22: Mentiras entre mentiras

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Esto pasó la misma noche de aquella conversación.

Atsumu entró al cuarto y se acostó en silencio. Se quedó un rato pensando en si sería buena idea o no decirle a Omi que suba para dormir con él. Y una gran parte suya le dice que es mala idea, pero ya para ese momento, él lo mira desde los pies de la cama.

—Omi-Omi, ¿estás despierto?

—Sí. ¿Qué quieres?

—Ven a dormir conmigo.

Silencio. Largo silencio. Atsumu aprieta sus labios y se vuelve a acostar, pensando si fue buena idea o no preguntarle. Se siente avergonzado, en cualquier momento puede largarse a llorar, pero siente su aliento atascarse cuando el colchón a su lado se hunde. No escuchó a Omi en ningún momento.

—No pensé que lo harías.

—Lo hice —Omi susurra a su lado—. ¿Vamos a dormir solamente?

—¿Qué clase de pregunta es esa, Omi-Omi? —Pregunta coqueto y divertido para calmar sus nervios.

—Me parece extraño que hayas hecho esto.

—Quizás tengo frío.

—Tienes sábanas y mantas para taparte. ¿Qué quieres?

No lo ve en la oscuridad, pero sabe que los ojos de Omi están sobre los de él. Atsumu relame sus labios.

—¿Qué piensas del beso?

—Me gustó —Es sincero—. ¿Y a ti?

—También.

Atsumu se remueve en la cama y muerde su labio inferior. Se puede sentir la tensión en el aire, como si le faltara oxígeno para respirar.

—¿Crees que...? —Aclara su garganta, acercándose a él. Omi suspira suavemente—. ¿Crees que podríamos repetirlo?

Kiyoomi se tarda en responder, todavía sorprendido con la pregunta. Atsumu se siente nervioso, inseguro por sus palabras. Siente que cualquier movimiento podría arruinar esto, sin embargo todos los pensamientos se borran de su mente y la dejan en blanco cuando siente la mano de Omi tomar su cintura, levantando suavemente su camiseta.

Hace tiempo no tenía las manos de Omi sobre él.

—Sí. Podríamos.

Atsumu toma su rostro y rápidamente lo besa, sintiendo el apretón de su mano y como lo tira para acercarlo más a él. Se deshace por eso mismo, sintiéndose débil ante el toque y los labios de su ex novio. Es una maravilla besarlo después de tanto tiempo, incluso aunque no haya sido tanto.

Por eso abre su boca y deja que Omi meta su lengua, sintiéndose vulgar. Atsumu sube sus manos a su cabello y tira de este, empujándose a sí mismo para subirse sobre él. Hay un chasquido porque se separan pero no pasa ni un segundo para volver a besarse, están desesperados. Han soñado esto por quién sabe cuánto.

Las manos de Omi no tardan en bajar su pantalón, sintiéndose vivo otra vez cuando aprieta su trasero o acaricia la parte trasera de sus muslos. Atsumu jadea sobre sus labios, bajándose de él para desvestirse rápidamente. Omi hace lo mismo y cuando solo están en ropa interior, vuelven a la posición de antes y se besan otra vez.

—No hagas ruido —Omi susurra, sintiendo besos húmedos en su mandíbula—. Recuerda que no estamos solos.

—Lo sé —Atsumu baja a su cuello rápidamente—. No lo haré, tranquilo.

—No puedo creer que... —Omi respira hondo cuando siente sus erecciones rozarse—, que hayas esperado hasta el último día de la semana para que hagamos esto.

—No pensé que tú querrías lo mismo —Murmura, bajando sus besos por su pecho—. Gracias al cielo que sí, te extrañaba.

—Qué romántico.

Atsumu ríe antes de besar su estómago.

En esa noche pasaron muchas cosas. Y por suerte fueron silenciosos.

Al otro día, Atsumu se despierta solo. Ni siquiera se sorprende al escuchar el ruido de la ducha: Su ex novio es insoportable con los gérmenes y la sudoración, pero no le importa ahora cuando tiene sábanas enredadas en su cuerpo y moretones en sus caderas. Claro que no.

Lo triste del día es Hiroko. Luego del desayuno, es hora de regresar a su casa. Atsumu siente una gran angustia, tanto que cuando la está abrazando, llora.

—Usted sabe que la quiero muchísimo, Hiroko-san.

—Y yo a ti, mi niño —Ella sonríe—. Eres un chico increíble. Me alegra haberte conocido.

—A mí igual —Solloza, apretándola con fuerza—. Cuídese, Hiroko.

—Cuídate tú....Y a Omi también.

El pelinegro aprieta sus labios y asiente, observando con lágrimas ya en sus ojos el abrazo entre los dos.

—Aunque aún así —Hiroko se separa y lo mira con una sonrisa—, tengo ganas de matarlos por haberme mentido.

Atsumu la mira confundido.

—¿Mentido?

—Sí, cariño —Ella ríe, golpeando suavemente las mejillas del rubio—. Una madre siempre sabe todo.

—¿Qué? —Omi se acerca a ella—. ¿Y-y por qué nunca nos lo dijiste?

—Porque era gracioso —Se cruza de brazos—. La madre de Atsumu también se rió de esto cuando hablamos en la cocina.

—Qué vergüenza... —Atsumu murmura.

—¿Estás enojada con nosotros?

—Claro que no —Los mira sonriente—. No tengo tiempo para enojarme, prefiero reírme de lo tontos que fueron —Atsumu niega avergonzado—. Espero regresen en serio, chicos.

—Probablemente pase —Atsumu suspira. Omi asiente apretando sus labios—. Aún así, lamento haberle mentido, Hiroko.

—No te preocupes. Es una anécdota graciosa que pueden contarles a sus hijos en un futuro —Deja un beso en su mejilla—. Cuídate, niño.

—La quiero mucho, Hiroko.

—Y yo a ti.

Un último beso en su mejilla y comienza a caminar con Omi sosteniéndola del brazo. Atsumu aprieta sus labios.

—¡Omi!

Él se da vuelta.

—¿Te espero para comer?

Eso hace que su corazón se acelere. Kiyoomi observa la mirada esperanzada de Atsumu y piensa en lo lindo que es su ex novio. Definitivamente le pedirá volver cuando regrese a casa y coman.

—Sí, Atsumu. Espérame.

El rubio asiente jugando con sus manos. Y recién cuando los Sakusa se van de la casa, se pone de cuclillas y respira hondo, observando el piso. Esta ha sido la semana más infernal y sentimental de toda su vida. Ni siquiera sabe cómo sobrevivió su corazón para todo lo que ha pasado.

Pero intenta ser positivo. Probablemente cuando Omi regrese a casa, le pedirá volver. Se confesará otra vez si es necesario, pero después de lo que le dijo Hiroko, entendió que tiene que volver con ese hombre. Incluso podrían hablar de la razón por la que terminaron. Ahora tienen tiempo para todo.

Yo y mis estúpidas decisiones | Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora