04.

611 48 2
                                    

Desde aquella tarde en la que Lucerys ganó en combate, las tareas empezaron.

Para su desgracia, y por insistencia de la reina Alicent, Criston Cole era el responsable de darle las órdenes a pesar de que Lucerys era un príncipe y que no formaba parte de la guardia real. Sin embargo, y a pesar de las malas caras que el caballero de capa dorada le hacía, le gustaba sentirse útil.

Lo mejor era que solo sería temporal, como una introducción a lo que en un futuro tenía que hacer, en unos cuantos meses su vida y entrenamiento político empezarían, así que tenía que empezar por tareas como aquellas, internarse en el mundo real, conocer al pueblo, entender que Westeros era más que aquellas gigantes paredes del castillo y las vistas desde los carruajes o caballos.

¿Lo peor? Que no podía verla tan seguido como antes.

La última vez que la vio había sido hace un par de días, y no fue la gran cosa. Solo un intercambio de miradas, un saludo gentil y eufórico por parte de ella, y el autocontrol de Luke desbordandose.

No podía simplemente correr y besar su delicada mano como siempre lo hacía, o abrazarla al momento de verla, o decirle al oido lo preciosa que se miraba, no sin antes haber terminado con sus deberes fuera del castillo.

Así tenían que ser las cosas y así lo serían por mucho tiempo más. Ser el heredero de Driftmark implicaba más que solamente pasar el tiempo con ella y ser felices dentro y fuera del castillo, por eso estaba ahí, parado haciendo de guardia real para observar y ayudar, para el día en que pudiesen vivir en aquellas tierras saladas llevar una vida tranquila, con la certeza de que estaban en paz, sin importar que ser el señor de Driftmark implicara ausencias continuas.

Aún así, trabajaría para que las cosas fueran diferentes y la historia de muchos reyes ausentes no se repitiera.

Porque jamás abandonaría a su princesa.

Afortunadamente ese día estaba más tranquilo que de costumbre, menos incertidumbre, menos ruido, solo unos cuantos mensajes que dar y unas lecciones y entrenamientos que tomar.

Esperaba sin duda verla aquella tarde, el solo pensar en su prometida lo hacía temblar, nada era mejor que pasar el tiempo con esa princesa peliblanca, de facciones y manos suaves, que vestía de colores claros y que amaba pasear en Arrax.

Nada era mejor que su risa escandalosa cuando estaban solos, ni de su manera de verlo cuando hacía alguna tontería para hacerla feliz.

Planeaba llevarla a dar un paseo en su dragón, pero descartó la idea, no había buen tiempo. Planeó comer juntos, pero tal vez ya había comido...

En medio de su pensar y de su disociación, escuchó murmullos y risas de lo que parecía un grupo grande de personas. Decidió ignorar la situación, tal vez solo eran trabajadores locales que se encontraban felices por sus pagos...

Tal vez...

-He escuchado hablar de una princesa... - Escuchó decir, la voz era grave y áspera, desde el otro lado podía intuir que se trataba de un hombre de algunos 30 años. -Dicen que su cabello es totalmente blanco y que todo lo que viste es color del oro y los cuarzos...- Siguió diciendo.

-Todos los Targaryen tienen una maraña de pelos blancos, pendejo.- Le dijeron.

El grupo volvió a estallar en carcajadas.

Aquello no pintaba bien, y aunque quiso alejarse, no pudo. Asomó la cabeza y echó un vistazo.

Observó al hombre que estaba en el centro, jamás lo había visto en su vida, pero parecía ser importante en medio de ese grupo. Vestía finos ropajes y estaba recargado en barriles y barriles de lo que parecía licor. Todos a su alrededor lo escuchaban y brindaban con él.

-Pero está no es igual a todas esas zorras.- Se burló. -Esta no monta un dragón. - Volvió a reírse, está vez más burlesco.

-Es rara la Targaryen que no monta un dragón.- Dijo otro, en severo estado de ebriedad. -Aunque tal vez...

-¡Eso es!- Gritaron. -La Velaryon bastarda.

"¿Que...?"

-Es legítima, cabrón.- Interrumpieron.

-Da lo mismo, la madre Velaryon murió y su padre está ocupado cogiendose a la hija del rey... - Aquel hombre extraño dió un largo trago. -Se quedó sola, no hay quien la defienda en este mundo.

-¿C-con la hija del rey? ¡¿La supuesta heredera?!- Dijo el mismo hombre de 30 años, sorprendido, casi empujando los barriles. -La delicia del reino, no lo juzgo.

Solo un tonto no se daría cuenta que de quién estaban hablando, era de su madre.

Los escuchó hablar de ella, de cosas denigrantes, de las cosas que querrían hacerle...

Y aunque eso era motivo suficiente para intervenir, se quedó estático.

-¿Pero sabe, mi lord...- Empezó a decir algún otro hombre. -...que la princesa de la cual nos pregunta, es incluso más bella que la puta de Daemon?

Los demás asistieron, en medio de risas y de miradas pícaras.

-La juventud en su máximo explendor...

-Aunque dudo que sea más bella que sus 5 mujeres, mi Lord... - Volvieron a exclamar.

Aquel "Lord" empezó a reír, orgulloso. Algo pretendía, y Lucerys solo podía observar, la rabia lo empezaba a invadir, sabía que desde un principio se estaban refiriendo a su prometida...

-En Essos me hace falta una princesa que no sea igual de salvaje que todas esas zorras que se creen herederas al trono, y que peor aún...- Alzó la voz. -que cometen el salvajismo de montar un dragón cuando su deber no es ese.

-Antes de que lo pienses, está comprometida. - Le dijo alguien, al parecer su más cercano.

-¿Ah sí...? ¿Con quién?- Se volvió a burlar. -¿Algún "principito" de una casa menor? Dudo mucho que el príncipe canalla no quiera casar a su hija con la persona más rica en Essos ¡Le podría comprar hasta una flota si lo desea!

Escuchando ánimos y gritos, Lucerys se fue quedando frío...

Algo se estaba rompiendo dentro de él, y de pronto, se volvió a sentir como aquel chiquillo inseguro del que hasta hace poco estaba seguro que ya no era.

Pero si de algo estaba completamente seguro, era que estaba enamorado de ella... y que no dejaría que nada ni nadie la lastimara...

Ni que se la quitaran.

-Ella no monta un dragón, pero si puede montar mi ver...

De pronto, todo se volvió oscuro para el Lord viajero de Essos, y en un abrir y cerrar de ojos, la guardia real rodeaba toda la escena.

A mí princesa 🌷 ; Lucerys Velaryon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora