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Capítulo 9

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Mansión Malfoy, 1999

Casi un mes había transcurrido desde la última vez que Draco apareció en su habitación, el rubio había acatado sus órdenes, no volver, así que ahora su única compañía era Minnie, la única que la mantenía cuerda encerrada en esas cuatro paredes. Con desesperación pasaba horas mirando por la ventana añorando sentir la brisa fresca de un atardecer. Aunque la elfina de la familia Malfoy llevaba libros para saciar su aburrimiento y se dedicaba a escucharla, ansiaba una conversación real, incluso deseaba poder mirar la arrogante mirada de Malfoy, aunque sea solo para molerlo a golpes. Eso definitivamente ayudaría a mejorar su estado de ánimo.

La puerta de su habitación se abrió lentamente y por primera vez desde que se encontraba ahí sintió un alivio al pensar que podría ver algo más que paredes y la dulce elfina, pero lo que encontró fue una castaña muy hermosa entrando con cuidado.

—¿Quién eres? —preguntó al no reconocer a la joven bruja parada en el marco de la puerta.

—Astoria Greengrass, estudiaba en Hogwarts —contestó la muchacha logrando que el cerebro de Hermione comenzara a trabajar, ahora que empezaba a acercarse, ahora la recordaba.

—¿Vives aquí?

Pronto lo hare. Soy la prometida de Draco. ¿No te lo dijo? —soltó la chica con sarcasmo—. No me sorprende.

Hermione observo como Astoria se paseaba por la habitación detallando minuciosamente cada cosa en la misma, mientras un remolino se formaba en su interior por sus palabras. Había visto a la chica en los pasillos de Hogwarts las veces que esperaba a su amiga Ginny saliera de clases y esta compartía con los Slytherin, pero jamás se imaginó que ella fuera amiga de Draco, mucho menos su novia.

Granger —habló Astoria acercándose a la castaña cuando el silencio se volvió demasiado incomodo.

Hermione se alejó por instinto abrazando sus piernas como signo de protección logrando que Astoria la mirara con tristeza.

—Escapa, a la mínima oportunidad que tengas de huir, solo hazlo. Al menos tú aun puedes.

Hermione no contestó, el constante remolino en su estómago la impedía soltar palabras, sintiendo que en cualquier momento podría vomitar o desmayarse ante el miedo y la presión. Observo como Astoria se levantó dirigiéndose hacia la puerta.

—Vendrán a buscarme. Cuando se den cuenta, Harry...

—¡Él no vendrá! —espetó la chica con la mirada oscurecida y fría—. Fue Harry quien te entregó.

No.

Harry era su amigo.

Él jamás haría eso.

Hermione quiso gritar, insultar a la chica por atreverse a decir tal infamia contra su amigo, pero ella ya no estaba en la habitación. La soledad y el silencio que se formó en el lugar la envolvieron destrozando por completo su control. Las lágrimas comenzaron a salir mientras el dolor en su pecho se volvía insoportable.

Él no te ayudará. Nadie lo hará. A nadie le importas.

Esas palabras hacían eco en su cabeza, habían pasado semanas desde que estaba encerrada en aquel lugar. ¿y si Draco tenía razón, si ya nadie le iba a ayudar?

Solo una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora