Quien te hizo cambiar

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Capítulo 8

Quien te hizo cambiar

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Escuchar el retumbar de sus latidos mientras el calor subía por sus mejillas demostraron a Hermione Granger que estaba completamente loca al haber aceptado ese estúpido juego.

—Podrías mirarme a la cara al menos —soltó Draco en un grueso y jodidamente sensual tono, logrando que la castaña se estremeciera incapaz de mover un solo músculo.

Draco estaba peligrosamente cerca de ella, con ambos brazos a cada lado de su cuerpo mientras la castaña se apoyaba al espaldar del sillón donde se encontraba respirando pesadamente mientras Draco se regocijaba de su semblante con una sonrisa ladeada.

—Yo… solo veo… cosas… interesantes —contestó con dificultad Hermione obligándose a no verlo ni a él, ni a su jodidamente sexy cuerpo.

Porque si, Draco Malfoy estaba semidesnudo frente a ella, sobrepasando completamente los límites.

—Si quieres te dejo tocarlo —propuso el rubio con picardía.

Hermione abrió los ojos escandalizada mientras empujaba lo más lejos que pudo a Draco de ella.

—¡Eres un cerdo! —gritó la castaña furiosa.

—Solo me quité la camisa Granger no seas exagerada —dijo el rubio mientras se acomodaba la misma—. Deberías sentirte agradecida, no permito que nadie toque mis perfectos abdominales.

—¡Pues yo no quiero tocarlos! Y lo que hiciste es injusto, yo no estoy sacándome la ropa frente a ti.

—Por desgracia —susurró Draco, aunque la castaña logro escucharlo ganándose una mirada asesina por su parte—. No lo haces divertido Granger.

—¿Quieres hacerlo divertido? ¡Bien! Pásame mi varita.

—¿Tu qué?

—Mi varita —sentenció la castaña decidida, Draco solo puso los ojos en blanco resignado.

—Bien ¿dónde está?

Hermione sonrió con triunfo antes de levantar su pierna y ponerla sobre la mesa.

—Debajo de mi falda.

Hermione habría deseado tener una cámara para capturar ese momento. Draco se encontraba inmóvil y completamente pálido mirando su pierna elevada.

—¿Qué pasó Malfoy? Es demasiada diversión para ti —se burló Hermione mientras movía su pierna con la intención de bajarla, pero Draco fue más rápido llegando hasta ella tomando entre sus manos la pantorrilla de la castaña dejándola helada. El rubio sonrió ante su esperada reacción provocando la ira recorrer la piel de Hermione, no iba a dejarlo ganar, no esta vez.

—¿Me darás mi varita o no? —cuestionó con decisión fijando su mirada en la marea gris de él.
Draco aceptó el reto subiendo su mano lentamente por la suave piel de la chica. En cuanto sus manos desaparecieron bajo la falda de la castaña, ella tuvo que reprimir un gemido ante las indescriptibles sensaciones que el solo tacto lento de Draco provocaba.

Unos pocos centímetros por encima de la rodilla de Hermione, y Draco pudo sentir la fina correa que envolvía su pierna, la cual formaba una especie de bolsillo secreto que aprisionaba su varita, él la tomó y sin dejar de acariciar los muslos de Hermione se aventuró a seguir subiendo sus manos mientras deslizaba la varita de su prisión deleitándose de su exquisita piel que lo estaba volviendo loco.

Solo una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora