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Narra Giselle
Buenos Aires, Argentina


Abrí los ojos lentamente porque sentí que alguien se estaba moviendo. Pude entre ver que Joaquín, se estaba cambiando para ir a entrenar, supongo.

- Amor. - Dije medio adormilada.

- Ey, ¿te desperté?

- No, tranqui. ¿Qué hora es? - Me senté en la cama refregando los ojos. Sentí como sus labios se apoyaban en mi frente de la nada. Me dejó un beso tierno y me acarició la mejilla. Yo sonreí con un ardor en los ojos y sin poder abrir completamente bien mis ojos.

- Son las 06:23, mi amor. ¿Por qué no seguís durmiendo? ¿Tenés algo para hacer?

- No, no. Igual me tengo que levantar temprano. ¿A dónde vas? ¿Entreno?

- No, pero es algo del Inter... No sé si voy a tener buenas noticias.

- Uh gordo. ¿Qué pasó? ¿Te van a vender?

- No, pero a Lautaro ya lo llamaron para irse a vivir a Italia. Me parece que por ahí viene la mano. Capaz no me dejen seguir viviendo en Argentina y me exijan ir para allá. - Se sentó en la cama al lado mío, mirándome preocupado.

- Uh mi amor. Es muy temprano para asimilar eso. ¿Pero qué pasó? ¿Por qué tan derrepente? ¿No es suficiente con que entrenes acá y vayas para los partidos?

- Sí, pero igual es mucho mejor y conveniente para el club que yo esté allá. No sé. Ahora que voy a la reunión me van a explicar bien. Si no, no sé que va a pasar.

- Ya sé. Igual, nosotros ya vivimos varios años en Italia, Lio pasó la mayor parte de su vida allá. No va a ser tan difícil. Tranquilo mi amor. Vos siempre me apoyaste, yo a vos siempre te voy a apoyar. - Dije con una sonrisa que intentaba transmitirle seguridad. Él me miró asombrado. - ¿Y esa carucha? - Dije.

- Amor. - Dijo con ternura y formando un puchero en su cara.

- Ay, ¿qué pasó?

- No puedo creer que me estés diciendo esto. Pensé que capaz no querías irte de Argentina y me tenía que tocar irme a Italia sólo. - Escondió su cara en mi cuello.

- ¿Cómo se te ocurre pensar eso? - Pregunté indignada. - Si te tenés que ir al otro lado del mundo, voy con vos mi amor. No podría dejarte nunca. Obvio que va a ser difícil, pero peor sería no estar a tu lado, y como ya te dije, ya vivimos en Italia, Lio creció ahí. No hay mucho de que preocuparse.

- Te amo tanto, mi gorda. - Dijo moviendo su cara para mirarme. Estaba tan cerca que no pude evitar darle un beso. Fue intenso y lento. En el transcurso me agarraba de la cintura, acariciaba mi pierna y de vez en cuándo me tocaba el culo. Pasamos unos minutos así hasta que nos separamos para respirar bien.

- Bueno. - Dije levantándome de la cama y estirándome. Él me miró riéndose. - ¿A qué hora te vas? - Pregunté.

- A las 7 tendría que estar allá. Mejor voy saliendo ya. - Dijo y comenzó a caminar hacia la puerta

- ¿No vas a desayunar? - Pregunté yendo por detrás.

Me miró sonriendo. - No amor, llego tarde. Allá desayuno pero te prometo que vengo a almorzar. - Después de decir eso, su cara cambió, como si hubiese recordado algo.

- Hablando de desayunar. ¿La prueba? ¿Te la vas a hacer? - Me preguntó agarrándome de la cintura acercándome a él.

- Uh. - Puse la mano en mi cara. - Cierto. Cuándo lleve a Lionella al jardín vengo comprando algunas.

¿por qué ella sí? ; enzo fernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora