quedar como el imbécil que verdaderamente es. El chico a su lado estira sus brazos a sus costados y lo mira, ladeando suavemente su cabeza y dejando que la vincha de pulseras fluorescentes se caiga un poco por su costado. Iwaizumi no es tonto, sabe que, de alguna forma infantil, está coqueteando con él.

—Bastante lejos —responde rápido, mirándolo con sus ojos brillando pero no sabe si es por el alcohol o porque está embobado con él—. Iwa-chan, he notado que no hablas mucho. ¿No quieres conversar conmigo?

Oikawa luce más seguro de sí mismo que otra cosa. Pregunta filoso pero dulce, sabe controlar sus palabras y su tono de voz. Eso no le gusta mucho a Iwaizumi; la confianza con la que se maneja lo incómoda un poco. Y sí, tranquilamente podría levantarse e irse, pero no tiene otra opción más que soportar al niño a su lado. Su mejor amigo está adentro haciendo Dios sabe qué y no quiere estar solo; es aburrido así.

Yo y mis estúpidas decisiones | Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora