sombra de ojos azules

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No lo recuerdo.

No recuerdo mi infancia, ¿es por eso que estoy tan obsesionada con revivirla?

Quizás si tuviera una cinta VHS delante de mí y pudiese verla cuál película se esfumaría mi deseo latente de ser un infante de nuevo.

Si reflexiono lo suficiente, encuentro recuerdos aleatorios, mezclados entre sí.

Por instancia, recuerdo con mucha familiaridad la sombra de ojos azul oscuro. La razón, que comprendo ahora, es que ese era el maquillaje que solía ponerse mi madre.

Sombra de ojos azul.

Es gracioso porque ella tiene los ojos azules. De hecho, una vez oí que un señor le dijo que el azul de sus ojos era único, ya que no podía definirse ni como azul mar ni como azul cielo.

Es, dijo el señor, como el azul que divide ambas cosas, el mar y el cielo.

Es la línea de horizonte, y este es un azul propio.

Y, sin embargo, no recuerdo que hice durante los otros 364 días de ese mismo año. Ni siquiera recuerdo en que año fue.
Ni siquiera la cara del hombre. ¿Quién eres?

Más las cosas que hacía al llegar del cole, las horas interminables entre la consciencia y la inconsciencia, no sé donde están.
Qué fue de los fines de semana, de las extraescolares, de los minutos que llenan el día y que se quedan vacíos para mí.

Son minutos vacíos de mi consciencia.

A veces temo que en el fondo no soy más que una niña herida, soy una infancia destruida y olvidada, incapaz de conocerse y de sanar.

¿De qué voy a sanar si no sé porque estoy mal?
¿Qué fue lo que pasó, que se ha llevado mi memoria consigo?

¿Por qué lo he olvidado todo?

-lunn🍓

heridas, poesía (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora