Capítulo 4

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Cómo debería de llamar a esto, viaje en el tiempo, reencarnación o algo que no tenía una explicación lógica. Creía que era un simple sueño pero no era así.

Después de la muerte de Ares, sus deseos de vivir dejaron de existir, su vida se fue cuesta abajo y lo último que recordaba era el olor a vino.

¿Qué debería hacer ahora?, si esto era el pasado ¿entonces debería remediar el futuro que le deparaba a su hijo? Pero si lo hacía, ¿esto no tendría consecuencias catastróficas para los demás?

Alterar el pasado podría desencadenar diferentes realidades alternas, probablemente sus actos podrían influir negativamente en la vida de las personas que le rodean.

Pero a pesar de esto, ¡no le importaba! Las consecuencias las asumiría todas, pero esta vez, ¡solo por esta vez quería que Ares viviera!

Su hijo era más importante que la vida de los demás, aunque fuera egoísta, no dudaría en poner la existencia de los demás en riesgo con tal de que Ares siguiera con vida.

¡Esta vez lo protegería de su destino!

—  Joven Iris, ¡¿pero qué le ha pasado?!

Yao volvió a la realidad después de escuchar la preocupación exagerada del chófer, miró al frente y vio a Iris con una magulladura en la mejilla.

—¿Iris, qué le sucedió a tu cara?, cuando estuve contigo hace unos instantes no tenías ese golpe en el rostro. Dime ¿quién ha sido? ¡Quien quiera que lo haya hecho lo pagará muy caro!

Iris bajó su rostro y negó con la cabeza.

—Tío fue mi error, trate de ayudar a Ares pero creo que él...— suspiro profundamente y rasco la parte trasera de su cabeza— talvez al querer ayudarlo lo hice sentir como un inutil, no fue realmente mi intención hacerlo sentir así.

Su lamentable situación conmovió a Andrew que se apresuró para ayudarlo a subir al auto.

—Joven Iris, usted no cometió ningún error, ¡es el señorito Ares quien cometió el error!, ¡como se atrevió a golpearlo!

Yao le dirigió una mirada furiosa al chófer, desde cuándo un simple empleado podía hablar mal de su hijo y sobre todo en su presencia.

Andrew al notar que había dicho demás se encogió de brazos ante la mirada feroz de Yao.

—Andrew tú...

—¡Tío! —interrumpió Iris la represión que le darían a su chófer — antes de irme Ares dijo que él se iría por su propia cuenta. Lo siento, es mi culpa que Ares no quiera venir con nosotros.

Estas palabras que solo reflejaban la rebeldía de su hijo lo hacían ver su fracaso que tuvo como padre,  probablemente esto lo hubiera enfurecido como en el pasado y al igual que en el pasado talvez solo le diría a su chófer que condujera para dejar atrás su error, claro su error era su propio hijo.

Pero esto era algo que no debería dejar a la ligera. No podía actuar de manera frívola con su hijo nunca más, porque cada vez que lo hiciera llevaría a Ares por el mal camino que había tomado.

Entonces qué caso tenía estar en el pasado si no podría arreglar el lamentable futuro de su hijo.

—Andrew lleva a Iris a la mansión y después tu y yo hablaremos en mi oficina.

Cuando Yao bajó del auto después de ordenar al chófer, Iris sintió que algo estaba mal con él.

¿No se suponía que su tío lo consolaría y se enojaría con Ares? O tal vez...

El corazón de Iris se tranquilizó de un momento a otro. Tal vez su tío hizo eso para ir a reprender a Ares personalmente, si era así entonces no había ningún problema. Él sabía muy bien que Yao nunca le pediría explicación alguna a Ares, solo lo castigaría sin ninguna justificación aparente y con ello estas dos personas se alejarían cada vez más.

Después todo, tendría que ser así siempre, Ares siempre estaría bajo su poder y Yao simplemente sería un peón que movería a su voluntad.

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¿Qué era lo que estaba mal con Ares?, entendía que estuviera furioso por haberlo desheredado en su primera vida ¿Pero esta vez por qué?, ¿Por qué atacó así a Iris?, además eso nunca sucedió antes.

No lo entendía, nunca logró entenderlo, su hijo siempre fue difícil de descifrar.

—¿Yao? ¿Qué haces aquí?

Esa voz sin una pizca de amabilidad era,  ¿Su esposa? ¡Erina!

Su rostro se suavizó un poco después de escucharla y verla nuevamente, entonces su esposa estaba aquí.

Ese cabello negro y esos ojos tan penetrantes que lo atravesaban como dagas afiladas eran tan bellos para él.

"Mi querida Erina"

Ella seguia tan bella como siempre pero esa belleza que tenia como esposa en el pasado la perdió. Quién hubiera imaginado que mureria tan joven y con tanta belleza. Solo de imaginar que perdería a su amada esposa su corazón se llenó de dolor.

—Cariño, he venido por nuestro hijo, no creí que tú estuvieras aquí.

Erina quería escupir sangre después de escucharlo hablar, qué rayos era eso de "cariño" y qué era esa extraña preocupación que Yao estaba teniendo por su hijo.

De verdad no lo soportaba, cómo podía decir eso después de lo que le hizo.

—¿Cariño? —dijo fríamente y suspiró con pesadez —Yao, no deberías estar aquí, si es por Ares no te preocupes, yo lo llevaré así que puedes retirarte.

—Creo que el señor Yao está aquí por otros asuntos —interrumpió Ares con una sonrisa que contenía una gran cantidad de rabia. —¿O me equivoco?

Yao lo miró con calma, su rostro parecía impasible, como si nada de lo que sucediera lo perturbara, sin embargo la realidad era otra. Estaba triste de la frialdad y de la rudeza con la que era tratado por sus dos seres queridos.

—Sí, tienes razón.

—Quiero descansar señor Yao —comentó Ares con resentimiento —así que haré nuestra charla lo más rápido posible.Sí, yo lo hice, yo golpeé a Iris en su estúpida cara, así que, ¿qué castigo va a darme?

Sí, lo recordaba, este era el mismo Ares cuando se encontraba enfadado y esta era la misma razón del porqué nunca se pudieron llevar bien.

Tenía que tranquilizarse para no explotar en cólera como lo hacía antes.

—¿Por qué? —preguntó.

—¿Por qué qué?—respondió sin entender a su padre.

—¿Por qué lo golpeaste? Debe de haber alguna razón, dímela ahora.

Erina no lo creía, ¿en verdad Yao le estaba pidiendo una explicación a su hijo?, probablemente en otras circunstancias se enojaría por su actitud, sin embargo estaban hablando de Yao, el hombre que no pedía razones de los actos de su hijo, el solo daba castigos sin enterarse del trasfondo de los problemas que lo rodeaban.

—Aunque los hubiera, no me creerías Señor Yao. Madre, vayamos a casa.

(•0•) los primeros 6 párrafos son de vital importancia, hasta que me comentaron sobre como se desarrollaría entendí que la autora original nos estaba dando pistas para él final de la novela.

Salvando al hijo desterrado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora