cinta adhesiva temporal

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Me gusta preguntarme qué me hace así, qué hace que cada persona sea distinta. Qué nos hace nosotros.

A veces pienso que todo lo que hacemos tiene una razón, algo en nuestro pasado que determina quien somos hoy y nuestras acciones respecto a nuestro entorno.
Normalmente, encuentro una razón válida para lo que siento: El miedo a la confrontación, la empatía hacia las niñas y niños pequeños, incluso creo entender la razón por la cual soy tan nerviosa.

Y lo único que quiero saber es, ¿Por qué quiero dejar de existir? ¿Qué hace tan poética la idea de convertirme en una planta, en un robot?
¿Por qué huyo de mi humanidad?

En el fondo no soy más que un cristal roto, soy poco más que una pecera que siempre gotea, ajena a cualquier intento de repararla.
Y no puedo hacer nada al respecto, solo contemplar como se moja una cinta adhesiva temporal que tendrá que ser reemplazada cada cierto tiempo si no quiero morirme y que la pecera se quede vacía.

No entiendo de dónde salen las grietas, ni quién viene a repararlas. Permanezco adormecida hasta que una mano recóndita, viene e intercambia las cintas para que yo, una pobre pecera inútil que ni peces puede mantener, no se quede nunca vacía.

La cinta adhesiva de mi vida... No sé que es. No sé que es lo que me mantiene viva, llena de agua.
Y eso es lo que me atormenta.
Ojalá saber qué es lo que me empuja, quién hace que valga la pena estar aquí.

¿Pero entonces de dónde me nace la idea de descansar de forma eterna en forma de pétalos o de tornillos?
¿Por qué alienarme de mi vida me hace feliz?

Encuentro una paz preocupante en la idea de recubrirme de flores y plantas, de convertirme en un androide, incluso.
Que de mí, de mis extremidades, salgan cables o raíces da igual, con tal de no ser yo.

Desearía que mis brazos no fueran mis brazos y que mi corazón, bueno, ojalá, no tener un corazón; si con este desaparecieran las emociones como la tristeza, la rabia y la pena.
¿Se iría también la culpa? ¿O viene está de un lugar diferente? ¿Viene de la mente quizás? De las entrañas.

Hace dos noches soñé que me moría, que no me quedaban más de dos semanas de vida.
Y lo último que recuerdo es abrazarme llorando a mi madre en el hospital y pedirle por favor que me enterrase bajo un árbol.
Que, de cierta manera, quería seguir viva. Quería (y quiero) que mi energía sea absorbida por el árbol.
Como si el árbol fuera ahora yo y que, de alguna manera, no desaparezca de la faz de la tierra, así como así.

¿Entonces no quiero estar viva pero tampoco muerta?
Quiero dejar de sentir, pero no dejar de ser, quiero estar sin estar del todo.

Quiero que de una vez por todas mis dedos dejen de temblar y mis ojos de llorar y quiero que aunque sea tan solo una vez, pueda respirar profundamente y no sentir nada.

Si bien encuentro confort en la tristeza y la soledad, es cierto que me inundan de una manera que a veces me puede sobrepasar, y en esos momentos desearía no tener emociones.
Me he comparado con un robot y con una planta, pero nunca con una pecera AJSKSJ, ¡espero que les guste y gracias por leer!
-lunn🍓

heridas, poesía (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora