Prólogo

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No era novedad para varias personas de la calle de la Seda encontrarse al príncipe Daemon frecuentando los lugares menos apropiados para alguien considerado de la realeza a las altas horas de la noche.

Y es que, desde hacía mucho tiempo, el Targaryen entraba específicamente a un burdel situado en uno de los callejones más caóticos del lugar, los pueblerinos ya ni siquiera lo consideraban algo relevante o de qué hablar.

Pero una noche que para muchos era otra más, el príncipe salió del lugar casi corriendo a los pocos minutos de haber entrado. Sin embargo, lo que causó que más de uno girara la cabeza luego de pasar al lado del platinado, fue que esta vez lo acompañaba una pequeña presencia en sus brazos.

Una cabellera rubia platinada que no pertenecía a Daemon sobresalía de la capa que llevaba.

Los susurros comenzaron a escucharse a la vez que el príncipe se acercaba a la fortaleza roja y en más de una ocasión miró de mala manera a los que se cruzaba, haciéndolos retroceder.

Cuando logró entrar al castillo se aproximó a los aposentos de su hermano y sin importarle la hora comenzó a tocar la puerta desesperadamente bajo la mirada atónita de los guardias que vigilaban la habitación, quienes al ver a la pequeña con él se miraron mutuamente.

Unos minutos después de tocar de manera desenfrenada, un enojado Viserys abrió la puerta, encontrándose con su hermano menor y causando que una expresión de molestia se formara en su rostro, pero al notar a la niña de mechones platinados sus facciones cayeron.

—Creo que tengo un problema —soltó Daemon al ver la expresión de su hermano—. Y necesito tu ayuda.

Sin perder tiempo, el rey entró nuevamente a sus aposentos luego de pedirles a los guardias que llamaran a la reina y ordenarle a Daemon esperar en el salón del consejo.

Para cuando el rey y la reina entraron a la sala, se encontraron con el príncipe sentado en una de las sillas frente a la mesa, cabeceando de sueño mientras que una pequeña rubia lo abrazaba durmiendo plácidamente sobre el pecho del platinado.

Al ver la situación, Alicent se llevó ambas manos a la boca en una expresión de asombro. Viserys se acercó a Daemon y le dio un manotazo en la frente para que despertara y comenzara a explicarles lo sucedido.

El príncipe se reacomodó lentamente para no despertar a la niña y una vez que estuvo más despierto miró a la castaña y al platinado frente a él, soltando un suspiro se pasó una mano por el rostro.

—Creo que es mi hija.

—¿Lo crees o lo sabes, Daemon? —cuestionó el rey molesto a la vez que su hermano menor miraba torpemente a cualquier lado.

—Lo sé.

—¿Cómo pasó esto? —preguntó Alicent aún atónita por la noticia.

—Solo pasó —respondió el rubio sin más.

—Necesito más que eso para poder ayudarte, Daemon —reprendió Viserys.

—¿De verdad necesitas que te diga cómo engendré a una niña? —el platinado resopló e hizo una pausa ante la mirada de los reyes—. He frecuentado un burdel desde hace tiempo y al parecer una de las mujeres con las que... ustedes saben —Viserys hizo una señal con la mano para que siguiera hablando—. Ella tuvo a la niña y está claro que es mía.

—Bueno, el parecido es bastante obvio, pero ¿cómo estás seguro de que no es mera coincidencia? —Alicent levantó las cejas con incredulidad.

—Ella me lo explicó todo hace al menos una hora, al parecer quería usar a la niña como excusa para que le dieran privilegios por tener una hija Targaryen.

—¿Y qué pasó después? —cuestionó Viserys cruzándose de brazos.

—La maté.

Tanto la castaña como el platinado mayor lo miraron con los ojos tan abiertos que Daemon pensó que se saldrían de sus rostros.

—¿¡La mataste!? —Alicent lo miró horrorizada mientras hablaba—. ¿Por qué? ¿Acaso estás loco?

—No iba a dejar que usara a una hija mía como pase a una buena vida —habló el rubio negando con la cabeza a la vez que hacía una expresión de disgusto.

—¿Y cómo piensas hacerte cargo de una niña de... probablemente un año...

—Uno y medio —corrigió Daemon.

—Una niña de un año y medio a tu cargo no tiene esperanzas.

—¡Y por eso necesito de tu ayuda! —exclamó el príncipe impaciente y la reina le hizo una seña para que hablara más bajo, susurrándole un shhh para que la niña no se despertara.

Viserys suspiró y se pasó las manos por el rostro para luego regresar la vista a su hermano y verlo cargando a la pequeña, cosa que lo conmovió, puesto que el príncipe casi nunca mostraba señales de preocuparse por alguien más que él mismo.

—Ella tendrá un lugar en la familia y, por lo tanto, en la corte.

Daemon mostró un gesto de alivio y le dio a su hermano una mirada de agradecimiento, se levantó aún con la niña en brazos y se acercó a su hermano mayor para ponerle una mano sobre el hombro.

—Gracias —susurró esbozando una sonrisa sincera.

Viserys miró a Alicent, quién luego de unos segundos asintió sonriendo levemente.

—Podría llevarse bien con Aegon y Helaena —dijo mirando a la pequeña platinada.

La niña se removió en los brazos de su padre y soltó un leve suspiró, cosa que hizo sonreír al príncipe.

—¿Tiene nombre? —preguntó Viserys con una mirada curiosa.

Daemon sonrió y le pasó una mano por los mechones platinados a su hija.

—Rayne —habló mirando al rey y a la reina—. Su nombre es Rayne.

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N/A: ¡Hola!

La primera parte de esta historia, ¿qué les pareció? :)

Espero que puedan darle una oportunidad al fic y que disfruten de los capítulos.

También hay otra historia de HOTD terminada en mi perfil, está en edición, pero por si quieren darle un vistazo mientras se actualizan los capítulo de esta.

Recuerden votar y comentar.

Nos leemos pronto <3

-A :)

Stormheart [ HOTD ] Aegon/ Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora