Capítulo 1

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Su vida estaba por llegar a su fin y eso estaba bien.

Aquellos meses se habían convertido en semanas, las semanas en días y los días en horas, ahora solo le quedaban menos de 30 minutos antes de que aquella silla eléctrica lo matara.

Moriría...Bien.

Estaba bien, el estaría bien...

— ¡ARES!

Gritaron su nombre, pero él no contestó. Estaba cansado y no tenía ganas de ver a nadie, solo quería pasar los últimos momentos de su existencia en paz.

¿Podrían dejarlo ser egoísta aunque sea en los últimos minutos de su vida?

La respuesta... ¡No!

— ¡¿Por qué mataste a esa niña?! ¡¿Por qué lo hiciste?¡¡Dime!!!

— ¡Jajaja! —rió de los gritos de su padre.

Ahora lo entendía, él no estaba ahí para consolarlo, simplemente pretendía juzgarlo antes de su muerte.

Estaba bien, el estaría bien...

¡No, no lo estaría!

Con una pequeña sonrisa llena de dolor levantó su rostro.

—Señor Yao, ¿Realmente cree que fui yo quien mató a Anny?

El hombre de aspecto frío y severo quedó un poco aturdido por el contraataque de su hijo.

Enfrió su cabeza y recordó las pruebas que lo incriminaban.

—¡¡Tus huellas estaban en ese cuchillo!! —gritó furioso.

—...

El joven volvió a callar. Tampoco le sorprendió nada la actitud frívola de su padre.

—¡¡Dime por qué mataste a esa niña!! ¡Dímelo!

Ares no entendía por qué la insistencia en saber, si después de todo ya estaba condenado.

No es como si al decir algo cambiaría las cosas.

Tampoco esperaba que él le creyera.

En su rostro no había ni una sonrisa y tampoco rastros de ironía.

—Yo no la maté... —Lo miró a los ojos con la esperanza de que confiara en sus palabras.

¡Sin embargo estaban hablando del mismo hombre que le prohibió llamarlo padre!

—Pero supongo que no me creerías.

Apretó su puño y golpeó a su hijo en la cara.

— ¡Cómo puedes decir eso cuando hay pruebas que te incriminan!

Entonces si las había ¿Qué caso tenía que le preguntara?, ¿o era una excusa para desquitar su furia?

—Túúú... ¡Siempre fuiste así!, siempre causaste problemas a donde sea que ibas ¡¿Y ahora solo dices que no eres tú el culpable? ¡Eres un cínico desvergonzado!, ¡Me pregunto qué castigo estoy pagando contigo!

Lo jaló con brusquedad queriendo golpearlo de nuevo.

—... Tú... ¿por qué?

Quedó en shock cuando miró el rostro lloroso de Ares por primera vez.

—Señor Yao... Yo... —Sus palabras contenían un profundo dolor que le impedía hablar.

—Llegó la hora —dijo el guardia abriendo la celda y llevándose a Ares.

Yao quería detenerlos.

Quería que su hijo terminara de decir aquellas palabras....

Pero no lo hizo, no los detuvo y vio como fue llevado al matadero.

                            〰️➰〰️

El rostro de Ares lucía sombrío mientras miraba a todos aquellos que gritaban por su muerte.

—Señor Yao...—Nombró a su padre antes de que encendieran la corriente.

Moriría, sí, pero no sin antes decirle un par de cosas a esta persona que le arruinó la existencia desde el momento en que nació.

Yao miró al juez para obtener su aprobación, el juez asintió a favor y él de acercó.

—Yao....—Miró a su padre que estaba al costado.

—...

Después de verlo con esa cara despreocupada, quiso reír.

¿Por qué?, se preguntó, ¿Por qué a pesar de que estaba a punto de morir las expresiones de Yao seguían siendo neutrales?, ¿Es que acaso su muerte era irrelevante?

Bueno, ya no importaba.

—Siempre me odiaste y lo sigues haciendo.

Nunca entendió su odio hacia él y nunca lo haría.

Siempre trató de ser buen hijo para Yao y qué recibió a cambio.

Desprecio que sumaba más desprecio mientras pasaban los años.

—¿Sabes? nunca pedí nada de ti, en cambio tu arrebataste mis sueños, mis ganas de vivir y ahora me arrebatas hasta mi propia vida.

Ni siquiera se había tomado la molestia de defenderlo y tampoco de contratar un abogado.

Su padre no hizo nada para impedir su ejecución.

—Espero que disfrutes de la agonía del hijo que obstaculizó tu felicidad.

—¿Qué? —contestó Yao.

Estaba pálido al escuchar todas las incoherencias de Ares.

¿En verdad creía que podría disfrutar de su agonía?

¡Por Dios, cómo podía decir eso!

¡Él era su hijo!

—No debiste dejarme nacer...Papá —Sonrió al final, porque después de tanto tiempo, finalmente pudo decir la palabra que se le fue negada.

Tuvo que esperar su ejecución para poder decirle Papá.

¡Demonios, ahora ya nada importaba!

—¡ARES! —gritó Yao desesperado.

Esta era la primera vez que veía sonreír sinceramente a su hijo y también fue la primera vez, después de muchos años de espera, que lo llamó Papá.

Yao fue apartado a la fuerza por los guardias, llevándolo junto con aquellos que gritaban por la muerte de Ares.

—¡Quítame tus manos de encima!

—¡Sr. Yao, no puede hacer eso!

—¡Apartense de mí!

—¡Muerete maldito asesino!

—¡NO! ¡NO! ¡HIJO! —gritó con todas sus fuerzas, esperando a que Ares lo escuchara.

Pero en ese momento la corriente fue encendida y la luz de su hijo fue apagada de la peor manera.

Él lo observó morir de una forma tan tortuosa que cayó de rodillas.

—Ares... Hijo.














Salvando al hijo desterrado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora