—Carina es mi novia.
—¡¿Qué?! —tres voces diferentes gritaron—.
Esa declaración fue el principio de un loco plan para conquistar a nuestros enamorados. Estarás pensando, ¿cómo fingir ser novia de mi peor enemiga lograría que nuestros amigos se fijen en nosotras? Para explicar eso, tengo que empezar desde el principio.
Todo inició con el retiro que el colegio realiza al principio de cada año lectivo. Algo aburrido, nos vamos a un lugar, tenemos una charla motivacional, y luego los profesores nos dividen en grupos para realizar actividades que según ellos nos servirá para ser mejores personas.
Este año no tuvimos que caminar hasta el lugar del retiro, la escuela consiguió un camión para llevarnos hasta el área recreativa del sanatorio Eirete. Realmente un camión, no un autobús. Fuimos parados en la carrocería, y llegamos totalmente despeinados.
Darío, mi mejor amigo, se bajó primero, y luego me ayudó tomándome de la cintura para bajarme con cuidado al suelo. ¿Por qué es tan amable?, de esta manera no puedo separar nuestra amistad de mis sentimientos.
Sí, eso llamado sentimientos es lo que me ha estado causando líos desde los trece años, y si alguien me dijera que este año sería aún más intenso todo, le diría que eso es imposible.
—¡Oye, Ferreira! —Una chica de cabello corto castaño llama desde el camión—. ¿Me ayudas a bajar?
—Hola, señorita Vera. —Él sigue la broma de llamarse por sus apellidos mientras la ayuda a bajar como hizo conmigo—.
—¡Gracias, Dari! —Le sonríe tímidamente, ¿acaso todas las chicas están enamoradas de MI mejor amigo? Pienso algo enojada—. ¡Hola, Cari! —Ella me abraza dejándome totalmente en shock. ¡Ni siquiera somos amigas! ¿Por qué me abraza?
—Hola, Dafne. —Correspondo torpemente su contacto, y recién ahí percibo algo—. ¿Dónde está Melissa?
—¡Aquí estoy! —La cabellera rubia de la amiga de infancia de Darío aparece por la puerta de la carrocería del camión—.
—¿Te ayudo? —él pregunta acercándose a ella, pero espera su consentimiento para tocarla—.
—Sí, por favor, el camión es bastante alto. —Coloca sus manos sobre los hombros de Darío mientras que él posa sus manos en su cadera para ayudarla—. ¡Gracias! ¿Qué pasó de Max?
—Se ha enfermado. Parece que comió algo que le hizo mal.
—¡Oh! Espero que se mejore pronto. —Melissa le dedica una dulce sonrisa, que no llega a sus ojos—.
—Bueno —Dafne interrumpe la conversación —, deberíamos irnos, pronto llegará otro camión, y ese estará lleno de chiquilines.
Nos retiramos al tinglado, donde se ha preparado varias sillas y bancos para que nos sentemos a escuchar el seminarista de este año. Unas risitas llaman mi atención, y apenas veo las dueñas de estas arrugo mi nariz. Quiero ignorarlas, pero solo escuchar el sonido de su voz contándoles sus aventuras a las demás me hace sentir enferma de rabia.
Nuestros ojos se cruzan, y lo único que recibo de ella, Valentina, es ceño y labios fruncidos. Bufo haciendo que algunos mechones de mi pelo se levanten, y que Darío voltee a mirarme. Enseguida se da cuenta de lo que me sucede, ventajas de conocerme hace tantos años. Pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros atrayéndome hacia él, haciendo que estos se relajen de a poco, y me regaló una encantadora sonrisa.
—Entonces, aún no terminaste de contarme lo que hiciste en verano con tu madrina —trae a colación un tema que me da felicidad, y yo agradezco mentalmente por eso—.
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11:11
Teen FictionCarina ha pasado años enamorada en silencio de su mejor amigo, convencida de que algún día él se daría cuenta. Pero cuando nota que su atención está en otra persona, se aferra a la única idea que le queda: hacer que él la vea antes de que sea demasi...