Límites

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Capítulo 1

Límites


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El cosquilleo al sentir el suave tacto de sus labios bajando por su abdomen provocaron que se escapara un corto gemido de los labios de Hermione, logrando que los besos de Draco subieran de intensidad mordiendo con necesidad su piel, mientras sus manos se deslizaban posesivamente sobre sus piernas, soltando más y más gemidos de placer por parte de la castaña.

—Draco… —susurro Hermione con desesperación logrando que el rubio alzara la mirada con una sonrisa ladeada llena de satisfacción por lo que provocaba en la castaña.

—Dilo —ordenó con la respiración entrecortada por la excitación del momento mientras se acercaba tortuosamente lento a los labios de Hermione.

—Soy tuya —contestó con decisión cuando sintió el cálido aliento sobre sus labios.

Él sonrió nuevamente rozando sus labios y…

Hermione despertó abruptamente con el corazón acelerado y las manos sudorosas por el calor que emanaba su piel. Corrió el dorsal de su cama suspirando con alivio al ver que sus compañeras de cuarto aún dormían, así que se levantó para darse una ducha.

Una fría ducha.

Al sentir el agua cayendo por su cuerpo soltó un quejido frustrado por tener nuevamente aquel sueño, había estado investigando que varias personas lograban controlar los sucesos de sus sueños, lo había intentado, cada noche antes de dormir repasaba mentalmente todas la atrocidades e insultos que Draco Malfoy le había propinado durante estos 7 años con la esperanza de reprimir aquellos sueños, o al menos detenerlos.

Un nuevo quejido salió de sus labios ¿A quién quería mentir? No quería detenerlo. Deseaba traspasar esa sonrisa socarrona de Draco y se odio por eso. Y odio a Draco Malfoy por invadir sus sueños.

Apagó la ducha incapaz de para de pensar en aquel rubio como todas las mañanas que amanecía con aquellos sueños y se encaminó a colocarse su uniforme para continuar con su rutina diaria.

Bajar a la sala común, desayunar, asistir a sus clases, escabullirse hábilmente por los diferentes pasillos del castillo.

¿Por qué?

Porque Hermione Granger era la heroína de la guerra, parte del trio de oro, favorita de los profesores, la mejor bruja de su generación y… una loca acosadora.

“Esto tiene que parar” se reprendió mentalmente cuando tomo aire mientras caminaba apresuradamente para llegar a su destino, todo por culpa de Terry Bott que la había distraído con preguntas sobre transformaciones. Cuando doblo por uno de los pasillos frenó en seco ocultándose tras una estatua al tiempo que un grupo de estudiantes de Slytherin liderado por Malfoy atravesaban el pasillo con aires de superioridad y miradas amenazantes hacia estudiantes de otras casas.

Cuando la castaña perdió la vista del grupo soltó el aire retenido desde el momento que Draco paso a su lado, con su maldito y perfecto rostro. Salió de su escondite dirigiéndose a la biblioteca para realizar sus tareas resignada a ese efímero momento a su lado.

Porque sí. Hermione había memorizado toda la rutina de Draco, sus horarios, clases. Actividades, por lo tanto, sabía dónde estaría cada día, cada hora, solo por poder admirarlo a lo lejos.

Solo una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora